TIEMPO
ORDINARIO – DOMINGO X B
(10-junio-2018)
Jorge Humberto Peláez S.J.
Breves
lecciones de Antropología
ü Lecturas:
o Génesis
3, 9-15
o II
Carta de san Pablo a los Corintios 4, 13—5,1
o Marcos
3, 20-35
ü Las
lecturas de este domingo nos ofrecen elementos muy ricos para profundizar en el
conocimiento de la naturaleza humana. Podríamos decir que tenemos ante nosotros
un capítulo de un curso de Antropología Bíblica. ¿Qué queremos afirmar? Estos textos
nos ofrecen elementos iluminadores para comprender el misterio del ser humano,
cuya complejidad no puede ser abordada exclusivamente por alguna de las
Ciencias Humanas o Sociales; la sabiduría condensada en las Sagradas Escrituras
ciertamente nos ayudará en la comprensión de nuestra compleja realidad. El comportamiento del ser humano, como
individuo y como comunidad, es una veta inagotable para los investigadores. Los
invito, pues, a explorar los elementos que nos ofrecen las lecturas de este X
domingo del Tiempo Ordinario.
ü Empecemos
por el libro del Génesis. El relato nos sitúa en una escenografía que recoge
elementos provenientes de la literatura del Próximo Oriente: un jardín con
exquisitas flores y frutos y una pareja que disfrutaba de las condiciones
ideales para el amor y la felicidad. ¿Qué más podría desear esta pareja? Antes
de seguir adelante, es importante recordar que no podemos hacer una lectura histórica
de estos textos como si ese jardín pudiera ser localizado en un lugar preciso y
estuviera registrado en el “catastro” de un algún municipio; tampoco podemos pretender
que los protagonistas, Adán y Eva, pertenecieran a la vida real y tuvieran un
documento de identidad. Estamos ante un relato que no pretende ser histórico,
sino que tiene un profundo contenido simbólico y nos permite profundizar en la
naturaleza humana con sus incertidumbres y búsquedas.
ü Pues
bien, esta pareja ideal, que vivía en unas condiciones insuperables, tenía una
sola restricción: no podía comer de uno de los árboles del jardín. Y esa única
restricción se convirtió en su desgracia. Teniéndolo todo, quisieron ser como
dioses. Este texto, con sus imágenes llenas de colorido, una serpiente que
habla y una manzana que da un conocimiento superior, nos pone de manifiesto el
drama de la ambición humana, que no conoce límites. Esta insatisfacción estructural
del ser humano nos puede conducir a las cumbres del altruismo, del desarrollo científico
y de la transformación social, como también a las peores transgresiones de la
ética con tal de obtener las metas que nos hemos propuesto. Este texto del
libro del Génesis, cargado de simbolismos orientales, nos invita a reflexionar
sobre la ambición humana y cómo la tentación hace parte de nuestra agenda como
seres humanos.
ü Además,
este texto pone en evidencia otro rasgo de la condición humana, que es la dificultad
para asumir el precio de las decisiones que tomamos:
o Adán
responsabiliza a Eva: “La mujer que me diste por compañera me ofreció del fruto
del árbol y comí”
o Eva
responsabiliza a la serpiente: “La serpiente me engañó y comí”
ü Interesantes
lecciones sobre la ambigüedad del ser humano que siempre está buscando nuestras
experiencias y satisfacciones, pero que evita pagar el precio de sus errores.
ü Si
nos quedáramos en esta primera lectura, el horizonte parecería incierto, aunque
al final del texto aparece el anuncio de una mujer que estará destinada a
cumplir una misión muy especial… Afortunadamente, el Salmo 129 nos clarifica el
futuro.
ü La
Antropología bíblica hace una lectura optimista del futuro, no por lo que es el
ser humano en sí mismo, sino por la presencia del amor misericordioso de Dios.
Esta convicción la expresa hermosamente el Salmista: “Si conservaras el
recuerdo de las culpas, ¿quién habría, Señor, que se salvara? Pero de ti
procede el perdón, por eso con amor te veneramos. Confío en el Señor, mi alma
espera y confía en su palabra, mucho más que a la aurora el centinela”.
ü Estas
palabras del salmista nos producen una profunda paz. Ciertamente, los seres humanos
somos complejos, llenos de contradicciones. Muchas veces ni nosotros mismos
entendemos por qué reaccionamos de una determinada manera. Pero todo este
desorden es asumido por el amor misericordioso de Dios, que nos acoge como
hijos.
ü Al
comienzo de esta meditación, decíamos que los textos bíblicos de esta liturgia
nos ofrecen elementos valiosos de Antropología bíblica, que nos permiten profundizar
en esa compleja realidad que es nuestra condición humana. En la II Carta de san
Pablo a los Corintios, encontramos unas sabias observaciones a propósito del
natural deterioro de la condición biológica; los años van dejando su huella;
con el paso del tiempo, las fuerzas van disminuyendo. Para muchas personas, esta
dura realidad que nos impone la Biología es fuente de tristeza y depresión.
ü En
su II Carta a los Corintios, san Pablo hace una lectura diferente de la vejez:
no significa, necesariamente, deterioro, sino crecimiento. Leamos atentamente
sus reflexiones: “Aunque nuestro cuerpo se va desgastando, nuestro espíritu se
renueva cada día. Nuestros sufrimientos momentáneos y ligeros nos producen una
riqueza eterna, una gloria que los sobrepasa con exceso”. La mirada puesta en la trascendencia nos ayuda a relativizar las
molestias y las fragilidades de la condición humana.
ü Estos
tres textos propuestos por la liturgia nos ofrecen unas Breves lecciones de Antropología bíblica:
o Procuremos
hacer claridad sobre nuestras insatisfacciones profundas que nos llevan a
buscar otro tipo de compensaciones. Adán y Eva, personajes de profundo
contenido simbólico, lo tenían todo, pero no resistieron tener que respetar la
única restricción que se les fijó. ¿Por qué somos así? Además, nos da mucho
trabajo asumir el precio de nuestros errores y buscamos chivos expiatorios a quienes
podamos atribuir la culpa.
o El
Salmo 129 nos dice que una Antropología integral tiene que incorporar el amor
misericordioso de Dios; sin Él, estaremos haciendo una lectura incompleta del
ser humano y nos hundiremos en la desesperanza.
o San
Pablo enriquece estas breves lecciones de Antropología haciendo una lectura
positiva de los males de la vejez; la Pascua nos permite interpretar la muerte
no como destrucción sino como un tránsito; de la misma manera, aunque nuestro
cuerpo se deteriora, nuestro espíritu se renueva cada día.