DOMINGO XIII TIEMPO ORDINARIO  CICLO B

LA FELICIDAD PASA POR LA SABIDURIA

Desde que nacimos nos encontramos personas íntimas y cercanas a nosotros que tenían un solo objetivo que fuéramos felices. Ese es en la vida el anhelo más hondo y la necesidad más innata; aunque ahora la felicidad en manos de recetas fáciles, tarots indescifrables y seminarios costosos. No han de faltar incluso las promesas de una felicidad posible a condición de escaparse de la realidad y huyendo de sí mismos.

“El hombre más sabio y feliz que he conocido en mi vida no sabía leer ni escribir, dijo José Saramago refiriéndose a su abuelo. Lo mismo podríamos decir nosotros de familias, maestros, instituciones y amigos quienes fueron dejando en nuestro corazón semillas de sabiduría como la mejor experiencia de la vida. Hizo parte de esta sabiduría de nuestros padres, abuelos y educadores pedir confiadamente la sabiduría de Dios en la oración al estilo de Salomón (Sab. 9) que le sirvió además para ponerse en contexto de lo que estaba sucediendo en lo social; el helenismo, las persecuciones a los judíos, las divisiones políticas y económicas y literatura sapiencial de ese momento, para estar al tanto de las falsas sabidurías convertidas en nuevas inseguridades; y mantener la fe confiada y fiel en el Dios de la vida. “Dios creó al hombre para que nunca muriera, porque lo hizo a imagen y semejanza de sí mismo; más por envidia entró la muerte en el mundo y la experimentan quienes por falta de sabiduría, le pertenecen. (primera lectura)  

LA CRUZ Y LA SABIDURÍA

Pablo en su momento, opone la sabiduría de Dios y la sabiduría del mundo llamándola necedad. Paradójicamente para Pablo la sabiduría del mundo es poderosa frente a la debilidad de la Sabiduría de Dio en Cristo: “el mensaje de la cruz es necedad para aquellos que perecen; pero para nosotros que somos salvados es el poder de Dios. Pues está escrito: “destruiré la sabiduría del sabio”” (1 Cor 1,18-2,8). “Pues la necedad de Dios es más sabia que la sabiduría humana y la debilidad de Dios más fuerte que la fuerza humana. Cristo crucificado es la sabiduría Dios. Lo genial de esta propuesta es que solo se entiende en la experiencia de la vida, dejándonos transformar por la muerte y resurrección de Jesús.

AMBAS TENÍAN DOCE AÑOS.

La sabiduría de Dios frente a la muerte es lo que confirma el evangelio de hoy con la muerte y resurrección de la hija de Jairo y la sanación de la mujer que padecía de flujo de sangre. La sanación de la mujer y lo ocurrido a la hija de Jairo son una imagen de la resurrección. Si doce significa Israel; cada una de las mujeres dan razón de un sector social diferente: la hemorroísa es Israel que se extingue en la sinagoga y la hija de Jairo, la comunidad cristiana que revive.

La mujer enferma porque pierde la vida, flujos de sangre, es además marginada por impura de ahí su temor en ser tocada. Así como sanó poniendo su cuerpo en relación al de Jesús y a la niña con su mano la rescató de la muerte, nos rescatará con su cuerpo crucificado y resucitado a cada uno de nosotros. Todos hemos tenido el gusto de haber sido tomados de la mano de Dios por el bautismo, participando del poder de sanación de la cruz y resurrección del Señor; y todos podemos renovar esa victoria, por medio de los sacramentos; relación corporal con el resucitado. Tratándose de la hija de Jairo “la niña no está muerta sino dormida”, donde vemos muerte Jesús ve “sueño”. el padre de la niña, Jairo (él despierta) ha dejado de creer en la institución judía que ha conducido a Israel a la muerte, pero al que Jesús va a levantar (resucitar) en la comunidad cristiana. Ambas catequesis son para ayudar a crecer en la fe a Santiago, Pedro y Juan, los mismos discípulos de la transfiguración y Getsemaní, considerados por Pablo como columnas de la iglesia (Gal 2,9).

LA RESURRECCIÓN RENUEVA LA SOLIDARIDAD.

La insistencia en “dar de comer a la niña es la necesidad de proponer el mensaje como alimento para quienes, por la predicación, comienzan a vivir la fe en comunidad y se hacen por la misma fe responsables de compartir el pan con los demás. Es la referencia de Marcos en el capítulo siguiente de la multiplicación de los panes y el llamado a la solidaridad que hace Pablo a la comunidad de Corinto para que ayude a la iglesia madre de Jerusalén que pasa por serias dificultades económicas.

“Hermanos: Ya que ustedes se distinguen en todo… distínganse también ahora por su generosidad. Nuestro Señor Jesucristo, siendo rico, se hizo pobre por ustedes, para que ustedes se hieran ricos con su pobreza… para que la abundancia de ustedes remedie la carencia de ellos, y ellos, los Corintios, por su parte, los socorran a ustedes en sus necesidades; como dice la Escritura: “Al que recogía mucho, nada le sobraba; y al que recogía poco nada le fallaba” (Segunda lectura)