14ª semana, tiempo
ordinario. Viernes: Mt 10, 16-23
Continúan las instrucciones
de Jesús a los apóstoles para ir a predicar. Quizá las dijo de seguido o quizá
san Mateo las agrupó aquí. Estas indicaciones no sólo les servirían a los apóstoles
para aquel envío provisional, sino para todos los tiempos, para ellos y para
todos los que se sientan llamados a evangelizar.
Les dice que son enviados
como ovejas en medio de lobos. Con esta expresión muy gráfica les quiere decir
Jesús que los enviados a evangelizar están en desventaja en el sentido humano o
material. ¡Pobres de ellos si tuvieran que confiar en sus propias fuerzas! La
grandeza del apóstol estará en su fe y en la confianza para con el Señor que
nunca nos abandona. Y precisamente por la debilidad del apóstol, que es fuerte
sin embargo en la fe, aparece con más esplendor la fuerza del Señor.
Por todo ello dice Jesús
que el apóstol debe ser “prudente como serpiente y sencillo como paloma”. Debe
ser sencillo, que significa simple o sin doblez, sin pretender segundas
intenciones. Debe tener lo contrario de la vanagloria o la presunción, que es tener una total lealtad y confianza en Dios.
Pero al mismo tiempo debe tener la prudencia de Cristo, que no es lo mismo que
la prudencia del mundo.
Pero como serán “como
ovejas en medio de lobos”, se encontrarán con la brutalidad y la fuerza
material de sus adversarios. San Pablo decía: “La fortaleza de Dios encuentra
su cumplimiento en la debilidad” (II Cor 12, 9). De
hecho en la historia de
Jesús les anuncia a los
apóstoles que tendrán persecuciones. Ante ellas han de ser “prudentes” y
“sencillos”. Quiere decir que no tienen que exponerse a ellas o buscarlas
expresamente, pues las tendremos, hasta dentro de la propia familia. Lo
importante es perseverar en el bien,
sabiendo que Dios está con nosotros.
Y porque Dios está con
nosotros, si nuestra fe es firme y nuestra entrega confiada, no debemos tener
miedo a cómo actuaremos o qué diremos, porque el Espíritu Santo hablará por
medio de aquel que es perseguido por el bien. Por eso la persecución no es el
mayor mal. Si fuese mal, Dios no la hubiera permitido, sino que puede ser un
bien para quien persevere en la fe, sabiendo que Dios nos acompaña. Y cuando
parezca que el perseguido fracasa, en ese momento Jesús vendrá y cambiará el
fracaso en luz verdadera. Será salvado por la perseverancia.
Cuando san Mateo escribía
estos consejos de Jesús ya se había organizado la persecución contra
El evangelizador no tiene
necesariamente que callar, sino que “con prudencia” debe saber cambiar de
escenario, de ciudad, de método: pero siempre debe perseverar “hasta el final”.
De este modo la persecución, en vez de ser un obstáculo, debe servir de
oportunidad para probar nuevas formas y métodos, pero siempre perseverando en
el amor a Dios y en la entrega fiel.
A veces nos extraña que se
persiga a