SOLEMNIDAD DE LA ASUNCIÓN DE MARIA

15 DE AGOSTO

Padre Pedrojosé  Ynaraja  Díaz

Hoy es la pascua de la Virgen. Pascua se deriva del hebreo pesaj, que significa paso. Hoy celebramos que Santa María paso de la realidad espacio/temporal a la eterna.

Explicado en términos geográfico/históricos significa que un día acabó su vida. Las tradiciones, las leyendas y la arqueología cuentan que residía en Jerusalén y rodeada de los discípulos de su Hijo, murió en la colina de Sión. Ellos compungidos trasladaron su cuerpo al fondo del valle del Cedrón, muy próximo a Getsemaní, junto al olivar de su amiga, la madre de Juan-Marcos. Tal vez ella había escogido este lugar, tan querido de su Hijo, que lo frecuentaba para orar.

Parece que los arqueólogos de hoy en día no dudan de su autenticidad. Me estoy refiriendo al sepulcro que conserva una iglesia de los griegos, al lado mismo de la gruta del prendimiento, junto al huerto que visitó reverentemente el anónimo peregrino de Burdeos, allá por el 333-334 de nuestra era. A este recinto muy visitado preferentemente por los peregrino orientales, se baja por una espectacular amplia escalinata, tan profunda que a uno le parece que está descendiendo a una cueva. Todavía actualmente, en un rincón, se puede oír el murmullo de las aguas del Cedrón que en otros tiempos discurrían por la superficie y que ahora pasan por una gran cloaca hasta salir a la vista bastante más abajo y desembocar en el Jordán, próximo al Mar Muerto.

El cuarto misterio del rosario, de los que llamamos de gloria, dice La Asunción de María Santísima. Yo, en mi recitación privada personal, añado: la Dormición de María. Es así como la llaman los orientales, es este el título del icono correspondiente. Emociona contemplar la escena.  Los apóstoles a quienes, según leyenda, uno por uno, fueron anunciando los ángeles, advirtiéndoles que la madre del Maestro estaba a punto de partir, acudieron a tiempo todos, excepto Tomás, que esta vez también estuvo ausente. Pero esto es otro cantar, del que no hablaré ahora. Continúo, pues. Depositaron cariñosamente su cuerpo allí.

Os confío, mis queridos jóvenes lectores, que cuando rezo este misterio, le pido fervorosamente a Santa María, que yo también prepare mi muerte y que cuando llegue, la tenga a mi lado. He pronunciado millones de veces la petición: ahora y en la hora de nuestra muerte, que aunque tema el momento, confío que no me abandone y esto mismo recuerdo cuando acompaño en la agonía, a algún ser querido.

Os advierto que cuando el Papa Pio XII consultó a la Iglesia respecto a este misterio, los obispos, los teólogos, las universidades católicas, contestaron unánimemente que la Fe de la Iglesia estaba puesta en la asunción, no era tan segura la noticia de su muerte, de aquí que cuando se definió el dogma dijo: acabado el término de sus días…o algo equivalente.

¡Dios mío, cuanto me he alargado y no dispongo ahora de tiempo para comentaros las lecturas! Espero me perdonéis. La primera es una visión casi fantasmagórica, del triunfo de la Iglesia frente al dragón-demonio, que la liturgia hoy atribuye a Santa María. En la segunda lectura el apóstol Pablo nos anima hablándonos de la resurrección que a todos nos aguarda. El evangelio nos refiere el encuentro de María jovencita con la anciana Isabel, que también espera un hijo. Cuando lo contemplo, siento envidia de ellas dos, que gozaron unos meses de estrecha amistad, aceptando cada una su misterio y el propio de la otra y cantando alabanzas al Señor.