Una sazonada inexperiencia

 

Experto es quien sabe, pero no piensa. Es fruto de la atiborrada información a la que someten hoy las universidades a sus oyentes sin permitirles pensar. El arte de la pedagogía es enseñar a pensar y no a convertir a su alumnado en meros repetitivos de cantinelas que pasan tan pronto como llegan sin dejar inquietud, huella ni afán investigativo. Deambulamos hoy entre dos vertientes: La Sabiduría y la necedad. Ambas femeninas como para darle mayor énfasis a la cuestión de género.

Ante la compleja realidad que nos aborda, nos sentidos inexpertos, incapaces de dar respuestas adecuadas, necesitados de ayuda. El libro de los Proverbios sale en nuestra ayuda y nos invita a acercarnos a la Fuente de la sabiduría. Según la Palabra, la Sabiduría es un personaje laborioso, acogedor que abre las puertas de su casa y nos ofrece una mesa con suculentos manjares. Sabiduría y vida se funden en una sola y profunda realidad. Vivir es la lección primera de la Sabiduría.

Y Jesús para indicarnos la Fuente de la Sabiduría, tiende manteles y nos invita a una comida en la cual el manjar suculento es la Vida. Nos habla de Pan y Vino, pero como signos de una realidad mucho más honda: Su carne y su sangre, expresiones de la Vida. Y al participar de ese banquete se nos capacita para dar y darnos, entregar y entregarnos, compartir desde la pequeñez o la nada misma hasta la ofrenda universal que en partículas diminutas construyen la máxima realidad.

La otra cara de la moneda es la necesidad. ¡Somos tan débiles, tan necesitados, tan inexpertos! Es la primera lección que nos da el mundo de hoy con su tecnología, sus hallazgos científicos, la comunicación extrarápida. Pablo para ayudarnos con una respuesta aproximada en esta abundante y sazonada inexperiencia, acude a la sabiduría del amor. El amor suple, corrige y potencia nuestras debilidades en la fuerza de la Cruz. Desde ahí la Sabiduría se convierte en Maestra única y valedera.

Cochabamba 19.08.18

jesús e. osorno g. mxy

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