XXI Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B.
El
pan de vida y la entrega matrimonial
El pan partido da la vida al mundo
Al
finalizar el discurso del Pan de vida (Jn 6,60-69)
son muchos discípulos los que no aceptan el modo de hablar de Jesús. Habían
presenciado la gran señal del pan partido, pero no aceptaban ni su valor como
signo ni la larga explicación dada por Jesús al explicarles que se trataba de
una señal que hablaba de él mismo, como Pan de Vida, que es un don del Padre,
que ha bajado del cielo y que en su entrega hasta la muerte, como pan partido,
da la vida al mundo, para que el que come de este verdadero pan de vida que es
su carne eucarística tenga vida eterna y la promesa de la resurrección final.
Muchos discípulos se marcharon al oír estas explicaciones. La interpelación
directa de Jesús a Pedro y a su Iglesia resuena entonces con fuerza: "¿También
ustedes quieren marcharse?".
En la Eucaristía celebramos la comunión con Jesucristo
crucificado y resucitado
La respuesta
de Pedro es la expresión de la Iglesia, que aunque muchas veces no
entienda todo lo referido al misterio de su Señor, sin embargo, tiene
permanentemente la firmeza de la fe y la conciencia de que Jesús es el
Santo de Dios. La fe es la firme adhesión a la persona de Jesús y a su
enseñanza, al sentido de sus hechos milagrosos y a la palabra que los ilumina.
En esta fe petrina está arraigada la gran tradición
de la Iglesia. Como miembros de la comunidad cristiana podemos hacer una
profundización en los misterios de la fe y evaluar la respuesta individual y
comunitaria de los cristianos en nuestra adhesión a la persona de Jesucristo,
para que nuestras vidas se vayan configurando según la realidad gozosa que en
cada Eucaristía celebramos, en comunión con el pan partido, Jesucristo
crucificado y resucitado, cuyo Espíritu da vida.
El único Pan de Vida es Cristo Eucaristía y Cristo Palabra
Esta vida
del Espíritu se nos comunica especialmente mediante el único
Pan de Vida, que es Cristo Eucaristía y Cristo Palabra.En el fragmento del evangelio de
hoy se pone de relieve que las palabras de Jesús son espíritu y son
vida. Es interesante ver cómo este discurso joánico
resalta la fuerza de la Palabra de Cristo uniéndola al Pan de vida El Concilio
Vaticano II presentaba la íntima vinculación entre el Pan y la Palabra en la
Dei Verbum 21: "La Iglesia ha venerado siempre las Sagradas Escrituras al
igual que el mismo Cuerpo del Señor, no dejando de tomar de la mesa y de distribuir
a los fieles el pan de vida, tanto de la Palabra de Dios como del Cuerpo de
Cristo, sobre todo en la Sagrada Liturgia". Y Benedicto XVI la ratificó
espléndidamente al llegar a formular que "El Evangelio es el Cuerpo de
Cristo" (Verbum Domini 56).
La disponibilidad para servir al Señor
La
palabra del Señor en el libro de Josué proclama la liberación de la esclavitud
llevada a cabo por Dios, la realización de los grandes signos de Dios en medio
de su pueblo y la protección permanente del pueblo liberado para que viva en
libertad. Tras escuchar esta palabra el pueblo responde como había
respondido Josué, mostrando desde la libertad su disponibilidad
de servir al Señor (cf. Jos 24,1-2.15-18).
Esa disponibilidad en el amor para servir al Señor desde la
libertad es la que caracteriza también a la comunidad eclesial respecto a
Cristo según describe la carta a los Efesios. Tal actitud debe constituir a su
vez la clave de todas las relaciones en la vida comunitaria.
Para comprender Ef 5,21-32, texto sobre
el matrimonio cristiano
Especial
atención merece hoy el texto de Ef
5,21-32, dedicado al matrimonio cristiano, que, a veces parece
sorprendente y llamativo para la sensibilidad moderna acerca de las relaciones
en el interior de la vida matrimonial: "Las mujeres, que se sometan a sus
maridos como al Señor" (Ef 5,22). Es una
cuestión a la que le he dedicado mucho tiempo de investigación y cuyos
resultados están publicados ampliamente en otros artículos de exégesis
científica. Aquí sólo la presento en síntesis con el fin de iluminar actitudes
y comportamientos que en la vida matrimonial generan despotismo, violencia y
muerte en las relaciones de pareja y que pudieran legitimarse indebidamente
desde la comprensión incorrecta de este texto.
El amor es ponerse a disposición hasta sacrificarse por el otro
El
tema de la sumisión o subordinación de una persona a otra ocupa una parte
importante en los códigos de conducta del cristianismo primitivo. Pero del
estudio pormenorizado del verbo griego correspondiente (hypotassomai) en el Nuevo Testamento se percibe un nuevo
significado del mismo en cuanto exhortación a tener actitudes
de humildad, de servicio y de bondad en las relaciones con los demás, que
se pueden formular mejor con la expresión: ponerse a disposición de los
demás. Esta ética de la disponibilidad cristiana constituye un
elemento específico de la conducta propia y genuina de los creyentes,
particularmente en el ámbito de la vida matrimonial, como sacramento y misterio
vinculado a la relación de amor y de entrega mutua de Cristo con la Iglesia. De
este amor profundo, que implica hasta el sacrificio de
la entrega de la vida, brota el altísimo valor sacramental del
matrimonio en la Iglesia católica, y la actitud de disponibilidad y
amabilidad hacia la otra persona en la relación de los cónyuges.
“Ponerse a disposición” desde el Nuevo Testamento
La
exhortación a ponerse a disposición de los demás, que expresa la actitud de
servicio vinculada al amor, está presente al menos en tres textos del Nuevo
Testamento (Col 3,18-4,1; Ef 5,21-6,9 y 1 Pe
2,13-3,7) que tienen una forma literaria común, denominada código doméstico. El
texto de Ef 5,21 encabeza este párrafo dedicado
a la disponibilidad en el servicio como manifestación eficaz y
operativa del amor en el marco de la sección amplia de exhortaciones
de la carta. Este versículo pone en evidencia el carácter general y recíproco
de la relación de la disponibilidad en la vida cristiana: "En el temor del
Señor, pónganse a disposición los unos de los otros". De este
modo la exhortación a vivir eficazmente el amor cristiano bajo el signo de la
disponibilidad recíproca abarcatodas las
relaciones que a continuación se mencionan, particularmente la
de la mujer hacia el marido, como la del marido hacia la mujer. De
hecho la motivación cristológica que fundamenta este tipo de relación al
presentar a Cristo como cabeza del cuerpo que es la Iglesia se orienta hacia la
vivencia del amor sin límites en la entrega de la vida (Ef
5,25) tal como hizo el Señor en la cruz; y precisamente este tipo de amor
de entrega total es el que se expresa en la exhortación
específica a los maridos respecto a sus mujeres. El matrimonio cristiano
hace visible como sacramento la entrega total y recíproca de los cónyuges en
una vida de mutua disponibilidad para el servicio.
La disponibilidad con humildad y libertad no es sumisión sino
servicio
Teniendo
en cuenta esta reciprocidad de la exhortación y su fundamentación
en el amor de la entrega total de Cristo en la cruz, creo que es mejor
interpretar el verbo griego hypotassomai en
el sentido de la disponibilidad de los creyentes hacia
cualquier ser humano y, por eso, la traducción que propongo es la de ponerse a
disposición de alguien. De este modo se mantiene el componente de ordenamiento que
supone la raíz verbal, el componente de la humildad de
situarse siempre por debajo de los demás y el componente de la libertad del
sujeto para comportarse de ese modo. En castellano expresiones tales como ser
sometido, estar sometido o quedar sometido a alguien expresan un acto o un
estado por el cual alguien queda privado de la libertad respecto a un sujeto
agente que lo somete. En los contextos de las cartas neotestamentarias,
la traducción de dicho verbo al castellano como "someterse" no
refleja bien el componente de libertad inalienable que debe estar siempre
presente en una conducta cristiana. En cambio la disponibilidad hacia los demás
es la expresión concreta de la buena conducta de los cristianos en el mundo
pagano. De este modo se revela una expresión dinámica del amor que, desde la
humildad de considerar superiores a los otros, situándose por debajo de ellos y
adoptando este talante de servicio a los demás, con toda libertad, expresa la
grandeza de la ética específicamente cristiana.
El amor sacramental matrimonial es signo de la entrega de Cristo
a su Iglesia
La vida
nueva y eterna que alimenta la Eucaristía, pan partido para la vida del
mundo, se refleja también en las relaciones de entrega genuina del
matrimonio cristiano, pues éste se caracteriza por la vivencia de un
amor entre hombre y mujer, ejercido desde la libertad personal, con la humildad
de atender al otro y a la otra considerándose a sí mismo como inferior y
poniéndose por debajo de los demás, y en una dinámica de servicio al otro con
una entrega sin medida, siempre por causa del Señor. Por esoeste
amor sacramental matrimonial es signo de la entrega de Cristo muerto y
resucitado a su Iglesia, que continuamente se celebra y se renueva en la
comunión con el pan Eucarístico. Ojalá muchos cristianos descubran que las
palabras de Jesús, especialmente las de su entrega eucarística, tienen vida
eterna y esto les conduzca a valorar y celebrar su entrega amorosa, total e
incondicional, en el matrimonio sacramental.
La verdadera crisis es la ausencia del valor de la entrega de la
vida
Esa
vocación de entrega fiel y total de la vida se hace también patente en la vida
consagrada y sacerdotal. En mi opinión creo que en nuestra Iglesia actual,
particularmente en Bolivia, no hay una crisis de matrimonios católicos, ni de
vocaciones sacerdotales, sino una crisis de entrega total de la vida en
los compromisos de amor y fidelidad que en una u otra vocación se requieren.
La disponibilidad radica en la experiencia del señorío de Cristo
y de su amor
La
disponibilidad para servir humildemente a los demás tiene su primer fundamento
en la experiencia cristiana del señorío de Cristo y de su amor sobre
todos los ámbitos de las relaciones humanas. Pero en este punto se debe advertir
que no se puede confundir la disponibilidad en el servicio a los demás con la
sumisión a la voluntad de los otros o la obediencia ciega a otras personas,
pues la única voluntad a la que un cristiano ha de prestar atención y temor es
la de Dios. La disponibilidad implica una atención permanente a las necesidades
de los otros, pero no la satisfacción de las pasiones y arbitrariedades humanas
de otras personas en cualquiera de sus múltiples manifestaciones, especialmente
desde el ejercicio del poder en ámbito matrimonial o en el cualquier otro
ámbito político o socioeconómico.
José
Cervantes Gabarrón, sacerdote misionero y profesor de Sagrada Escritura