Queridos hijos e hijas de Dios,

 

Hoy, la primera lectura y el evangelio, siguen un mismo esquema: dificultades-opciones-acto de fe (que se fundamenta en una experiencia).

 

  Hay dificultades. En la primera lectura, la dificultad era la convivencia con los dioses de los amorreos. En el evangelio, la dificultad es entender el discurso del pan de vida que hace Jesús… reconozcámoslo: en aquel momento difícil de entender...

 

  Ante las dificultades se plantean dos opciones: seguimos a Dios o abandonamos a Dios. Seguimos a Jesucristo o abandonamos a Jesucristo.

 

  Acto de fe: Las lecturas nos exponen que el fundamento para hacer una opción por Dios/Jesucristo es la experiencia de la salvación. En la primera lectura recordamos la acción de Dios, al liberarlos de la esclavitud de Egipto.

 

Y en el evangelio, las palabras de Pedro vienen a decir: “nosotros tampoco entendemos qué estás diciendo, pero, hemos hecho experiencia de que en ti hay palabras de vida eterna”.

Y es la experiencia personal la que permite hacer el acto de fe y creer en Dios, en Jesucristo.

 

Este esquema que nos presentan las lecturas no nos es extraño. Nosotros también lo vivimos:

1. También nosotros pasamos por dificultades, personales, familiares, laborales, que nos hacen tambalear en nuestra fe.

2. Y entonces, nos planteamos la opción: abandono o continúo.

3. Y hacemos el acto de fe... pero, que no es un salto en el vacío... Sino que es un paso que hacemos fundamentados en nuestra experiencia de salvación. ¡Decidimos continuar porque hemos experimentado un Dios vivo! Hemos experimentado que Jesucristo nos ha llevado por un camino de vida, de amor, de plenitud, de sentido, de luz, de verdad, y que esta experiencia es la que nos hace continuar...

 

Cuando nos vengan dudas, que vendrán, pensemos en  nuestra historia de salvación, como Dios ha ido hablando y manifestándose.

 

Sabéis que he estado unos días en el monasterio de Poblet. Una mañana me propuse contemplar el amor de Dios y lo hice por este camino: ver como él se había ido manifestando a lo largo de mi vida... ¡¡Impresionante!!

Nos puede dar luz analizar lo que dice Pedro: “Señor, ¿a quién vamos a acudir?” ¡Qué poético! Si tú eres el buen pastor... ¿a quién acudiríamos... si tú eres la luz... ¿a quién acudiríamos?... si tu eres el camino... ¿a quién acudiríamos?... En los momentos de duda, pensémoslo: ¿quién o qué es la alternativa? ¿Hay un quién o un qué que nos salve?

 

Algunos decían después de la Segunda Guerra Mundial “¡¡Cómo creer en Dios después de Auschwitz!!” Y los cristianos respondieron: “¡¡Cómo creer en la Humanidad después de Auschwitz!!” Donde el pueblo, en aquel momento,  más culto y más instruído, con más bibliotecas, con más escuelas y universidades, había dado lugar al sistema más perverso de toda la historia de la Humanidad. “¿Cómo creer en la Humanidad después de Auschwitz?” ¿Hay un “quién” o un “qué” que nos pueda salvar? ¡¡Sólo Jesús salva!! ¡Sólo Él salva! No hay alternativa.

 

Continúa diciendo Pedro, “Tú tienes palabras de vida eterna”. Es lo que decíamos... Remite a una experiencia. Los discípulos han experimentado que en Jesús hay palabras de vida... Como previamente había dicho Jesús: “Las palabras que os he dicho son espíritu y vida”.

Es significativo que Pedro remita a una experiencia, “tú tienes palabras de vida eterna”. No remite a una idea, o a un sistema, o a una teoría, o a un culto, o a un rito. No. Remite a una experiencia de vida...

 

O Dios es una experiencia de vida o no es nada: bien, sí, entonces es un ídolo. Tenéis que mirar de ir buscando caminos para hacer de la fe una experiencia de vida… no un culto semanal... El sacerdote os puede ayudar a ello ...

 

Durante esta semana, podemos ir repitiendo en nuestra oración personal: “Tú tienes palabras de vida eterna”.