8 de Septiembre, Natividad de la Virgen María: Mt 1, 1-16.18-23

  En este día la Iglesia nos invita a alegrarnos por el nacimiento de la Stma. Virgen. Lo más importante y cierto que podemos decir es que nació limpia de todo mal, como consideramos en la fiesta de la Inmaculada. Nos gustaría conocer diversos detalles; pero solamente atisbamos algo por dos libros muy antiguos, calificados como apócrifos, es decir, no inspirados, sino escritos para fomentar la piedad popular. Uno de ellos es “el libro sobre la Natividad de María”, donde se dice que María nació en Nazaret, y otro más antiguo, “el protoevangelio de Santiago”, donde se dice que nació en Jerusalén.

La fiesta comenzó por el siglo V en Jerusalén al dedicar una iglesia en honor de María en el lugar donde se creía haber nacido. En ese lugar hoy está el santuario de Santa Ana. Es por lo tanto un lugar probable. Se dan otros datos como el de que sus padres, Joaquín y Ana, eran bastante mayores y sin hijos, cómo Joaquín sufría cuando tenía que ir al templo a presentar sus ofrendas, pues recibía desprecios por ser estéril, hasta que un ángel se le presentó diciéndole que iba a ser padre de una niña, que iba a ser la madre del Salvador. También el ángel se presentó igualmente a Ana. Vemos con esto el fervor popular para hacerles algo parecidos a los padres de Juan Bautista.

El por qué la fiesta sea el 8 de Septiembre es más difícil saber. Quizá porque en algunos sitios comenzaba en Septiembre el año eclesiástico y era oportuno celebrar el nacimiento de María al comienzo. Lo importante es que la Iglesia lo celebra como cualquiera de nosotros celebramos el día del nacimiento de algún ser muy querido. Es un día de gratitud hacia Dios por el amor derramado hacia su Madre, cuyo nacimiento precede al del Redentor. María en esta fiesta es como la aurora que anuncia la aparición del Sol de justicia, de vida, de amor. Es como el paso del Antiguo al Nuevo Testamento. Dios quiere hacer una nueva alianza con la humanidad y comienza con el nacimiento de la que va a ser la Madre del Hijo de Dios.

Como en el evangelio no se habla del nacimiento ni de la infancia de María, hoy nos trae la Iglesia la genealogía de Jesús y el hecho de la virginidad de María ante el nacimiento de Jesús. A veces consideramos la genealogía como algo aburrido, con una sucesión de nombres; pero tiene mucha importancia, como así lo consideraba san Mateo cuando escribía el evangelio a personas venidas del hebraísmo. Para la cultura del Oriente antiguo tenía mucha importancia establecer la relación de un personaje con un pueblo o una nación. Jesús no nació aislado, sino insertado en una nación y cultura. No son datos científicamente ciertos, porque ni lo pretendían; pero sí importaba que apareciese claramente que venía desde Abraham y descendía del mismo rey David.

Es una historia con fallos y pecados, como es la humanidad entera, donde aparecen cuatro mujeres, que influyeron en la historia de Israel; pero que contrastan con la santidad de María. Ella termina la genealogía. Sigue la línea de José, por lo que interesaba en cuanto a la descendencia legal; pero termina constatando que Jesús es el hijo de María. Y para que constase que Jesús nació de María y sólo de María, narra el evangelista el suceso tierno de las dudas y angustias de José y la alegría al poder reconocer que María va a ser madre sin dejar de ser virgen.

Este es un suceso que se narra por la fiesta de san José o en las vísperas de la Navidad. José es el hombre “justo”, no tanto porque quiere actuar en justicia, sino por la bondad o santidad. Habían pasado los tres meses de la Visitación de María y José se da cuenta que María va a ser madre. Es algo tremendo. La podría acusar, la podría desechar dándola el “repudio”; pero la quiere demasiado, y sea porque no lo comprenda, sea porque no se siente con ánimos para ser padre de ese hijo, prefiere marcharse. Pero Dios de alguna manera siempre consuela al que tiene el alma limpia y se hizo la luz en el alma de José y vino la alegría. Esta alegría quiere la Iglesia para nosotros en este día en nuestras alabanzas a María en su nacimiento.