XXIII TIEMPO ORDINARIO  CICLO B

HOY SON MÁS LOS SORDOS QUE LOS MUDOS.

El hombre sin nombre del evangelio de hoy da la posibilidad de pensar que puede ser una sociedad enferma de comunicación por el mal que hacen el narcotráfico y la corrupción, cambiándonos valores por costos como ocurre con la vida, la ética por ganancias fáciles, identidades por “alias”, nacionalidades por cárteles y apariencias por falta de interioridad. Su existencia final hoy se llama “la etapa de la insatisfacción”, cuando ya no se logra entender lo que dicen y hacen o explicar lo que sienten.

¡COMO ESCUCHAR Y HABLAR!

En la sociedad enferma y de quienes la contagiaron debieron haber salido hombres sanados con anterioridad como creyentes; porque conocían previamente a Jesús y sabían suplicar por otros; para que como a ellos les impusiera las manos como signo de compasión: “cuando Jesús lo puso aparte, como inicio de la sanación, le metió los dedos en los oídos y le tocó la lengua con saliva, signo de vida, después, mirando al cielo, suspiró y dijo: “effetá” que quiere decir. Ábrete. Al momento se le abrieron los oídos, se le soltó la traba de la lengua y empezó a hablar sin dificultad”. El suspiro de Dios en la sanación del sordomudo significa la invocación para que todo vuelva a ser como al inicio, cuando Dios vio que “todo era bueno”. Así lo entendió la gente después de la sanación: “¡Qué bien lo ha hecho todo! hace oír a los sordos y hablar a los mudos” (evangelio).

NO TEMAN

La consolación del profeta Isaías al pueblo de Israel y a nosotros los de corazón opacado crea gran esperanza en estos momentos de oscurecimiento y mudez de la sociedad en la que son protagonistas los victimarios e incivilizadas las victimas; “Animo no teman porque su Dios quiere salvarlos. Se iluminaran los ojos de los que se han enceguecidos y los oídos de quienes no quieren oír. Saltará como un venado el que anda con dificultad y la lengua del mudo cantará” (Primera lectura). La transformación de la tierra desértica en tierra fecunda con suficiente agua dejan entrever el retorno del exilio y la posibilidad de una intervención divina que hará terminar toda precariedad y debilidad de la comunidad  sumida en la desolación. La fortaleza está en lo que Dios haga por nosotros por medio de nosotros. Dios no actúa sino por medio de personas incluyentes para resarcirnos.

SIN EXCLUSIONES.

“Hermanos: En razón de su fe no tengan favoritismos ni juzguen con criterios torcidos, diciéndole en la asamblea a un hombre rico: “tú siéntate aquí cómodamente; en cambio le dicen al pobre tú párate allá o siéntate aquí en el suelo, a mis pies”. Queridos hermanos: ¿Acaso no ha elegido Dios a los pobres de este mundo para hacerlos ricos en la fe y herederos del reino que prometió a los que lo aman?” (segunda lectura).

 “El Señor siempre es fiel a su palabra, y es quien hace justicia al oprimido. El proporciona pan a los hambrientos y libera al cautivo. Abre el Señor los ojos de los ciegos y alivia al agobiado. Ama el Señor al hombre justo y toma al forastero a su cuidado. A la vida y al huérfano sustenta y trastorna los planes de inicuo” (Sal 145). Es tiempo de empezar a empoderar a las victimas quitándoles el protagonismo a los victimarios.