DOMINGO   XXV    ( B )    (Marcos, 9, 30-37)

    "¡Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos!"

 

- Dos destacados puntos de reflexión sugiere este relato evangélico:

1º) El dramático anuncio de Jesús: “El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres y lo matarán…”, como consecuencia de la entera disponibilidad a la voluntad de su Padre.

2º) Y, - como contraste -, la mezquina actitud de los discípulos  que, mientras Jesús anunciaba su muerte y su entrega por un amor supremo, ellos estaban “repartiéndose la cartera”: discutiendo sobre quien sería el primero en ese Reino que Jesús anunciaba.

 

1º) “El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres y lo matarán…” ¿Cómo se puede explicar esta paradoja: que Jesús, la misma santidad, sea condenado a muerte? Esa “sin razón” está en que, la vida de santidad que Cristo vive y predica, chocaba con la conducta y con las formas hipócritas de entender la religiosidad los fariseos. Y, como Cristo lo proclamaba y ponía en evidencia su hipocresía…, ¡aquello les escocía”…, y…, “había  que matar al mensajero”!

 - Y, por esa “perversa lógica”, es también lo que les espera a sus auténticos seguidores de todos los tiempos, a cuantos tratemos de proclamar y de vivir las enseñanzas que Cristo nos propone, según sus propias palabras: “Os perseguirán y os mataran por causa de mi nombre”, porque el cristiano auténtico seguirá siempre siendo una pesadilla para el mundo, un tácito reproche molesto para los que prefieren vivir en la mediocridad, sin que nadie los inquiete con ideas trascendentes.

- Hoy han cambiado las formas. En tiempos de abierta persecución, este rechazo consistía en, eliminar al “santo”. Ahora, en las “nuevas civilizaciones”, a los que no se pliegan a ese falso progresismo de los “sin Dios”, no se les mata de forma cruenta. En estos tiempos se recurre a estigmatizarlos y fulminarlos de la vida social a base de tacharlos de reaccionarios, antiprogresistas, trasnochados, retrógrados o de “estrechos…”.

 

2º) Respecto al segundo punto de reflexión: la conversación en la que Cristo los sorprende, disputando entre ellos sobre quien era el primero, nos precisa el evangelista que, “El Señor se sentó y llamó a los doce”. Como diríamos hoy coloquialmente: “los llamó a capítulo”,  y les hizo ver que, al Reino de                                                                      

                                                                                                                   

Dios no se accede como a los asuntos humanos, trepando, imponiéndose sobre los demás sino, a base de humildad y de unas muy peculiares “hojas de servicio”.

 

“Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos”. (Marcos, 9,35).

 

- Es de reseñar y agradecer, el gran favor que nos hicieron los Evangelistas describiéndonos a los Apóstoles, sin ocultarnos sus naturales defectos. Eso nos hace tomar conciencia de que eran iguales a nosotros, tenían las mismas debilidades, ambiciones y defectos. Esto, nos debe estimular a superar ese “hombre viejo” - que diría San Pablo -, porque, como ellos, experimentamos los mismos impulsos y somos capaces de las mismas mezquindades.  Si ellos, con las enseñanzas del Maestro y las luces del Espíritu Santo, fueron capaces de superar, hasta el heroísmo, aquellas ambiciones y afán de imponerse a los demás, también nosotros podemos confiar en conseguirlo y  llegar a la santidad siguiendo sus pasos.

 

- ¡Este es el reto que se nos presenta!: ellos, aprendieron y vivieron la lección, hasta dar la vida por su Maestro. ¡Nosotros ahora, (con la ayuda del Señor), hemos de seguir su ejemplo y hemos también de dar la vida por El en el fiel cumplimiento de su voluntad!

                                                                                                     Guillermo Soto