TIEMPO
ORDINARIO – DOMINGO XXVIII B
(14-octubre-2018)
Jorge Humberto Peláez S.J.
La
sabiduría, el tesoro más valioso
ü Lecturas:
o Libro
de la Sabiduría 7, 7-11
o Carta
a los Hebreos 4, 12-13
o Marcos
10, 17-30
ü La
liturgia de este domingo tiene, como temática central, la sabiduría, que es el
mayor tesoro que puede poseer el ser humano. Este mensaje bíblico, que es
transversal a las tres lecturas, suena muy extraño en estos tiempos de la revolución
digital, en la que uno de los mayores retos para las organizaciones es el
manejo de la apabullante cantidad de información que reciben y que, debidamente
procesada, es fuente de riqueza.
ü Los
textos hablan de sabiduría, y la cultura contemporánea se focaliza en la
información; los textos bíblicos miran con desdén la preocupación por acumular
riquezas, y las organizaciones saben que la información, debidamente procesada
y analizada, significa riqueza. Y nosotros, hombres y mujeres del siglo XXI estamos
en la mitad de ese fuego cruzado. Los invito, entonces, a explorar el alcance
de esta propuesta bíblica y dejarnos seducir por ella.
ü Leemos
en el libro de la Sabiduría: “Invoqué y vino sobre mí el espíritu de sabiduría.
La preferí a los cetros y a los tronos, y en comparación con ella tuve en nada
la riqueza. No se puede comparar con la piedra más preciosa, porque todo el
oro, junto a ella, es un poco de arena y la plata es como lodo en su
presencia”. Más adelante, el autor bíblico afirma: “Todos los bienes me
vinieron con ella”.
ü Pero,
¿en qué consiste ese inmenso tesoro llamado sabiduría? No necesitamos leer
profundos tratados de filosofía para responder a esta pregunta. Basta observar
atentamente el comportamiento de algunas personas, que nos sorprenden por la
paz que irradian, sus acertados consejos y la capacidad de juzgar con
objetividad los acontecimientos, sin dejarse contaminar por los prejuicios.
Este talante no está necesariamente asociado a estudios universitarios. Son
personas que han ido madurando a través de las experiencias vividas.
ü Además
de esta sabiduría humana que nos cautiva, hay una sabiduría espiritual, fruto
de la oración y del seguimiento de Jesús. Estas personas han asimilado los
valores del Evangelio y los manifiestan con naturalidad en su manera de actuar;
nutren su vida interior con la Palabra de Dios que, en el texto que acabamos de
escuchar de la Carta a los Hebreos, “es viva, eficaz y más penetrante que una
espada de dos filos. Llega a lo más íntimo del alma, hasta la médula de los
huesos, y descubre los pensamientos e intenciones del corazón”.
ü Esa
Palabra de Dios, que alimenta la vida interior del creyente, no es teórica ni
aumenta el caudal de nuestra información. Es Palabra viva y eficaz que nos comunica
la vida divina y nos permite ir descubriendo, a través de los acontecimientos diarios,
qué quiere Dios de nosotros.
ü Ahora
podemos comprender mejor la afirmación del libro de la Sabiduría: “Todos los
bienes me vinieron con ella”. La sabiduría humana, enriquecida por la Palabra
de Dios, es fuente de paz, nos ayuda a comprender y ser tolerantes con las complejas
relaciones humanas, y nos señala el camino que nos conduce a la casa de nuestro
Padre común. Estos bienes constituyen un tesoro inconmensurable, fuente de
felicidad, de la que carecen muchas personas inmensamente ricas…
ü Estos
textos sobre el valor de la sabiduría y la Palabra de Dios, se enriquecen con
la parábola del joven rico quien, llevando
una vida honesta según los preceptos de la Ley judía, estaba muy apegado a sus
bienes. Jesús dice: “Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una
aguja, que un rico entrar en el Reino de Dios”.
ü Después
de escuchar este juicio de labios de su Maestro, los discípulos manifestaron su
desconcierto. Esto le dio a Jesús la oportunidad de explicar su pensamiento
sobre la ética de los negocios. Jesús
no expresa una valoración negativa de los bienes materiales, pues sería una
contradicción de la teología de la Creación, que nos enseña que todos los seres
del universo han sido creados por Dios y, por tanto, son santos y buenos. El problema
se presenta cuando la libertad humana instrumentaliza esos bienes y los pone al
servicio de intereses oscuros, desvirtuando su finalidad.
ü Las
palabras de Jesús son muy fuertes: “¡Qué difícil es para los que confían en las riquezas, entrar en el Reino
de Dios!”. Este breve texto nos da la clave para interpretar el juicio ético de
Jesús; la clave es el verbo confiar.
Los bienes materiales son simples medios para llevar una vida digna y ayudar a transformar
el mundo. Para el creyente, carece de sentido confiar en el dinero. La única confianza a prueba de todas las contingencias
es la confianza en Dios; en el libro de los Salmos se encuentran innumerables expresiones
sobre la confianza en Dios: “Dios es mi roca, mi salvación, mi fortaleza, mi
alcázar”.
ü Solamente
podremos entrar en el Reino de los Cielos si reconocemos humildemente nuestros
pecados y nos abrimos al amor misericordioso de Dios. La salvación es un don. Y
a quien está apegado al dinero le cuesta muchísimo reconocer sus pecados, pedir
perdón y decir: Ven, Señor Jesús. El rico es arrogante. Cree que el dinero le
da el derecho de acceder a todos los lugares, incluido el Reino de los cielos,
y tener trato preferencial. Pero, según el Evangelio, el trato preferencial es
para los pobres y los humildes de corazón.
ü Que
esta sencilla meditación sobre la sabiduría y la importancia de nutrirnos con
la Palabra de Dios, nos ayude a usar los bienes materiales sin apegarnos a
ellos y que nuestra confianza esté puesta exclusivamente en el Señor.