Domingo XXVIII Del Tiempo Ordinario, Ciclo B

LEALTAD, FELICIDAD Y TRISTEZA

Padre Pedrojosé Ynaraja

 

1,. El episodio que nos relata el evangelio de la misa de este domingo, mis queridos jóvenes lectores, se ha usado y abusado en exceso en predicaciones dirigidas a gente joven de otros tiempos, de mis tiempos de joven, no sé si continúa siendo así. Como otro evangelista dice que se trataba de una persona joven, nosotros al escucharlo, nos sentíamos impotentes y desesperanzados. Y no es este el propósito del Señor. Me propongo comentar el fragmento paso a paso.

 

En primer lugar, la persona que se acerca a Jesús lo hace con reverencia, demostrando que siente respeto e interés por Él. Se interesa por el Reino de los Cielos, no por conseguir beneficios o influencias. Ahora preguntaos con radical sinceridad vosotros, mis queridos jóvenes lectores ¿me preocupa a mí la salvación eterna, o vivo distraído, deseando poseer, triunfar o divertirme? ¿trato además de descubrir los caminos que a ella conducen?

 

2,. El Maestro, al ver que le rinde tributo y reconoce su bondad, no se enorgullece por ello. Le advierte que sólo Dios es bueno. El Señor no niega su divinidad, únicamente la alude. Va a lo importante en este momento con delicadeza, recordándole lo que está seguro ya conoce, los preceptos de la Ley.

 

Estando como está el diálogo en un terreno de simpatía y tono confidencial, con maravillosa humildad y sinceridad, confiesa que desde pequeño los cumple, le dice el interlocutor. El Maestro se le dirige ahora, le mira y admira y se atreve a insinuarle nuevos y más excelentes derroteros: dalo todo a los pobres, serás entonces rico y podrás seguirme con estrecha amistad.

 

Es mucho lo que le ha pedido, no exigido, observadlo bien, mis queridos jóvenes lectores. El buen hombre no cree que sea capaz de tanto y entristece. Se aleja, el Señor no le condena, observadlo bien ¿volverían a encontrase algún día? Lo ignoramos, pero no quedaron enfadados, eso es evidente.

 

3,. Era rico, como cualquiera de nosotros lo somos respecto a la estadística mundial en la que estamos sumergidos. Nosotros que comemos más de una vez al día, que disponemos de agua limpia y techo y cama donde dormir. Que sabemos leer y escribir, que disponemos de un montón de cosas para entretenernos y comunicarnos, frente a la inmensa mayoría que nada de esto tienen. ¿nos sentimos tristes de no ser capaces de dar un sprint ahora, enrolados como estamos en la carrera de la bondad a la que nos creemos adscritos. Es legítima la tristeza, que no debe llevarnos a la desesperación, ni depresión, pero sí a reflexionar con sinceridad y tratar de descubrir maneras de mejorarnos.

 

4.- Los discípulos de Jesús también quedaron seriamente sorprendidos. No rectifica el Maestro. Con semítica comparación, estrambótica nos parece a nosotros, les dice que el paso de un camello por el ojo de una aguja es más fácil que la salvación de un rico. Un camello nunca atravesará tal perforación, las de aquel tiempo eran bastante más grades que las de ahora, en Cafarnaún se han encontrado algunas, que se conservan en el museo franciscano de Jerusalén, pero, ni aun así, podría cruzarlo un tal rumiante. ¿es imposible salvarse? Piensan ellos. Para Dios nada es imposible, les responde el Señor. Respiran ahora tranquilos y se atreven a ser ellos los que le confían tímidamente: nosotros lo hemos dejado todo…Quien abandona lo que sea, pensando en Él y en la Buena Noticia que anuncia, recibirán mucho más y sabrán que las puertas de la felicidad eterna las tienen abiertas de par en par.

 

5.- Ya sabéis que ciertas monedas son más apreciadas que otras. Es mejor tener dólares que francos CFA, aunque en alguna aldea africana, posiblemente, no apreciarían y ni aceptarían el billete verde. No seáis esclavos de las apariencias. Os contaré una anécdota. Cuando se descubrió el platino, no se supo darle el valor que en realidad tiene y tanto es así, que un día me enseñaron una moneda aparentemente de plata, cuyo valor facial era una peseta, algo así como un céntimo, pero que resultaba ser una falsificación acuñada sobre platino. Evidentemente, su precio era muy superior al asignado en el relieve. Quien me la mostró la guardaba muy bien guardada, pues sabía que llegados malos tiempos, aquella monedita le podría salvar de malas situaciones, aunque pareciera poco su valor.

 

6.- A un niño le preguntaron ¿quieres ser bueno? Contestó que sí. Volvieron a preguntarle ¿quieres ser santo? Respondió: hombre, tanto no.Estar inscrito en el catálogo de los récords Guinness, ganar un premio Nobel, o recibir un “doctorado Honoris causa”, está al alcance de pocos. Ser santos, podemos serlo todos, hasta en los pocos últimos momentos de la vida, acordaos del Buen Ladrón. Pero no esperéis hasta tal circunstancia, os lo aconsejo.