LO DOS MANDATOS
Domingo 31 del Tiempo
Ordinario. B.
“Escucha,
Israel: el Señor nuestro Dios es solamente uno”. Son muy importantes para
Israel esas palabras que contiene el texto del Deuteronomio que hoy se proclama
(Dt 6,2-6). A esa llamada de atención se unen tres avisos prácticos:
•
“Teme al Señor tu Dios”. El temor de Dios no se puede confundir con el miedo.
Dios no se identifica con esos ídolos que con tanto celo veneramos. Sin el
temor a Dios, la idea que de él nos formamos solo es una proyección de nuestros
propios deseos.
•
“Guarda sus mandatos y preceptos”. Los mandatos del Señor no pueden confundirse
con imposiciones arbitrarias. Dios nos ama y quiere lo mejor para nosotros. Sus
preceptos son una lámpara para nuestros pasos (Sal 119,105).
•
“Ponlos por obra para que te vaya bien”. Los mandamientos de nuestro Dios tampoco
son principios abstractos o simples frases para el decorado. Si los ponemos en
práctica, llegaremos a encontrar el
camino de la armonía integral.
UN
ÚNICO AMOR
Un
escriba pregunta a Jesús cuál es el primero de los mandamientos (Mc 12,28-34).
Seguramente traía en la mente las discusiones de las escuelas sobre el tema.
Tal vez quería saber a cuál de ellas pertenecía el Maestro. El escriba se
refiere a un solo precepto, pero Jesús le recuerda dos, que reflejan un único
amor.
-
En primer lugar, según el Deuteronomio, es preciso amar a Dios con todo el
corazón, con toda el alma y con todas las fuerzas (Dt 6,5). Frente a la
dispersión de los pensamientos, de los sentimientos y de nuestros compromisos
habituales, solo el amor a Dios nos ayuda a vivir centrados en lo más importante.
-
Además, de acuerdo con el Levítico, es necesario amar al prójimo como a uno
mismo (Lev 19,18). Poner el “tú” al nivel del “yo” es la auténtica regla de
oro. Al final de su vida, Jesús se
presentará como la clave de ese amor: “Amaos unos a otros como yo os he amado”. Esa
es la definitiva superación del egoísmo.
LA
VERDAD DEL EVANGELIO
Nos
admira la sintonía del escriba, que amplía y ratifica la propuesta de Jesús. En
sus palabras se refleja ya la reflexión y la experiencia de la comunidad
cristiana:
•
“El Señor es uno solo y no hay otro fuera de él”. Nuestro politeísmo práctico
nos perturba y enloquece. El verdadero creyente nunca podrá adorar a dos
dioses. El corazón que de verdad ama a Dios no puede estar dividido.
•
“Amar a Dios y al prójimo como a uno mismo vale más que todos los sacrificios”.
Un oráculo semejante de Oseas (Os 6,6) encuentra eco en los labios de Jesús (Mt
9,13). El papa Francisco critica una devoción que no se traduce en servicio a
los demás.
•
“Tú no estás lejos del Reino de Dios”. El Reino de Dios es Jesús mismo. Amar a
Dios y al prójimo: ese es el resumen de la vida y del mensaje del Maestro.
-
Señor Jesús, tú sabes que pretendemos identificarnos como tus seguidores
apelando a mil signos externos. Nuestras costumbres nos vuelven cómodos y egoístas.
Y las divisiones de los grupos cristianos nos ahogan. Ayúdanos a descubrir que
el doble mandato del amor nos unirá en la verdad de tu evangelio. Amén.
José-Román
Flecha Andrés