Domingo; Cristo Rey B: Jn 18, 33-37
Estamos en el
último domingo del año litúrgico. Como complemento o resumen de todo lo bueno
que podemos decir y aprender de Jesús,
Parece un
contrasentido el hecho de que celebrando a Cristo como Rey del universo, en el
evangelio no se nos propone algún hecho triunfante de Jesús, sino que aparece
humillado ante el representante del imperio que en aquel tiempo era casi
omnipotente. Jesús ante Pilato está como un esclavo ante su señor. Sin embargo
a los tres días Jesús resucitaría triunfante y poco después Pilato desaparecerá
en el olvido.
Jesús había sido
condenado como rey falso, como peligroso para el imperio romano. Pero allí está
atado y sin ningún poder. Aun así Pilato le pregunta a Jesús si es rey y Jesús
le contesta que en verdad El es rey. Pero a continuación testifica que su reino
no es como los reinos de este mundo. En varias ocasiones la gente entusiasmada
ante los milagros de Jesús le quiso proclamar como rey. Especialmente cuando la
multiplicación de panes y peces pensando egoístamente que con un rey así, no
les iba a faltar el pan de cada día. En otros momentos eran los mismos
discípulos los que creían que Jesús iba ya a instaurar el reino al estilo del
rey David. Les costaba entender que su reino no era como los del mundo, que se
basan en la fuerza, en el dinero o en el poder. Su Reino, como nos dice el
prefacio de la misa de hoy es un Reino de verdad y de vida, de santidad y de
gracia, de justicia, amor y paz.
Su Reino es sobre
todo de verdad. Ante Pilato proclama Jesús que El ha venido a proclamar
la verdad. La mentira es el emblema del demonio. Con frecuencia vemos que muchos para conseguir el poder se basan en la mentira.
No están en el lado de Jesús. Pilato preguntó qué es la verdad, pero no quiso
escuchar la respuesta. Estaba demasiado convencido de su verdad, que era su
propia política, su comodidad y su egoísmo. Nosotros, para participar del Reino
de Jesús, debemos estar atentos a su verdad, que nos la va proclamando a través
de todo su Evangelio cada domingo.
El Reino de Jesús
tiene una dimensión muy diferente de los reinos de este mundo. Es un reino de
amor, de gracia y de paz, un reino que está por encima de las ambiciones
humanas. Por eso aquellos que tienen ambiciones terrenas, aunque estén muy metidos entre cosas religiosas, están
fuera, al menos entonces, del reino de Jesús. Es un reino que comienza ahora,
pero que tendrá su culminación o plenitud en la otra vida. Con varias parábolas
describió Jesús este Reino: Es como un grano de mostaza pequeño, pero que se va
agrandando, aunque se le note poco. Es como un fermento que está en el mundo;
es como un tesoro escondido en el campo.
En fin, que el
centro de nuestra vida y predicación de