Amor a pedazos
Somos del tamaño de nuestro amor. ¡Y tan mezquinos que somos! Nos quejamos
de un mundo resquebrajado, violentado, fragmentado. Pero si eso somos cada uno
de nosotros. San Agustín lo decía a grito partido: “Cada cual es lo que sea su
amor”. Un diagnóstico sobre nuestra realidad nos revela el amor que sembramos,
que cultivamos, que cosechamos. Es difícil entender que nuestro mundo proyecte
una imagen de ternura, de amabilidad, de acogida. ¡Qué distinto sería todo!
“Lo contrario del amor no es el odio sino la indiferencia”. ¡Eh ahí la gran
enfermedad hoy! Nos hemos vuelto apáticos, fríos, calculadores. Entonces, no es
el amor lo que mueve al mundo, sino el egoísmo. En toda guerra hay cálculos al
detal. En cada violencia priman los intereses, En todo resentimiento y
venganza, predominan el orgullo y la soberbia. Si no hay perdón, no hay amor;
si no hay solidaridad, no hay amor; si no hay paz y justicia, tampoco habrá
amor.
Jesús nos pide amar con todas las fuerzas, con toda la mente, con toda el
alma, con la vida misma. Pero hoy damos el amor a cuenta gotas, a pedazos. Todo
sujeto a medidas, a reglas, a mezquindades. Si ensayáramos vivir un minuto en
el amor total y plenificante, se acabarían las guerras, se destruirían las
armas, se romperían las cajas fuertes de los bancos, se ensancharían los
corazones de la humanidad entera, nos miraríamos y reinaría el “asombro del
amor”.
No se nos da el amor ya florecido. Exige un cultivo del corazón:
Sentimientos, afectos, pasiones, sueños, utopías. Pero lo más importante son
las relaciones, aquellas que construyen los puentes de la solidaridad y
fraternidad universales. Por eso Jesús se le queda mirando al Doctor de la Ley
y le dice: “No estás lejos del Reino”. Es decir, el amor es el artífice en la
tarea suprema de la construcción de nueva humanidad: Allí donde, en mesa
tendida, compartimos los frutos ubérrimos de un AMOR UNIVERSAL, crucificado y
apasionado de donde surge la vida.
Cochabamba 04.11.18
jesús e. osorno g. mxy
jesus.osornog@gmail.com