MISA DEL GALLO-o medianoche

RECUERDOS DE NOCHEBUENA

Padre Pedrojosé Ynaraja

 

1.- Reconozco, mis queridos jóvenes lectores, que antiguamente, cuando yo era chiquillo y más tarde joven inquieto, la “Misa del gallo” a medianoche, estaba dotada de una magia que alentaba el espíritu. La cena del día 24 ya era diferente a la de otras noches. No faltaban antes de irnos el canto de algún villancico junto al belén, al que todavía le faltaba la figura del Niño, que aún no había nacido, según me decían. Salir de casa y con frecuencia ir a la iglesia pisando nieve por el camino. Pisarla donde nadie la había pisado antes, ni se había ensuciado. Siempre he pensado que poder pisar nieve virgen es uno de los privilegios que nos quedan. Escuchar el sonido o ruido del calzado al hundirse en la nieve es pasar por la misma experiencia por la que pasó Jesús.

 

2.- Aun ahora disfruto haciéndolo e imagino que el Señor se ríe de mí, cuando me observa desde la eternidad. Repito yo sus travesuras y me encanta escuchar lo mismo que Él escuchó. La iglesia estaba adornada con un belén de mayor tamaño, también sin el Niño, que no se colocaría en el conjunto hasta que al acabar la misa, pasáramos a besar su imagen. Canciones en casa al volver y poner la imagen del Niño Jesús en el pesebre que antes de partir habíamos dejado guardada. Repito, porque todavía no había nacido, repetían los adultos, padres y abuelos e irnos a la cama cuando estaba a punto de amanecer. La Nochebuena siempre era una noche diferente a las demás.

 

3.- Comparado a lo que somos ahora, en aquellos tiempos éramos pobres. Coincidieron tiempos de post guerra y de pertinaz sequía. La pobreza, aquella pobreza nuestra, siendo mala, no lo era totalmente. Suponía austeridad, facilitaba el ensueño. El hombre sublima sus limitaciones, si es capaz de soñar. Un sueño que, pese a serlo, correspondía a una felicidad segura que se nos promete. Y las promesas de Dios, las cumple, nadie puede tildarle de corrupción. Os lo cuento agradecido a Dios y a mis padres, pero no nostálgico.

 

Cualquier tiempo pasado fue mejor, lo creemos muchas veces y nos lo recuerda el poeta Jorge Manrique. Pero no es así. Cualquier tiempo pasado fue diferente al de ahora. La felicidad de entonces debemos cambiarla y gozar ahora de la que se nos ofrece. Menos romántica, seguramente, más profunda. 4.- Se nos ofrece hoy la posibilidad de ser seriamente felices. Poner el acento en realidades más hondas. Agradecer a Dios sus dones, apreciándolos más. Reconociendo que no debemos limitarnos a gustar solitariamente la suerte de haber recibido la Gracia que nos diviniza, pero que no debemos reservárnosla, sino ofrecer nuestra riqueza, material y espiritual, al que no la tiene. Que el gozo de la Fe lo debemos comunicar, trasmitir y contagiar.

 

5.- Indudablemente, la Pascua centra el Año Litúrgico y fundamenta nuestra vida espiritual, pero la Navidad es más fácil de aceptar hasta por los que se han apartado o los que buscan algo no contaminado. ¡Cuántos todavía, que se declaran ahora no cristianos, continúan poniendo en un rincón preferente de su casa, un ingenuo belén, el de toda la vida, el que iluminó su mirada ingenua de niño! A estos y a todos aquellos que ni siquiera les explicaron estas historias, pero que no se sienten satisfechos de ver las calles con millones de estrellas-led constituyendo lados y techo que imposibilitan saber dónde estás y llenar su misma casa de rutilantes bombillas de colores, o adornar el recibidor con un árbol que pronto perderá sus hojas y precisará tirarlo. También aquellos otros que por estar libres de trabajo profesional, se van de viaje y vuelven sin sentir que nada sublime han encontrado, que su vida ni ha cambiado, ni enriquecido. A todos estos y a tantos que se les asemejan, debemos comunicarles que sí, que la Navidad es un acontecimiento diferente, que ocurrió en el pasado, pero que permanece en el presente y por ello somos capaces todos de aprovechar sus frutos, perennemente maduros y sabrosos de felicidad.

 

6.- El Evangelio no es un cuento de hadas. El gato con botas era personaje imaginario, Blancanieves también. Jesús fue y es persona real, bueno, generoso, salvador. Es preciso que dotéis a vuestra Fe, que es Gracia, de conocimientos que la apuntalen. La meditación de las lecturas de esta misa os ayudará a mejorar. Os recomiendo. Agradecer a Dios sus dones apreciándolos más. Reconociendo que no debemos limitarnos a gustar solitariamente la suerte de haber recibido la Gracia que nos diviniza, que debemos exigirnos ofrecer nuestra riqueza, material y espiritual, al que no la tiene. Que el gozo de la Fe lo debemos trasmitir.

 

7.-La liturgia de la Palabra, cuando nos reunimos en misa nos debe sorprender, complementada con la homilía, será presencia de Dios y alimento espiritual. Ahora bien, en este caso os recomiendo que en privado, o en comunidad, las leáis estudiéis y comentéis si os es posible. El lenguaje de Isaías está condicionado a las realidades de aquellos tiempos. Los términos agrícolas o guerreros no corresponden a nuestra realidad, pero el contenido, el mensaje continúa perenne. No hace falta que busquéis en una enciclopedia donde está Madián, ni yo mismo lo recuerdo ahora. Desde otros lugares, próximos o lejanos nos acechan peligros. ¿Cuáles son? Os debéis preguntar.

 

Ante las amenazas de guerra, ante la hambruna que, pese a sufrirse lejana a nuestras viviendas, sucede simultáneamente con nuestra mediocre vida. Ante la corrupción de tantos estamentos sociales, Dios, con palabras de Isaías anuncia que es posible la salvación, que está a punto de llegar, que si no estamos atentos y le abrimos las puertas de nuestro espíritu, no podrá entrar.

 

8.- Convencidos de tanta corrupción, ¿lo estamos más de que es posible que el Señor nos otorgue la Paz? Cuando sopla viento fuerte y abate árboles, cuando se desbordan ríos e inundan cosechas, cuando se desgasta el firme de una carretera, es preciso reparar estos percances, cueste lo que cueste. Es lo que nos recuerda Pablo, traspuesto a la vida espiritual, que es el nivel humano superior, no trascendente. El Señor, nos dice, trae solución. ¿La buscamos? El encantador relato de Lucas no me exige añadir nada. Hay que contemplar el misterio con ingenuidad y humildad, hasta que espontáneamente brote de nuestro corazón un canto que acompañe al de los Ángeles.