misa mediodia-Navidad
DESDE EL SENO DE LA TRINIDAD SANTÍSIMA-
Padre Pedrojosé Ynaraja
1.- El contenido
ideológico de las lecturas de esta misa es superior a las otras dos que durante
la jornada de Navidad pueden celebrarse. Cada una a su tiempo. Para asimilar
sus textos, además de una cierta madurez, biológica e intelectual, requiere una
situación anímica serena, que difícilmente se tiene, sumergidos como se supone
estamos, en los trajines de estos días.
2.- Según me dijeron,
en 1944 un consejo que daba Ramón y Cajal para gozar de buena salud era “tener
los pies calientes, la cabeza fresca y el estómago limpio”. Ha pasado tanto
tiempo desde entonces y no sé si será cierto que lo dijera nuestro Premio Nobel
¡Dios mío, qué viejo es uno! Tal vez no sea cierta la autoría, pero el consejo,
sin duda, es bueno, difícil de seguir y también exige, mis queridos jóvenes
lectores, tener la mente descansada para leer y releer, las lecturas que la
liturgia de esta misa se nos ofrece.
3.- El principio de la
lectura de Isaías parece que sean las anotaciones a un guion cinematográfico,
cuyo contenido pretenda referirse a una gran epopeya, en la quiera Dios
sumergir al pueblo de Israel. Nuestros tiempos, con sus intrigas, uniones y
desuniones, terrorismos y ONG’s por doquier, entregadas
a ayudar en lo que se precise, son semejantes, creo yo, a la del tiempo del
profeta. Leído con esta actitud, es precioso y poético. La segunda parte podría
corresponder a un mitin de intrigante interés social, dirigido a una masa que
está a la expectativa. Y en realidad lo es.
4.- El texto de Juan,
la lectura evangélica, en algún momento, es un galimatías. Es uno de aquellos
pasajes que no resulta tan difícil de entender, si uno los puede mirar y leer
privadamente. En el caso de ciertos vocablos, difiere su sentido o es más claro
de entender su significado, si están escritos con mayúscula o con minúscula,
aunque la fonética sea la misma. Quien en el ambón proclama, por bien que lo
haga, no podrá mostrar la grafía y la diferencia que hay entre un mismo término,
si se escribe de una u otra manera. “En el principio existía la Palabra y la
Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios. Ella estaba en el principio con
Dios. Todo se hizo por ella y sin ella no se hizo nada de cuanto existe...” El
discurso de Juan se pronuncia desde el seno de la Trinidad Santísima.
5.- Olvidaos, mis
queridos jóvenes lectores, de la gramática, que hayáis estudiado. De nombres
verbos y adverbios, prosodia y sintaxis. Hay que situarse como cada uno pueda,
en las profundidades trascendentes. Pese a ello me referiré a expresiones
nuestras que iluminarán un poco el contenido.
6.- Escuchamos a veces, que se dice: es un
hombre de palabra, o te doy mi palabra que… o palabra de honor… al decir esto
no se está refiriendo el que lo pronuncia a un vocablo. Algo de sí mismo está
implicado. Sale fuera el fonema, pero brota del interior de la personalidad y
continúa siendo algo propiamente suyo. Aquello que se afirma se está
objetivando, sin dejar de ser subjetivo.
7.- Dios-Padre se
expresa. Su voz es personal, más bien Persona, sin apartarse de donde salió. No
pretendo que entendáis el misterio, que si lo consiguiera dejaría de serlo y o
la sola instancia ya sería pecado de orgullo. Ahora bien, que el Jesús
histórico sea también Palabra-Persona divina, que vino y viene a nuestro
encuentro, algo de ello sabremos. Se hace un paréntesis en el texto para hacer
referencia a Juan. El lector desde el ambón puede omitir su proclamación. Otro
día nos encontraremos también con la referencia al Bautista.
8.- Siguen preciosas
explicaciones de la función que el Verbo, Logos o Palabra, cumple en la
historia. Advierte que vino a los suyos, a nosotros, y no le recibieron.
Recuerdo ahora la poesía de Lope de Vega “¡Cuántas veces el Ángel me decía:
"Alma, asómate ahora a la ventana, verás con cuánto amor llamar
porfía"! ¡Y cuántas, hermosura soberana, "Mañana le abriremos",
respondía, para lo mismo responder mañana!” Pero si estamos dispuestos a
recibirle, se mete de tal modo dentro, que cambia nuestro ser, modifica,
divinizando, nuestra realidad personal.
9.- La Palabra, Verbo o
Logos, en castellano, latín o griego, podéis pronunciarlo, se ha llegado a
nuestro planeta azul, a nuestras comunidades que residen como en un camping y
ha plantado su tienda entre las nuestras. Esta última figura la entendían muy
bien los primeros lectores que tenían muy presente el Éxodo, la vida beduina
por el Sinaí que marcó al historia de Israel. Os lo he advertido porque la
figura que evoca Juan supone un contenido más profundo.