Solemnidad. Epifanía del Señor. (6 de enero))

MADRE, MARÍA DE NAZARET-SANTA MARÍA MADRE DE DIOS

Padre Pedrojosé Ynaraja

 

1.- La antigua liturgia celebraba hoy tres acontecimientos: la adoración de los Magos, el bautismo del Señor en el Jordán y el primer milagro de Jesús en las bodas de Caná. En las actuales lecturas litúrgicas de la misa y del Oficio Divino, todavía resuena este triple contenido.

 

2.- Aterrizando en nuestra realidad, a la jornada de hoy la llamamos comúnmente "Día de Reyes"y a esta solemnidad que en España, por ejemplo, es fiesta laboral, se le incorporan fiestas populares de gran resonancia. Como acto social, se organiza en la mayoría de poblaciones, una solemne cabalgata, que cada vez va distanciándose más de cualquier signo cristiano que pudiera tener en sus orígenes. Derroche de disfraces, abundancia de comparsas, vehículos de trasporte, motorizados, caballos o hasta camellos. Iniciándose en las afueras de la población, llegando por mar o en tren. Recuerdo que antiguamente pasaban por alguna iglesia, que tenía sus puertas abiertas y un clérigo les ofrecía una imagen del Niño Jesús, que simbólicamente adoraban. Personalmente, nunca colaboré en esto y no creo que continúe hoy tal costumbre.

 

3.- Finalizaba el cortejo en la Plaza Mayor, en el Ayuntamiento y nunca faltan, como traca final, el discurso de la autoridad local, que saluda a “sus Majestades los Reyes Magos de Oriente” desde su balcón donde ondean las correspondiente banderas y aprovecha la ocasión, burla burlando, para referirse a hechos o proyectos de importancia vecinal o política. Alguno de los “reyes” también se dirige al público utilizando estilos, según convenga. Silenciando, eso sí, cualquier referencia cristiana.

 

4.- En el seno de muchas familias esta fiesta es día de los regalos, como en otros es el “Papá Noel” o el “árbol de Navidad” que en sus orígenes parece fue este último un simbólico objeto referido a Cristo, para alejar de la adoración a las encinas o a los robles, que les tributaban ciertas culturas centroeuropeas.

 

5.- Vuelvo al escenario de los hechos conmemorados y a su situación política. Israel era una provincia romana, que conservaba reyes con mayor o menor poder. Mandaba en el pueblo el conjunto sacerdotal del Templo y en el periodo al que se refiere el texto, el rey Herodes también, el que generalmente llamamos “el grande”. Cruel de costumbres, poderoso constructor de palacios-fortaleza y contemporizador con el poder de la ciudad de Roma. El trasfondo geográfico de nuestros protagonistas, cabe situarlo, probablemente, en la cultura nabatea, que ocupaba el sur del Neguev, Petra era una de les cinco ciudades descubiertas, la más conocida hoy en día y la ciencia propia de nuestros personajes sería una mezcla de astronomía y astrología. La influencia de los astros en las realidades terrenas siempre es enigmática, aceptada por unos, rehusada por la mayoría, pese a que no se dude, por ejemplo, la que existe entre la luna y las mareas.

 

6.- Eran sabios, más que reyes o magos, conocedores de antiguas tradiciones y leyendas paralelas a las que pudieran existir en Israel. La llegada de un mesías protector no era exclusiva esperanza del pueblo hebreo. Que fueran tres y qué apariencia o edad tuvieran, es totalmente desconocido. Que partieran de un mismo lugar y viajaran juntos, tampoco lo sabemos. Los obsequios que ofrecieron todavía hoy son comunes, si al oro le llamamos sortija o moneda y al incienso y mirra, perfume, esencia o fragancia nos costará poco aceptarlo. Son regalos sin duda generosos y elegantes, propios de personas de cierta categoría social e intelectual, tan sinceros y apreciados como pudieron serlo los de los pastores de Belén.

 

7.- ¿Qué fue de ellos cuando volvieron a sus tierras? Tampoco se sabe. Se los mencionará en los viajes de Marco Polo y se venera sus reliquias en la catedral de Colonia. El cofre que las contiene, de plata dorada, es precioso y ocupa lugar preferente, próximo al altar mayor. Varias veces he visitado el lugar y he observado que quien se acercaba lo hacía observando y apreciando la labor del orfebre, nunca he observado actitudes piadosas o personas rezando. En el escudo de la población aparecen, simbólicamente representados por tres coronas, nuestros personajes. Busque un día en el mercadillo navideño, pretendiendo comprar sus figuras y traérmelas de recuerdo y no encontré ninguna. Para conseguirlo hube de adquirirlas en una tienda de lujo, apartada de la catedral.

 

8.- No he querido omitir estas noticias que pueden legítimamente interesaros, como a mí me interesaron, pero quiero recordar que el nombre y sentido de la fiesta es Epifanía, es decir manifestación solemne de la divinidad, tal es su sentido etimológico griego. Si el Señor vino al mundo, quiso hacerlo modestamente, pero sin esconderse. Fue reconocido por algunos que le mostraron su aprecio y reverencia. Para Herodes, saber que era vecino de Belén alguien que no era súbdito suyo y temiendo que pudiera arrebatarle su poderío, su reacción no fue epifánica, más bien de envidia y por consiguiente, trató de suprimirlo. Se trata de la fiesta de los Santos Inocentes que, paradójicamente, su celebración litúrgica es anterior.

 

9.- La Iglesia venera a los Magos como santos, su gesto, estudios y su obrar en consecuencia y fidelidad a lo estudiado, el iniciar un largo viaje y recorrerlo hasta el final, guiados por una enigmática luz celeste, se lo merece. De ellos debemos aprender a ser elegantemente generosos y a obrar con sensibilidad. Y de acuerdo con nuestros descubrimientos, examinar nuestra conducta. Hay gente que no obsequia nunca a nadie. Sincera y realmente no puede atribuírseles ningún pecado, pero su proceder es muy significativo. Ocultan un mal interior que un día u otro se descubre.

 

10.- En el planeta azul hoy es Epifanía. Mártires, misioneros y contemplativos que en los cinco continentes hay, ofrecen al Cristo místico sus dones más valiosos que el oro y los perfumes. Los medios dan noticia de delitos y desordenes de gente de iglesia. La morbosidad es atractiva y la malignidad de los demás, creemos que justifica nuestra miseria. ¿Os sentís vosotros, mis queridos jóvenes lectores, creadores de Epifanía? ¿Vivís indiferentes al Señor, como la gente notable de Jerusalén quiso ignorar tan importante acontecimiento?