|
Aporte - HOMILÍA
del Domingo 6 de Enero de 2019 Epifanía del Señor – Ciclo “C” |
Buscar Caminos que Conduzcan a
[ Mateo 2, 1-12 ]
Estamos
en
El evangelista Mateo (2, 1-12) presenta la visita de los Magos como un acontecimiento
donde convergen intereses diversos y motivaciones contrapuestas: 1) Los
Magos-Sabios que buscan a Dios guiados por una estrella que alumbra caminos
nuevos. 2) Herodes, quien, perturbado por el nacimiento de un Rey, acude
a todo tipo de ciencia y adivinación para conjurar el destino. 3)
Los Magos-Sabios son símbolo de un itinerario (camino)
hacia Dios que implica salir del propio amor, querer e interés. Implica que
nuestras propias posiciones o posturas y nuestros propios ritmos de vida se
abran a una nueva perspectiva más sencilla y más nuclear, capaz de hacer
diáfana la existencia humana.
Podemos centrarnos en la figura de los Magos para que
nos ayuden a captar los signos y las señales que nos ponen en camino hacia la
vida y hacia Dios. Puede que tú y yo nos encontremos representados en alguno de
los Magos-Sabios.
El primer Sabio (mago Melchor) al concluir la
ruta de Belén, discurrió: Yo soy quien busca cosmovisiones que expliquen el
enigma del mundo, pues represento el saber humano, las ciencias y las teorías.
Creí poseer con la ciencia la totalidad del conocimiento. Pero las
formulaciones más agudas del saber humano me han conducido a una aldea llamada
Belén. Y allí, una luz pequeña como en forma de estrella se ha incrustado en mi
sistema de pensamiento. Esa luz ha logrado abrir ventanas que ni siquiera sabía
de su existencia. Ahora, después de Belén, puedo ver lo concreto de la vida
a través de esa estrella: veo a mis compañeros de ruta, veo al vecino
enfermo, veo al anciano que espera un poco de atención, veo al niño de la calle
indefenso, veo a mis seres queridos. He
comenzado a ver que todo lo que me rodea (la realidad) no está al margen de mis
ideas. Son su verdadera esencia.
El segundo Sabio (mago Gaspar) al salir de
Belén, exclamó: Yo sólo sé que nada sé. A mí me encanta el silencio, lo
sublime. Soy de poco hablar. Me gusta la introspección. Callo y observo con
tolerancia lo que pasa a mí alrededor. Creí poseer en el silencio la mayor de
las estrellas. Pero he sido conducido a Belén y ando inquieto. No sé
explicar esta alegría que llena todo mi ser y hace que mi mutismo se desborde en palabra grata,
palabra amable. Al ver al Niño Jesús, he descubierto el brillo y la
profundidad de cada persona. Perdónenme, pero ahora sólo sé que tal gozo no
surge de lo grandioso, sino de la simplicidad y calidez que irradia una
criatura nacida en tanta pobreza y estrechez. Tanto esplendor ha provocado en
mí un gran respeto a las personas, a quienes nunca había dedicado ni un
instante de mi silencio. He comprendido
que el amor al prójimo es más grande y más significativo que andarse por las
alturas espirituales. Es quizás, la verdadera sabiduría y la verdadera aventura
del espíritu.
El tercer Sabio (mago Baltasar) al
concluir su visita en Belén manifestó: Yo, siendo el tercero de los Magos, no
soy tan sistemático, ni tan agudo como mis dos compañeros, porque lo mío es
captar la estrella de la vida en el colorido, en la expresión, y en sus
despliegues. A mí me abruma la quietud y los silencios exagerados. Me confundo
cuando empiezo a escudriñar los misterios del mundo. Yo prefiero vivir el
arrebato de la vida y sentirme movido por un ritmo de danza sobrehumano. Pero
al llegar a Belén y encontrarme con el recién nacido lleno de tanta frescura y
gozo, he sentido mi cuerpo envuelto en una paz que transforma mi frenesí en
serenidad y quietud. He aprendido que humana es mi medida y humana mi
fiesta. He aprendido que mi alegría y entusiasmo pueden tener mayor
consistencia. He descubierto que la
mejor danza de la vida, el mejor ritmo, me lo da aquel Niño que con su Luz
plenifica toda mi existencia.
Los tres sabios (Reyes-Magos) han entrado en Belén.
Todo ha cambiado ante la ternura, calidez y sencillez de Dios hecho hombre. Han
contemplado que la humanidad de aquel Niño es la auténtica sabiduría hecha
inteligencia benéfica, hecha gesto cercano, hecha ritmo de entrega total.
Que
inspirados en el tesón, audacia y magnanimidad de los Sabios-Magos, todos nos
pongamos por entero a buscar decididamente la libertad de Venezuela.
Puedo
terminar
Diafanía
en tu Búsqueda
¡Son innumerables Dios mío, los matices de
tu llamada! ¡Y las vocaciones esencialmente diversas! Yo quisiera ser, Señor,
con mi modesta aportación el apóstol, y (así puedo decirlo) el evangelista de
Cristo en el Mundo.
Me has concedido, Dios mío, el don de
sentir la fuerza viva y profunda que tu Gracia ha desparramado
misericordiosamente sobre nuestra pluralidad. Ardo en deseos, Dios mío, de
propagar esta revelación que Tú me haces, y de comenzar a realizarla.
El mundo entero está concentrado y
pendiente de la espera de la unión divina. Todo converge hacia Cristo. No hay
nada, por insignificante que sea, que no pueda cooperar con la transformación y
la plenitud que necesita el mundo.
(Cf. Teilhard de Chardín)