COMPARTIENDO EL EVANGELIO
Reflexiones radiales de Monseñor Rubén Oscar Frassia
Domingo 28 de agosto de 2011 – 22º durante el año
Evangelio según San Mateo 16, 21-27 (ciclo A)
Jesús comenzó a anunciar a sus discípulos que debía ir a Jerusalén, y sufrir mucho de parte de los
ancianos, de los sumos sacerdotes y de los escribas; que debía ser condenado a muerte y resucitar
al tercer día.
Pedro lo llevó aparte y comenzó a reprenderlo, diciendo:
"Dios no lo permita, Señor, eso no sucederá".
Pero él, dándose vuelta, dijo a Pedro:
"¡Retírate, ve detrás de mí, Satanás! Tú eres para mí un obstáculo, porque tus pensamientos no
son los de Dios, sino los de los hombres".
Entonces Jesús dijo a sus discípulos:
"El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga.
Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida a causa de mí, la
encontrará. ¿De qué le servirá al hombre ganar el mundo entero si pierde su vida? ¿Y qué podrá
dar el hombre a cambio de su vida? Porque el Hijo del hombre vendrá en la gloria de su Padre,
rodeado de sus ángeles, y entonces pagará a cada uno de acuerdo con sus obras.”
“Vivir de un modo coherente”
Queridos hermanos: ¿recuerdan la confesión de Pedro que meditamos el domingo pasado? Pedro
confesó quien era Cristo, luego fue confirmado y se le dio el poder de administrar. En este
momento, Pedro se quiere acercar a Jesús para evitarle la cruz. ¿Qué le responde Jesús?:
“¡Retírate!, ¡ve detrás de mí, satanás!, ¡eres un obstáculo, porque tus pensamientos no son de
Dios, sino de los hombres!”
En un momento uno puede ser genial, extraordinario, una buena persona, un buen creyente, un
buen cristiano, un buen católico, pero a la vez no responder como tiene que responder. Quiere
evitar que la gente sufra, porque le da pena, se mimetiza con el medio, pierde su sabor, no es sal,
no es luz, y se confunde con el pensamiento mundano. ¡Todos! Los católicos, los cristianos,
¡todos!, seguimos a Dios, seguimos a Cristo por encima de toda cultura, de toda aplicación, de
toda presión.
Luego viene el mensaje de Cristo, pero primero reta a Pedro: “el que quiera seguirme, que
renuncie a sí mismo, que cargue su cruz y me siga”; ¡hay que pelear tomando la cruz y siguiendo
al Señor más de cerca!
Doy tres ejemplos.
Si todo el mundo roba, ¿por qué no voy a robar yo?
Si todo el mundo miente, ¿por qué no voy a mentir yo?
Si todo el mundo es infiel, ¿por qué no voy a ser infiel?
Pareciera que, porque todo el mundo lo hace, ya fuera criterio. ¡Y no es criterio! El criterio es la
verdad, la objetividad de las cosas. El criterio no es la mayoría porque, a veces, la mayoría puede
hacer barbaridades.
El Señor nos enseña a definir nuestra vida en todo sentido. Para poder percibir que uno puede ser
tentado, hay que dar espacio a la oración; hay que dar espacio y lugar a la Palabra de Dios. Allí
uno se da cuenta qué cosa es criterio de Dios y qué cosa es un criterio mundano.
Que el Señor nos enseñe a discernir, a definir y a vivir de un modo coherente en lo humano, en
lo cristiano, en lo eclesial, en lo pastoral, en lo apostólico.
Les dejo mi bendición: en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén