EXPROPIACIÓN MERECIDA
DOMINGO 27º PER ANNUM A
5 de octubre de 2008
En aquel tiempo, dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos
del pueblo: Escuchad otra parábola:
Había un propietario que plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó en ella un
lagar, construyó la casa del guarda, la arrendó a unos labradores y se marchó de
viaje. Llegado el tiempo de la vendimia, envió sus criados a los labradores, para
percibir los frutos que le correspondían. Pero los labradores, agarrando a los
criados, apalearon a uno, mataron a otro, y a otro lo apedrearon.
Envió de nuevo otros criados, más que la primera vez, e hicieron con ellos lo
mismo. Por último les mandó a su hijo, diciéndose: Tendrán respeto a mi hijo. Pero
los labradores, al ver al hijo, se dijeron: Éste es el heredero: venid, lo matamos y
nos quedamos con su herencia. Y, agarrándolo, lo empujaron fuera de la viña y lo
mataron.
Y ahora, cuando vuelva el dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores? Le
contestaron: Hará morir de mala muerte a esos malvados y arrendará la viña a
otros labradores, que le entreguen los frutos a sus tiempos.
Y Jesús les dice: ¿No habéis leído nunca en la Escritura: La piedra que desecharon
los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un
milagro patente? Por eso os digo que se os quitará a vosotros el reino de Dios y se
dará a un pueblo que produzca sus frutos. Mateo 21, 33-43
Con profetas de por medio, nuestras pretendidas propiedades se convierten
graciosamente en arrendamientos tributarios y debidos.
No es la escritura propiedad exclusiva de la mano, nos dirán los profetas. Ni las
palabras tienen como padre único los labios. Ni los pensamientos del hombre
encuentran su única fuente en la mente del pensador.
Hay un protagonista, seguirán diciéndonos los profetas, de todo nuestro hablar y de
todo nuestro obrar de hombres. Hay un dueño único de la viña del mundo,
administrada por los múltiples labradores de cualquier tiempo y lugar, de cualquier
cultura y civilización. Y hay, asimismo, unos frutos reclamados, unas uvas
“necesarias” que evalúan positivamente la gestión cuando se convierten en bocado
universal y fraterno, en copa rebosante y eucarística, ofrecida sacramentalmente a
Dios, el dueño de la viña, y profanamente a los hermanos.
Pero semejante administración, semejante comportamiento promovido por los
profetas, no encuentra fácil acogida y cabal cumplimiento en los hombres que se
consideran autosuficientemente señores absolutos de su gestión política,
económica, profesional, cultural...
Es el peligro de una civilización secular, secularista más bien, que desconecta su
actividad de toda trascendencia divina y humana, filial y fraterna ; con las fatales
consecuencias de inducir y engordar ídolos de aparente y frustrante salvación y de
destruir despiadadamente a media humanidad. Es el peligro de orfandad religiosa y
de fratricidio generalizado, lacras que todo criado fiel, todo profeta verdadero,
lamenta y denuncia, con el deseo esperanzado de que no se descarte de nuestro
mundo la piedra angular que lo mantiene fraterno y duradero, filial y eterno...
Ojalá que nuestra civilización continúe rompiendo vallas y muros, para que todos
los hombres, del este y de oeste, del norte y del sur, vendimien en pandilla
bulliciosa los frutos sabrosos y maduros en la común viña del mundo, don gratuito
del Padre común y tarea corresponsable de todos los hermanos.
Pensándonos y sabiéndonos administradores que tienen que dar cuentas, con
nuestra mano cosecharemos uvas y no agrazones ; y con nuestros labios
cantaremos, en nombre del Amigo, un canto de amor a la Viña regalada.
De lo contrario pasará a otros el arrendamiento del mundo, y las rentas de mayor
filiación y mejor fraternidad las empezarán a percibir aquellos hombres que no
matan a sus profetas.
Juan Sánchez Trujillo