Homilía S.E. Cardenal Julio Terrazas Sandoval
Basílica Menor de San Lorenzo, domingo 28 de agosto de 2011.
Muy amados y queridos hermanos y hermanas:
Es bueno tomar conciencia de la inquietud de nuestra Iglesia en Bolivia para que
durante este mes con mayor atención, con mayor entusiasmo escuchemos la
palabra de vida que no está dicha solo para los sacerdotes, para las religiosas o
para los catequistas. Es una palabra para cada uno de los bautizados, para cada
uno de los que formamos la Iglesia del Señor. Es una palabra que trata de
ayudarnos a purificar nuestra fe, a hacerla más firme y no solo a cantarla o
proclamarla exteriormente.
El domingo pasado hemos podido admirar la franqueza y el entusiasmo de Pedro
que dice ¨Tu eres el Cristo, el hijo de Dios de la vida¨ y mereció una alabanza por
eso. Hoy lo vemos en otra actitud, cuando el Señor comienza a hablar de que es
importante ir a Jerusalén pero que allí los grupos de poder lo iban a hacer sufrir, lo
iban a apresar, lo iban a matar pero que también iba a resucitar. Esto no le gusto
mucho a Pedro y me imagino que se desconcertaron también los otros discípulos,
porque ese cambio, porque esa manera de pensar que el Señor no acepta.
Y le va decir con claridad ¨tus pensamientos nos son los pensamientos de Dios y el
pensamientos de Dios es que hay que salvar a toda la humanidad pero no con
triunfos fáciles, no con aclamaciones ´idiotescas´ sino convirtiendo la cruz en
instrumento de salvación, subiendo a la cruz con el pecado de todos y cada uno de
nosotros. Con el sufrimiento.
Esto muchas veces en nuestra vida tampoco está muy claro, preferimos un amor al
Señor sin problemas, sin dificultades, sin obstáculos y cuantas veces nos revelamos
frente al dolor y al sufrimiento. Pero ese es el camino elegido por Dios, ese es el
pensamiento de Dios que tiene que entrar en el pensamiento de Pedro.
Porque Pedro reacciona de una manera muy especial ¡no lo va permitir el Señor que
te pase todo esto, no va suceder como diciendo nosotros vamos a estar allá para
defenderte, para hacer que comprendan que tu caminar como nosotros no pasa por
la cruz sino por las alegrías del hombre. Tus pensamientos, son los pensamientos
del hombre, el hombre que anda ofreciendo alegrías pasajeras, el hombre que solo
o en conjunto, en sociedad o en grupo, anda haciendo que la gente corra detrás de
las alegrías que se desvanecen con facilidad.
¿Qué le dice entonces el Señor a Pedro? ¡Apártate, ponte en tu lugar, no quiero
verte delante Satanás! Que palabra más dura, porque el domingo pasado era ¡Feliz
eres tu Pedro porque eso que has dicho no te lo ha revelado ni la carne, ni la
sangre, sino que mi padre te lo ha puesto en tu corazón! Pero hoy le dice: retírate,
ponte en tu lugar.
Es una represión pero es la vez una llamada de atención: Pedro no puedes hablar
así como piensa la gente del mundo, tú tienes que hablar como lo quiere Dios,
tienes que aprender a ser discípulo de verdad y no quedarte en palabras, en
confesiones rápidas sin que eso cambie tu vida y cale y quede grabada en tu
corazón la imagen de un Dios que nos quiere realmente libres.
Ponte en el lugar que te corresponde, detrás; eres discípulo, aprende la lección.
Eres discípulo y como tal tienes que ir aprendiendo cada día cual es el proceder de
Dios, cual es el plan de Dios. No seas un obstáculo, no me pongas trampas, hay
que seguir cumpliendo el plan de Dios pero eso se entiende cuando cada uno ocupa
el lugar que le corresponde. Ven detrás y sígueme, una vez más Pedro invitado a
un seguimiento claro y profundo, a un crecimiento en la fe en Cristo que nos es un
seguimiento en cualquier ser humano que aparece para engañar a las multitudes y
las personas. Aprende cada día.
Mis hermanos, nosotros también estamos invitados a los mismo, a poner nuestra fe
en aquel camino que el Señor nos ha señalado, a poner nuestras pisadas sobre las
huellas del maestro, a seguirlo a Él también en el camino hacia la pascua pasando
por la cruz. Ese es el plan de dios, habrá pascua, habrá resurrección, habrá nueva
vida, pero hay que pasar por el camino de la cruz
Mis hermanos, la semana pasado hemos vivido ese evento extraordinario que se ha
realizado en Madrid. Hemos escuchado el entusiasmo y la alegría de ese millón y
medio de jóvenes que cantaban ¨firmes en la fe¨ Eso les había pedido el Santo
Padre, mantener firme la fe, no vacilante, no llevada por una c sociedad
consumista, no viviendo de relativismos fáciles, una vida p clavada en la cruz pero
para la salvación no para desaparecer y al finalizar aquel encuentro, el Santo Padre
les dice que aquellos jóvenes que durante cuatro días habían estado reflexionando
que significa tener las raíces en Cristo, que significa estar firmes en la fe, les decía:
no oculten ese Cristo en sus corazones, llévenlo a sus países y a sus comunidades,
muéstrenlo, este es el Cristo que entrego la vida para que nosotros tengamos vida
y la entrego en la cruz.
El signo final de este encuentro cuando los jóvenes de España entregan la cruz de
la Jornada Mundial de la Juventud a los jóvenes de Brasil. Allí no hay triunfalismos
fáciles, allí no hay alegrías pasajeras, allí no hay pequeñas emociones, allí está
dicho todo el mensaje ¡lleven esta cruz también allá para que tanto dolor y
sufrimiento de América Latina entren también en esta cruz para que tantas
decepciones de nuestros pueblos que están bautizados … sepan que el dolor, el
sufrimiento, a veces la persecución y aun la muerte tiene sentido cuando estamos
clavados con Cristo…
Yo creo que aquel canto de nuestra juventud puede ayudarnos a comprender lo
importante que es la palabra, la palabra de Dios que muchas veces nos es
aceptada, que muchas veces es criticada, esa palabra que tenemos que decir a
pesar de que no nos quieran entender, a pesar de que le anden buscando un
segundo sentido para arrinconarnos y hacernos sufrir, esa palabra que a veces nos
lleva también a la tentación de no decirla, de no pronunciar el nombre del Señor y
sin embargo, decía Jeremías, cuando yo decidí no hablar más había algo en mi
corazón que me impulsaba a volver a hablar de este Dios que tanto nos ama.
Mis hermanos, para eso es la palabra, para volver a arder de amor y de
compromisos renovados. Esto hay que aprenderlo.
Es importante cambiar de mentalidad le dice San Pablo a los romanos para que así
ustedes sean capaces de honrar a Dios no solo con palabras o con pequeños
discursos sino entregando la vida por los otros.
Estamos hablando mucho en la Iglesia de ser discípulos pero hay que serlo y
renovarlo cada día. Y aquí el señor nos va a dar una lección muy clara para todos
los que querían ser discípulos después, hay que cargar la cruz y con la cruz hay que
seguir al Señor, hay que perder la vida para ganarla para que el Señor cuando
vuelva por segunda vez, vea cuál ha sido nuestra conducta y nos premie con los
premios del reino.
Es muy fácil decir soy cristiano y a veces muy bonito ser católico pero este mensaje
lo olvidamos. No nos gusta nuestra cruz y cuando o aceptamos nuestra cruz
personal no podemos aceptar el sufrimiento de la cruz de los otros.
El señor entrega su vida por todos ofreciéndola en la cruz y nos pide a nosotros hoy
¡tu fe tiene que hacerse entrega, asumir dentro de tu cruz una capacidad de
abrazar el sufrimiento de tanta gente, tienes que adquirir una dimensión de
comprensión y de caridad para que hoy por ejemplo, comprendas cual es el
sufrimiento de tantos hermanos llamados en la marcha del Tipnis que nos están
golpeando el corazón y la conciencia para que podamos escucharlos, entenderlos y
tomarlos en cuenta en la solución de los problemas que son de todos y no de unos
cuantos.
Capacidad de abrazar la cruz pero también con todo el sufrimiento de los
hermanos, con toda la alegría de los hermanos.
Cambiar de mentalidad es urgente hoy, en esta nuestra patria, en esta nuestra
arquidiócesis. Llenarnos de los pensamientos de Dios es ser capaces de anunciar a
este Dios con valentía, no para tener adeptos fáciles sino para contar con apóstoles,
con discípulos que saben que la cruz no es una maldición sino un instrumento en
que el Señor manifiesta todo su amor para nosotros y nos pide que seamos capaces
de tomar nuestra cruz para seguirlo.
No sigamos a Cristo solo por conveniencias, no podemos seguir a Cristo solo por
tradición. Con humildad como a Pedro, aceptemos también hoy lo que a lo mejor
podría decirnos ¡Apártate de mí, ponte en tu lugar!
Iglesia de Santa Cruz y de Bolivia, tu eres y te confiesas discípula del Señor, ponte
en tu lugar, carga la cruz tuya y de todo tu pueblo y anda detrás de Él, poniendo
tus huellas, como decía San Francisco, en las huellas del Señor.