Domingo XXIII del Tiempo Ordinario Ciclo A
Padre Emilio Betancur Múnera
PROMESAS AL PERDÓN
Ezequiel era sacerdote en Jerusalén en el S VI, él había sido deportado a Babilonia
por Nabucodonosor en el primer grupo, 597 AC. Fue allí al borde del río Kebar, en
una ciudad llamada Tel-aviv donde conoció los sufrimientos de la ciudad Santa. En
el 587 todo terminó con la destrucción de Jerusalén y el templo. A pesar de tanta
destrucción Jeremías no bajó la guardia para mantener por la palabra la esperanza
del retorno de su pueblo y que la palabra fuera el soporte de la sobrevivencia,
comprendiendo la misin que el Seor le había dado de ser “atalaya de la casa de
Israel” fue atalaya por la escucha de la palabra y el cuidado por su pueblo “cuando
escuches la palabra de mi boca, le darás la alarma de mi parte”.
EL CENTINELA: VE MÁS ALLÁ
El “centinela” (Israel) tuvo suficiente fuerza para vivir en el exilio pero esperando el
retorno porque un profeta, poeta, visionario y con coraje, se dejó constituir en
Atalaya para anunciar lo que haría a la casa de Israel convertida en un cementerio
de huesos por la esperanza perdida: “Yo voy a abrir vuestros sepulcros, os voy a
sacar de vuestros sepulcros, pueblo mío y os voy a llevar a la tierra de Israel.
Infundiré mi espíritu en vosotros para que reviváis, os establecerá en vuestra tierra
y sabréis que yo, el Señor, lo digo y lo hago, oráculo del Señor (Ez 37,11-14).
El centinela tiene la misión de observar lo que sucede de lejos y de cerca para
advertir a otros no sean tomados por sorpresa. Los profetas a menudo dar alarmas
pero no son responsables con la información que dan. Un centinela o profeta nunca
puede excusarse de no haber visto porque no hablan con los ojos naturales sino
desde la visión que da la fe; es decir, desde el punto de vista de Dios. No son
observadores neutrales, su misión es dar razón de las intenciones de Dios quien no
desea la muerte sino la conversión y la vida (Ez 18,32).
La misión del centinela, profeta debe responder con la propia vida por la suerte de
quienes reciben el mensaje.
La segunda Alianza (NT) da un nombre a los centinelas y profetas (episcopos =
vigilante) y les exige presentarse santos ante Cristo (Col 1,28) “les escribo esto no
para apenarlos sino para advertirlos como mis amados hijos” (1 Cor 4,14).
La fidelidad en el misterio de ser centinela se cumple siendo “capaces de amonestar
a cualquiera” (Rom 15,14). Así lo hizo Ezequiel.
El centinela es el encargado de leer en la historia los signos de los tiempos, como
signos de esperanza: “si tu pones en guardia al malvado para que cambie de
conducta, si no cambia de conducta, él morirá por su culpa, pero tú has salvado la
vida” (primera lectura)
Cuando se pone un centinela como guardia es para salvar la cuidad pero si la
ciudad no es salva el centinela ha salvado su vida.
Pablo interpreta muy bien este oficio de centinela creyente cuando afirma en la
segunda lectura: “A nadie le debáis nada más que amor”. “Amarás al prjimo
como ti mismo”. Uno que ama a su prjimo no le hace dao y por eso amar es
cumplir la ley entera” (Rom 13,8-10).
Ser cristianos implica mantenerse siempre en deuda con los demás por el amor que
les debemos. A ese amor de Jesucristo desde la cruz se refiere Pablo en la primera
carta a los
Corintios: “El amor de la cruz no es celoso, no hace alardes, no procede con
bajeza”. Sin el amor del crucificado en el que amamos a los hermanos, la fe no
tiene valor porque el amor nace de Dios y vuelve a Dios en la reconciliación.
Lo mismo canta el aleluya en este domingo. Inicio de la semana de la paz: Aleluya,
Aleluya, Dios estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo, y a nosotros nos ha
confiado el mensaje de la reconciliación. Aleluya (2 Cor 19)
RESPETO A LA DIGNIDAD
Todo el Ca 18 del Evangelio de Mateo del cual leemos unos versículos trata, bajo
diferentes aspectos, de la realización y cumplimiento del amor con prioridad a los
débiles: “Quien escandalice a uno de estos pequeos que creen en mí” (Mt 18,6) y
al amor mutuo: “Si tu hermano peca….” (Mt 18,15)
La comunidad a la que escribió Mateo ya era un grupo heterogéneo habían
hermanos que no creían en el amor a los humildes, y líderes estaban más
preocupados por los honores que por los servicios, había incluso discípulos con
reprobación moral. ¿Qué hacer con ellos? Sin separar prematuramente el trigo y la
cizaña.
En la comunidad de Mateo fue necesario expulsar algunos por lo grave de sus
faltas. El evangelio de Mateo muestra como orientar los casos más difíciles, es la
parábola de la oveja perdida (Mt 18,10-14)
Para tener el coraje y la libertad de reprender se requiere de mucho amor y
respeto, ante todo la dignidad de la persona como hijo de Dios, significado en la
insistencia y paciencia: “llama a otro u otros dos, díselo a la Iglesia”. La paciencia
en el perdón que en este evangelio aparece como un proceso largo en el tiempo, se
debe slo a una razn: “no juzguéis…” (Mt 7,1), “No veáis la paja en el ojo del
hermano sino la viga que hay en el tuyo” (7,3) Y ganarse el hermano que es una
manera de salvar la comunión. La promesa a la paciencia en los procesos del
perdn son admirables: “os aseguro que todo lo atéis en la tierra (al amor y al
perdón) quedaré atado en cielo, y todo lo que desatéis (de oído o falta de perdón)
quedará desatado en el cielo.
Todo lo que los discípulos hacen en la tierra para salvar a sus hermanos asegura la
ayuda del cielo; sobre todo, cuando oran dos o más en común. Esto también hace
parte de la oración de la Iglesia.
¡Si Jesucristo no estuviera en la Iglesia como se podría entender que lo que es atar
y desatar en la tierra para que sea atado o desatada en el cielo!
El evangelio de Mateo comienza diciendo que Dios está con nosotros (Mt 1,23) y
termina con esta promesa del Resucitado a los once: “Yo estoy siempre con
ustedes, hasta el final de los tiempos” (Mt 28,20). Esta presencia es la que
mantiene la Iglesia en esperanza.
El Salmo 94 es una bella súplica de Jesucristo en relación a las dos primeras
lecturas y el Evangelio. Con razón es para ser proclamado y cantado en la liturgia.
“Ojalá escuchéis hoy su voz (de perdn) No endurezcáis el corazn (con la falta de
amor pecado) venid aclamemos al Señor, demos vítores a la roca que nos salva (de
nuestros juicios contra el perdón). Entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos” (de misericordia).
EVANGELIO
Mateo 18, 15-20
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«Si tu hermano peca, repréndelo a
solas entre los dos. Si te hace caso, has salvado a tu hermano. Si no te hace caso,
llama a otro o a otros dos, para que todo el asunto quede confirmado por boca de
dos o tres testigos. Si no les hace caso, díselo a la comunidad, y si no hace caso ni
siquiera a la comunidad, considéralo como un gentil o un publicano.
Os aseguro que todo lo que atéis en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo
que desatéis en la tierra quedará desatado en el cielo.
Os aseguro, además, que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para
pedir algo, se lo dará mi Padre del cielo. Porque donde dos o tres están reunidos en
mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos. »
SEMANA POR LA PAZ
¿DÓNDE ESTÁ LA PAZ?
Todos tenemos en el corazón poca, regular o mucha paz.
No importa que tengamos poca, usémosla compartiéndola durante esta semana.
De mucho compartirla nos vamos acostumbrando a vivir en paz.
La paz es un producto muy interesante porque no se pierde cuando se da. Dándola
se aumenta en el corazón que la comparte.
Aquí hay mucha gente sin paz por no haber tenido quien se la dé. Esta semana
demos paz para que también crezca en otros.
En una semana pueden empezar muchos pequeños procesos de paz y si van
aumentando tendremos más gente, familias, barrios; pueblos y ciudades en paz.
Así, lograremos tener un país en paz.
Si no aprovechamos está semana de la paz dándola, regalando paz nos coge más
ventaja la violencia.
QUIEN TIENE LA PAZ
Tiene paz el que perdona, quien habla bien de la gente, los que respetan la
dignidad de los otros. Los solidarios, los que estudian, quienes disfrutan del
silencio y la reflexión, los que se alegran haciendo y compartiendo cosas bellas, los
que no pierden tiempo, quienes le ponen calidad a sus oficios, los que nunca
murmuran sino que agradecen, los deportistas, los honestos, todos los que hacen
bien y quienes luchan contra el mal. Todos los que mantienen reconciliados con
Dios y sus hermanos todos que no aparecen en esta lista pero están en paz. De
todos estos esperamos el don de la paz.
TRABAJEMOS POR LA PAZ
1. VER
Ver es más mirar una situación y la de mi entorno desde la paz.
En que dimensión de mi vida tengo más paz:
Afectiva - Económica- el estado – el trabajo – la relación de pareja – la salud - el
deporte - la profesión - la familia - la sociedad – el barrio.
¿Desde cual o cuales dimensiones puede compartir la paz?
¿En cuál de las anteriores dimensiones pierdo con frecuencia o tengo hace tiempo
perdida la paz?
¿Qué es lo que me quita fácilmente la paz?
¿Estando joven porqué no me siento en paz?
¿Cuáles son mis injusticias que me quitan a mí y a otros la paz?
2. JUZGAR
Juzgar es mirar mi situación de paz desde Jesucristo y el evangelio fuente de paz
personal y social.
Dicen que todos los paisas somos muy solidarios. La semana del 4 al 11 de
septiembre (Semana por la Paz) la Pastoral te invita a usar la paz todos los días
para irnos acostumbrando a vivir en paz. Dar paz en la casa, en el barrio, en el
colegio, o en la universidad, dar paz en el bus, el taxi o el metro, compartir paz con
todos los que nos encontramos.
No importa que tengas poca paz, úsala compartiéndola con otros. Es un producto
muy interesante porque no se pierde cuando se da sino que aumenta en el corazón
dde quien la comparte.
Muchos no han tenido paz porque no hay quien se las dé.
Anima a otros durante esta semana a que den la paz que tienen para que también
crezca en ellos.
¿Qué es la paz?
Es difícil definirla, mejor describirla porque se conoce por los “signos”: “shalom”
(paz) en hebreo significa: plenitud, bendición, tranquilidad de conciencia, bienestar,
armonía en la vida y orden en todas sus dimensiones y relaciones, incluso con Dios,
puede ser sinónimo de victoria sobre el mal o de prosperidad.
Es mejor decir por donde pasa que donde está porque es dinámica pasa por: un
beso, un saludo de mano o un abrazo, por una palabra o un silencio, hay signos de
las manos, los ojos, la cara que son de paz, también escritos, películas, emails,
diversiones que son pacificas. El acopio de varios signos de estos en el corazón
produce paz y siembran paz.
De quien (s) podemos aprender a recibir paz.
Muchas personas dan signos de paz, unas están cerca y otros más distantes pero
todos ellos nos producen paz. Un abuelo, la madre Tierra, un papá justo, un
hermano (a) sincero o un amigo solidario, maestros (as), sabios y jefes amables,
comerciantes honestos y líderes transparentes. También recibimos paz de la
naturaleza y podemos tratar con paz a la naturaleza.
Recibimos paz de las buenas lecturas y el arte, particularmente la buena música.
¿Hay alguien en particular que nos dé paz?
Jesucristo es el único que ha vencido la muerte, fuente de todos nuestros miedos.
Si Jesucristo venció la muerte, vence también los signos de la muerte, enfermedad,
carencias, debilidades (el pecado).
El signo de la victoria de Jesucristo sobre la muerte y sus signos es la Resurrección.
La muerte y Resurrección de Jesús es la fuente de la paz, su muerte y signos de
muerte, que el hombre o mujer pueden amar, teniendo la victoria del amor de Dios
en el corazón. Porque podemos amar con el amor de Dios. En esto radica la paz y
Jesús como fuente de paz.
Para los creyentes la fuente y signo de la paz es Jesucristo. Para los no creyentes
la paz de Jesucristo es razonable. Jesucristo nos regalo la paz en términos de
reconciliación y vida compartida, en signos de inclusión y amor fáciles de entender,
relaciones entre los reconciliados (vida comunitaria) que fueran fraternales, sin
estructuras de estratos o dominio de unos sobre otros.
Desde la familia reconciliada y los pobres amados buscó una sociedad igualitaria sin
ricos y marginados pobres. Una sociedad solidaria donde las familias aportaran y
los pobres también compartieran su recurso humano. El mismo inicio el “Reino”
con su palabra y la vida de sus discípulos, (palabra y seguimiento). Una nueva
familia. Su interés no fueron grandes propuestas de globalizacin ofrecidos por “los
medios”.
A Jesús le interesa sembrar semillas de paz en la familia y los pobres. Familias no
individualistas, separadas o excluyentes, familias que supieran perdonarse y
reconciliarse para vivir en paz. Y los que no podían tener familia pudieran ser
acogidos y tener relaciones fraternales como signo de paz.
Los que viven reconciliados pueden compartir más signos de la vida en paz. La
reconciliación es previa a la paz, es lo más cercano a la paz por ser un amor de
intimidad.
Para Jesús es la familia reconciliada quien ofrece en la sociedad el don de la paz, lo
mismo los pobres por sus valores. Por eso a Jesús le interesó compartir con ellos y
para cualificar su dignidad de hijos de Dios. Quienes respetan la dignidad de los
pobres o cualquier otra persona tienen paz y su vida y es signo permanente de paz.
Jesús prefirió iniciar con las familias y los pobres un camino de paz hecho de
diálogo, Jesús nunca tuvo interés en la paz como tranquilidad temperamental,
Jesús nunca tuvo interés en la paz militar fundada en la victoria de mas
(vencedores) sobre otros (vencidos). Jesús nunca creyó en la paz económica por
tener más o ahorras más, menos como dádiva de los que tienen.
Jesús nunca pensó en cambiar estructuras para que diera como resultado la paz
Jesús buscó la convivencia de todos desde la reconciliación (paz).
A Jesús nunca le interesó hacer tratados de paz o treguas a la violencia sino hacer
la paz con comunidades reconciliadas, en medio de la corrupción y la violencia. Si
tuvo rupturas no fue para destruir a unos sino para construir entre todos una
familia y una sociedad en paz. Ahora y después que tuvieron el premio de la vida
eterna.
3. TEXTOS
Sal 85 conoce 2 (dos) ejemplos para decir que este Salmo se cumple.
“La misericordia y la verdad se agrazan, la justicia y la paz se besan”.
Miqueas 6,6-8: Explique práctica cumplir este texto de paz.
Filp 4,7-9: ¿A qué hay que dedicarse para tener paz?
Ef 6,14: armas para la paz.
Rom 5,1: Como tenemos paz con Dios
Mc 9,50: Relacione la “sal” con la paz
Lc 10,5: En quienes descansa la paz.
Jn 20,19. 21.26. si la paz es un don, hay que pedirlo.
4. ACTUAR
Actuar es cambiar mis criterios y realidades sobre la paz. Actuar equivale a
conversión.
Es el momento mas importante de la Semana por la Paz que incluye todos los
lugares y momentos de mi vida.
5. CONFLICTOS Y LA PAZ
Los conflictos son inherentes a la condición humana por las diferencias que
tenemos. Esas diferencias marcan las diversas maneras de concebir el mundo, las
formas de vivir, las costumbres, los valores, los afectos, etc. Entonces, lo esencial
no son los conflictos sino la manera de resolverlos.
Los conflictos pueden ser personales, comunitarios o sociales; pueden ser de
interés, de valores, de deseos, estructurales o coyunturales.
Es importante identificar el conflicto escuchando las otras personas sin dejar que
pase del diálogo a la discusión o la agresión verbal, del insulto a la agresión física y
de allí al deseo de eliminar la opinión del otro.
Es primordial, desde el diálogo, pensar en que debo y puedo yo ceder para que el
conflicto no vaya escalando posiciones. Es pedagógico pedirle a alguien que sirva
de mediador porque es malo en el conflicto pensar, desde el inicio, que no necesita
a nadie. El orgullo es mal consejero para los conflictos.
La mediación hace parte de la conciliación.
Cuando se busca la ganancia de ambas partes se puede dar un proceso de
cooperación, donde cada uno no solo escucha y comprende los interés, deseos y
valores del interlocutor, sino que se preocupa por la concesión o defensa de los
intereses, valores o deseos de la otra persona.
Lo importante es que el conflicto no se resuelve de manera violenta. Uno jamás
debe eludir problemas eliminando una de las partes. Eso fue lo que hizo Caín con
Abel, que terminó en un fratricidio.
No querer problemas es una actitud común pero es una puerta abierta para ir
engrandando la violencia.
También se llega a la violencia por la desconfianza en el otro y la falta de voluntad
de ceder en el momento oportuno. Los que siempre quieren ganar casi siempre
resultan siendo violentos.
Vale la pena valorar, por anticipado, los costos, las pérdidas materiales,
económicas y humanas que se tienen cuando no se solucionan a tiempo los
conflictos.
A nivel social después de toda confrontación armada se da un proceso de
negociación.
· LA RECONCILIACION Y LA PAZ
La reconciliación es un itinerario, un camino, que todos podemos recorrer no
importan el lugar en que estemos para poder llegar a la paz como si estuviéramos
volviendo a la casa paterna o a nuestro hogar.
El primero que nos reconcilia es Dios, por medio de la Iglesia: La palabra de Dios,
la enseñanza, los sacramentos; particularmente el sacramento de la Penitencia.
La reconciliación convierte al victimario y a la víctima en hombres nuevos porque
ambos se convierten; es decir, se sienten queridos por Dios y hermanos entre ellos:
“Toda persona que está en Cristo es una creacin nueva. Lo antiguo ha pasado, lo
nuevo ha llegado. Todo eso es obra de Dios, que nos reconcilio con él en Cristo y
que a nosotros nos encomienda el mensaje de la reconciliación. Porque en Cristo
estaba Dios reconciliando al mundo consigo, no tomando en cuenta las
transgresiones de los hombres, sino poniendo en nosotros la palabra de la
reconciliación. Somos pues embajadores de Cristo, como si Dios exhortara por
medio de nosotros. En nombre de Cristo os suplicamos: ¡Reconciliaos con Dios! (2
Cor 5,17-20).
Quien se reconcilia con Dios y con sus hermanos recibe como regalo la paz y supera
el instinto de vengarse. Con el perdón tratamos a los demás como quisiéramos que
ellos nos tratasen.
La paz es el mejor don pero una verdadera paz solo pasa por el perdón.
· SOMO UNA FAMILIA EN PAZ
“No os estiméis en más de lo que conviene; tened más bien una sobria estima
según la medida de la fe que otorgó Dios a cada cual. Pues, así como nuestro
cuerpo, en su unidad, posee muchos miembros, y no desempeñan todos los
miembros la misma función, así también nosotros, siendo muchos no formamos
más que un solo cuerpo en Cristo, siendo cada uno por su parte los unos miembros
de los otros.
Pero teniendo dones diferentes, según la gracia que nos ha sido dada, si es el don
de profecía, ejerzámoslo en la medida de nuestra fe; si es el ministerio, en el
ministerio, la enseñanza, enseñando; la exhortación, exhortando. El que da, con
sencillez; el que preside, con solicitud, el que ejerce la misericordia, con jovialidad.
Vuestra caridad sea sin fingimiento; detestando el mal, adhiriéndose al bien;
amándoos cordialmente los unos a los otros, estimando en más cada uno a los
otros; con un celo sin negligencia; con un espíritu fervoroso, sirviendo al Señor, con
la alegría de la esperanza; constantes en la tribulación; perseverantes en la
oración; compartiendo las necesidades de los santos; practicando la hospitalidad
(Rm 12,3-13).
PARA REFLEXIONAR
• Mantener unas relaciones sencillas sin sentirnos, ni tratar a los demás
como si fueran menos. Eso permitirá mantener entre nosotros un ambiente de
tranquilidad y paz.
• Sentirnos y tratarnos como un solo cuerpo, o una misma familia, en la
que todos somos necesarios y tenemos responsabilidades diferentes “Siendo cada
uno por su parte miembros unos de otros”. La comunin es un signo de paz.
• De acuerdo a nuestras cualidades (carismas) todos podemos hacer del
sitio en que vivimos ahora un lugar de convivencia “llevad mutuamente vuestras
cargas”. Es un buen camino de paz.
• Son más nuestras cualidades que nuestras limitaciones; pongámoslas al
servicio de la convivencia pacífica y asumamos con humildad las carencias para
mantener en nuestro interior y exterior la paz.
• Disfrutemos el bien y saquémosle el cuerpo al mal; no gocemos con el
mal sino con todo lo que tenga que ver con el bien, las cosas bellas, las palabras
respetuosas y tiernas, los gestos de bondad, los signos de solidaridad, son semillas
de paz.
• Dejemos expresar la ternura que hay en cada uno de nosotros “tengan
los mismo sentimientos de Jesucristo”. Esta es una manera de mantenernos en
paz.
• Mantengamos la oracin en las tribulaciones y compartamos en medio de
las necesidades, recibamos a todos con un corazón grande y limpio. Nuestro
corazón es una casa donde caben muchos porque es la casa de la paz.
NO HAY PAZ SIN JUSTICIA NO HAY JUSTICIA SIN PERDON
LOS POBRES Y LAPAZ
Ensancharíamos el corazón de paz si permitiéramos que los pobres entraran en él.
Eso requiere que no miremos los pobres como: los peligrosos, los desagradecidos,
los sucios, los que dañan y no dejan que sea bella la Ciudad, los desechables.
Cuando tenemos esa visión de los pobres es porque no hemos descubierto sus
valores. Parecen débiles pero son fuertes por los valores que poseen: son
hospitalarios, son tiernos, son serviciales, son solidarios, tienen fuerzas
sorprendentes de vida como la fiesta, el humor.
Con frecuencia confundimos a los pobres con los mendigos que requieren un
tratamiento y una intervención más cuidadosa porque si intervenimos mal podemos
hacer daños irreparables.
Los pobres hay que tenerlos y recibirlos con un profundo sentido de agradecimiento
a Dios para que se constituyan en fuente de paz y no en un peligro o riesgo, saber
mirar, escuchar y actuar con los pobres no sólo para ellos es un camino de
reconciliación que sirve de inmediato a la paz personal y social.
Los pobres son agentes de paz cuando en la atención a ellos caemos en cuenta en
los detalles que hacen detenernos, eliminar distancias y carreras para reconciliarnos
con la paz en el don de su paz.
Sin nuestra reconciliación con los pobres no será posible la paz social y tampoco la
nuestra.
PREGUNTAS
1. ¿Dónde está la paz?
2. ¿Quién tiene la paz?
3. ¿Cómo se da la paz?
4. ¿Y qué hacer con los conflictos?
5. ¿Cómo cuidar la paz?