XXIII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A
PODEMOS PERDONAR
La Palabra: “Si tu hermano peca, repréndelo a solas entre los dos; si te
hace caso, has salvado a tu hermano… Os aseguro que todo lo que atéis en
la tierra quedará desatado en el cielo” (Mt 18, 15-20).
1. En las primeras comunidades cristianas el bautismo era un compromiso
reflexionado seriamente y asumido con libertad, de modo que no se entendía cómo
un bautizado podía llevar una conducta en oposición a ese compromiso. Pero pronto
las comunidades sufrieron esa contradicción en su propio seno, y cada una buscó la
forma de solucionar el problema. En la comunidad donde escribe Mateo ya vemos el
proceso: primero hablas con el pecador a solas y le reprendes; si no te hace caso
llamas a otro u otros para que te ayuden, y después díselo a la comunidad; si ni
siquiera escucha la reprensin de la comunidad “consideradlo como un pagano”.
2. Y el evangelio de hoy aade: “os aseguro que todo lo que atéis en la tierra
quedará atado en el cielo, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en
el cielo”. Luego la comunidad cristiana, cuyos miembros todos son animados por el
mismo Espíritu, tiene el poder de perdonar; es comunidad de salvación y de perdón
porque es comunidad de amor y el amor verdadero “todo lo excusa y perdona
todo”. También nosotros, como algunos que vieron a Jesús curar y perdonar,
podemos admirarnos del poder que “Dios ha dado a los seres humanos”.
3. A partir del siglo III se organizó en la Iglesia la celebración de la penitencia y del
perdón. Y en esa organización obispos y presbíteros, presidentes de las
comunidades, son ministerios suscitados por el Espíritu para conceder el perdón. Es
la práctica que, validada en el Concilio de Trento en el siglo XVI , ha llegado a
nuestros días. Pero en todo caso es significativo que el poder de perdonar, que
según el evangelio de hoy recibe todo bautizado –“los que desatéis en la tierra
quedará desatado en el cielo”–, en otros pasajes evangélicos se concede a Pedro y
también a todos los Apóstoles. El poder de perdonar que reciben obispos y
presbíteros no invalida, más bien supone la invitación a perdonar siempre que se
hace a cada bautizado. Una vocación que deja su eco en la conciencia de todos los
seres humanos trabajados continuamente por el Espíritu. Se abre una posibilidad
para todos los cubanos, los de fuera y los de dentro, que cada vez más anhelan una
verdadera reconciliación, para que Cuba sea la casa de todos.
Fray Jesús Espeja, OP
Con permiso de Palabranueva.net