XIV Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A
ACTUAR CON EL ESPÍRITU DE JESÚS
La Palabra: “Aprended de mí que soy manso y humilde de corazn” (evangelio: Mt
11, 25-30).
1. Lo primero que nos dice el evangelio es la intimidad única de Jesús con Dios a
quien experiment como ternura infinita: “te doy gracias, Padre, Seor del cielo y
de la tierra”. Luego, Dios es seor amando, siendo “Abba”. En el arameo de Galilea,
región donde vivió Jesús, esta palabra expresa los sentimientos que inspira una
madre a su hijo arrullado entre sus brazos maternos, y la confianza que da un
padre al niño pequeño agarrado de su mano. Esos ejemplos nos permiten
vislumbrar cómo fue la intimidad de Jesús con Dios.
2. En esa intimidad, Jesús experimentó que Dios se conmueve ante los
sufrimientos de los seres humanos y se pone al lado de los sencillos, de los pobres
que desde su situación entienden y reciben con alegría el evangelio. En cambio
Jesús constata que los soberbios rechazan esa manifestación de Dios como ternura
infinita que quiere la vida para todos: “Has escondido estas cosas a los sabios y
entendidos”. Estos eran, en tiempo de Jesús, los que se creían dueños absolutos en
el ámbito religioso y en la organización social. A estos no es que Dios no quiera
revelarse, sencillamente no puede, ¿por qué? Dios está más íntimo a nosotros que
nosotros mismos; a todos nos habla en nuestra conciencia; pero si no abrimos el
corazón a esa llamada para que su presencia de amor transforme nuestra
existencia, Dios no se puede manifestar en ella. El hombre o la mujer soberbios
pretenden ser absolutos, falsean su condición de criaturas y no dejan que Dios-
amor se revele o manifieste como único señor
3. “Aprended de mí que soy manso y humilde de corazn”. Jesús de Nazaret actu
siempre como servidor de todos, sin arrogancia ni ambición de protagonismo; por
eso fue la imagen transparente de cómo es Dios: todo poderoso en el amor hasta
entregar la propia vida para que todos puedan vivir. Y Jesús propone su modo de
actuar como el camino de salud para todos: ser humildes, reconocer que ninguno
somos absolutos seores de de los demás; “humus” en latín significa tierra,
caducidad. Aceptando nuestra verdad de criaturas, los soberbios se liberarán de la
obsesión por tener más y dominar, mientras los pobres serán liberados de su
miseria y podrán ser sujetos activos en la construcción de una sociedad más
fraterna. Jesús de Nazaret vivi y muri pensando no tanto en “qué será de mí”,
sino “que será de los demás”, especialmente de los que no tienen, ni saben ni
pueden. Esa lógica del amor puede ser buen indicativo no sólo para la conducta de
cada persona sino también para la forma de organización sociopolítica.
Fray Jesús Espeja, OP
Con permiso de Palabranueva.net