EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Sábado de la XXIV Semana del Tiempo Ordinario
Primera Carta de San Pablo a Timoteo 6,13-16.
Yo te ordeno delante de Dios, que da vida a todas las cosas, y delante de Cristo
Jesús, que dio buen testimonio ante Poncio Pilato:
observa lo que está prescrito, manteniéndote sin mancha e irreprensible hasta la
Manifestación de nuestro Señor Jesucristo,
Manifestación que hará aparecer a su debido tiempo el bienaventurado y único
Soberano, el Rey de los reyes y Señor de los señores,
el único que posee la inmortalidad y habita en una luz inaccesible, a quien ningún
hombre vio ni puede ver. ¡A él sea el honor y el poder para siempre! Amén.
Salmo 100(99),2.3.4.5.
Sirvan al Señor con alegría, lleguen hasta él con cantos jubilosos.
Reconozcan que el Señor es Dios: él nos hizo y a él pertenecemos; somos su
pueblo y ovejas de su rebaño.
Entren por sus puertas dando gracias, entren en sus atrios con himnos de alabanza,
alaben al Señor y bendigan su Nombre.
¡Qué bueno es el Señor! Su misericordia permanece para siempre, y su fidelidad
por todas las generaciones.
Evangelio según San Lucas 8,4-15.
Como se reunía una gran multitud y acudía a Jesús gente de todas las ciudades, él
les dijo, valiéndose de una parábola:
"El sembrador salió a sembrar su semilla. Al sembrar, una parte de la semilla cayó
al borde del camino, donde fue pisoteada y se la comieron los pájaros del cielo.
Otra parte cayó sobre las piedras y, al brotar, se secó por falta de humedad.
Otra cayó entre las espinas, y estas, brotando al mismo tiempo, la ahogaron.
Otra parte cayó en tierra fértil, brotó y produjo fruto al ciento por uno". Y una vez
que dijo esto, exclamó: "¡El que tenga oídos para oír, que oiga!".
Sus discípulos le preguntaron qué significaba esta parábola,
y Jesús les dijo: "A ustedes se les ha concedido conocer los misterios del Reino de
Dios; a los demás, en cambio, se les habla en parábolas, para que miren sin ver y
oigan sin comprender.
La parábola quiere decir esto: La semilla es la Palabra de Dios.
Los que están al borde del camino son los que escuchan, pero luego viene el
demonio y arrebata la Palabra de sus corazones, para que no crean y se salven.
Los que están sobre las piedras son los que reciben la Palabra con alegría, apenas
la oyen; pero no tienen raíces: creen por un tiempo, y en el momento de la
tentación se vuelven atrás.
Lo que cayó entre espinas son los que escuchan, pero con las preocupaciones, las
riquezas y los placeres de la vida, se van dejando ahogar poco a poco, y no llegan a
madurar.
Lo que cayó en tierra fértil son los que escuchan la Palabra con un corazón bien
dispuesto, la retienen, y dan fruto gracias a su constancia.
Leer el comentario del Evangelio por
San Amadeo de Lausana(1108- 1159),cisterciense, después obispo
Homilía VI; SC 72
«El ha dado el fruto abundante»
El ha caído en tierra y ha muerto y ha dado mucho fruto(Jn 12,24). Se ha
dejado caer como una semilla para recolectar en la siega al género humano.
¡Dichoso el seno de María donde la misma semilla ha tomado raíz! Dichosa ella a
quien se ha dicho: «Tu seno es como un montón de trigo, rodeado de licor»(Ct 7,
3). ¿No es como un montón de trigo, el seno de la Virgen, dilatado bajo la acción
del que ha caído en él, y dónde ha levantado toda la siega de los rescatados? Si,
nosotros mismos muertos al pecado, renacemos en Cristo en la fuente bautismal
por el baño de la regeneración, a fin de vivir en el que ha muerto por todos.
También el apóstol dice: «Vosotros todos que habéis sido bautizados en Cristo, os
habéis revestido de Cristo»(Gal 3, 27). De un solo grano vienen por tanto
numerosas cosechas, de un grano salido del seno de la Virgen María.
El es llamado «montón» de trigo, no tanto a causa del nombre de los
rescatados, sino a causa de la fuerza de esta semilla, por la eficacia del sembrador,
más bien que por la abundancia del aquellos que cosechan. ¡Es tú Hijo, María! El es
el que por ti ha resucitado de los muertos y en tu carne ha subido por encima de
los cielos, para llenar todas las cosas. Tú estás en posesión de la alegría, oh
Bienaventurada; tú has recibido en herencia el objeto de tu deseo, la corona de tu
cabeza... Alégrate y sé dichosa, pues ha resucitado el que es tu gloria. Tú te
alegras de su concepción, tú has sido afligida en su Pasión. Tú te alegras de su
resurrección ahora. Nadie te quitará tu alegría, pues Cristo resucitado no muere
más, la muerte no tiene dominio sobre él(Rm 6, 9).
servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”