Domingo de Resurrección
EL ANHELO SE HA HECHO REALIDAD
La Palabra: “Notros somos testigos: Dios resucit a Jesús” (primera lectura).
1. Cuando entramos en nuestra propia intimidad hay siempre un latido de vida y de
felicidad sin límites. Aunque la dura realidad de la muerte nos amenaza como
sombra muda y sorda, siempre andamos inventando proyectos que responden a
ese deseo de vida sin muerte. Porque nuestros sueños son de infinitud, en la
historia bíblica fue surgiendo poco a poco la esperanza de una victoria de la vida
sobre la muerte. Según los evangelios, ya Jesús abrigaba la confianza en esa
victoria; participaba así de la fe que tenían en aquel tiempo la mayoría de los
judíos.
2. La resurrección de Jesús es un acontecimiento que tuvo lugar en nuestra
historia. Pero sólo tenemos acceso al mismo por la fe: por un encuentro
interpersonal en el que Dios tiene la iniciativa. Según los relatos evangélicos,
Jesucristo, lleno de vida después de la muerte, irrumpió en la vida de sus
discípulos, “se dej ver”. La experiencia creyente o encuentro personal y
comunitario con el Resucitado llevó a la confesión: la resurrección de Jesús es un
acontecimiento real, no inventado. Jesucristo vive, “nosotros somos testigos” y
estamos dispuestos a dar testimonio hasta con la propia vida. Fue la experiencia
común que cada evangelista expresa con su peculiar género literario. En el
bautismo, Jesucristo resucitado entra en la vida de cada persona, podemos decir
que también “se le aparece”. Creemos que Jesucristo vive, no por un discurso
racional, sino porque lo experimentamos vivo y activo dentro de nosotros. A ese
encuentro interpersonal llamamos fe cristiana.
3. La comunidad cristiana sigue experimentando y confiesa: “este es el día en que
actu el Seor venciendo a la muerte”. Es artículo central en la fe cristiana, no
invención de un discípulo carismático. Según el evangelio de hoy, aunque el
discípulo amado intuye y corre más que Pedro, al llegar al sepulcro queda afuera
esperando a que el representante oficial de la comunidad cristiana proclame la fe de
la misma. En este acontecimiento los cristianos gustamos la intervención de Dios
capaz de dar vida a los muertos, de llamar a las cosas que no son para que sean.
Hemos recibido la noticia que por fin responde al anhelo que desde siempre ha
golpeado a los seres humanos: la victoria de la vida. Lo que ha ocurrido en
Jesucristo ya está ocurriendo de algún modo en todos los mortales, pues “en cierto
modo el Hijo de Dios se ha unido a todo ser humano” (Concilio Vaticano II).
Fray Jesús Espeja, OP
Con permiso de Palabranueva.net