Encuentros con la Palabra
Domingo XXIV Ordinario – Ciclo A (Mateo 18, 21-35)
“(...) hasta setenta veces siete”
Hermann Rodríguez Osorio, S.J.*
Cuando las 220 familias de las comunidades de Bojayá, Vigía del Fuerte y otros pueblos
del Chocó y Antioquia, a orillas del río Atrato regresaron a sus viviendas, después de la
masacre que cometió la guerrilla de las FARC en medio de ellos, todo el pueblo
colombiano quedó admirado de la dignidad de este pueblo. El 2 de mayo de 2002 un
enfrentamiento entre la guerrilla y los paramilitares ocasionó una de las más graves
tragedias ocurridas en la historia de nuestro país: 119 personas murieron, víctimas de un
ataque de la guerrilla, mientras estaban refugiadas bajo el amparo del Templo parroquial
de Bojayá. Las familias regresaron a su terruño en varias embarcaciones, una de las
cuales llevaba el significativo nombre de El Arca de Noé . Como en el relato bíblico, el arco
iris de la paz se convirtió en señal de la alianza de Dios con su pueblo. Pero no todo está
solucionado. Sigue habiendo presencia de la guerrilla y de los paramilitares en la región.
Sin embargo, la gente no quería seguir desplazada y regresaron con las pobres garantías
que les ofreció el gobierno.
Serafina, una de las señoras que regresó a Bojayá junto con su familia, comentaba: “Me
gustó lo de las coplas y las pancartas. Pero la música no. Yo siento que todavía estamos
de luto. (...) La familia no la hace la sangre sino la gente que vive con uno. A mí se me
murió un primo, pero también casi 70 amigos y vecinos”. No estaban para fiestas ni
celebraciones. La memoria de los muertos sigue viva en medio de este pueblo.
Junto a esta realidad, a nivel mundial se recordaba con dolor la tragedia que vivió el
pueblo norteamericano, y el mundo entero, en el año 2001, lo mismo que las represalias
que esta acción terrorista produjo hacia el pueblo afgano y el mundo árabe. Hemos vivido
otras tragedias, como las de Madrid, Londres y otros países. El dolor es tanto que no
queda sino preguntarnos: ¿Cómo decirle a estas gentes de Bojayá o de tantas partes que
no deben perdonar siete veces, sino setenta veces siete? ¿Cómo explicar a una persona
que ha sido maltratada o que ha perdido a sus seres queridos, que Jesús nos invita a
perdonar como él nos perdona? ¿Perdonar es olvidar?
Aprender a perdonarse a sí mismo y dejarse perdonar es un artículo escrito por el P. Juan
Masiá Clavel, S.J. y publicado en un libro que lleva por título “ 14 aprendizajes vitales”, de
la colección Serendipity Maior, que ya completa siete ediciones. En este artículo el P.
Masiá afirma que en toda experiencia humana en la que ha habido una herida de alguien
hacia su prójimo, existen dos víctimas: la persona agredida y la persona agresora: “La
víctima no es solamente la otra persona a la que yo he herido, sino yo mismo. Al hacer
mal a otra persona, me he perjudicado a mí mismo”.
Desde esta perspectiva, la parábola que Jesús nos cuenta este domingo nos invita a
colocarnos de ambos lados de la experiencia: a veces somos personas perdonadas, pero
no sanadas... el perdón de Dios y de los demás no nos garantiza que después nos
hagamos capaces de misericordia y compasión. Otras veces herimos y somos heridos
cuando herimos. La víctima no es sólo el que es lastimado; también el agresor es víctima
que hay que salvar. Esto es, precisamente, lo que Jesús quiere que sus discípulos
entiendan y vivan con el milagro del perdón.
* Sacerdote jesuita, Decano académico de la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Javeriana – Bogotá
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