Solemnidad. Epifanía del Señor.
“DONDE SE MANIFIESTA DIOS
La Palabra: “¡Levántate, Jerusalén, que llega una luz”. Los Magos “vieron
una estrella y se pusieron en camino, llegaron a Belén y adoraron al niño”.
1. Luz es sinónimo de vida y de felicidad. Porque la oscuridad y las dudas
ensombrecen nuestro presente y nuestro porvenir, mientras sentimos dentro de
nosotros el anhelo de felicidad sin límites, más o menos conscientemente buscamos
una luz, un motivo para esperar e ir construyendo el futuro. En esta situación,
podemos acudir a una divinidad alejada de nosotros, a ver si por fin interviene,
ilumina nuestra ruta y salimos de dudas. Pero muchas veces, aunque hagamos
largas oraciones esa divinidad parece que no despierta, no responde, y seguimos
nadando como podemos en medio de las tinieblas.
2. El itinerario de los Magos, unos paganos, puede ser revelador para nosotros:
“hemos visto salir una estrella”. Dentro de cada uno de nosotros, en el sagrario de
nuestra conciencia, está Dios mismo como anhelo de felicidad sin límites: hay en
nosotros un deseo que no acallan todas las metas históricas. Reclamo que a la vez
es luz e impulso para seguir adelante. Cuando escuchamos esa voz que nos habita,
recibimos nuevos ojos para ver que todos los seres humanos y todas las realidades
creadas son en cierto modo manifestación o epifanía de Dios. No sólo a los que
conocemos el evangelio, sino a todos los seres humanos ilumina la Palabra que es
Jesucristo.
3. Iluminados con esa luz interior, los Magos miraron de otra forma los astros del
cielo y ahí descubrieron la huella de Dios. Pero dieron un paso más: “se pusieron en
camino”; salieron de su propia tierra y emprendieron una trabajosa búsqueda,
siempre guiados por la estrella cuyo resplandor singular descubrieron
inesperadamente. Esa misma luz les permitió descubrir en un niño pobre y
desvalido al Salvador: “vieron a un niño y adoraron a Dios”. Que dejemos emerger
en nosotros la luz de Dios que nos habita. Que podamos mirar con ojos limpios para
descubrir signos de esperanza en las personas y en la sociedad. Que, saliendo de
nuestras propias cenizas nos pongamos en camino, para descubrir y adorar a Dios
en los seres humanos, en el niño desvalido y en tantos excluidos de latierra. Sólo
en esa opción se puede mantener viva nuestra esperanza.
Fray Jesús Espeja, OP
Con permiso de Palabranueva.net