II Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A
“EL QUE QUITA EL PECADO DEL MUNDO”
La Palabra: Juan el Bautista vio a Jesús que venía hacia él, y exclamó:
“este es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo”.
1. Vivimos una cultura donde lo más importante es gozar a costa de quien sea y de
lo que sea. Se prescinde de Dios y la religión, mientras el pecado parece cosa de
otros tiempos. Sin embargo, hay en la existencia humana y en nuestra relación con
los otros una serie de incoherencias que falsean y desfiguran a nuestra humanidad.
A esto se refiere san Pablo en una de sus cartas, cuando dice que todos somos
capaces de “matar la verdad con la injusticia”; eso es pecado. Si utilizo al otro
como si fuera una cosa, estoy negando su verdad como persona e imagen del
Creador. Mato también mi propia verdad pues pretendo ser Dios absoluto cuando
sólo soy imagen. Y estoy olvidando que Dios Amor es el único señor que a todos
nos hace hijos y hermanos.
2. ¿Quién no experimenta estas incoherencias y estas mentiras en su propia
conducta? ¿Quién no ha sufrido esa dura tensión de hacer muchas veces lo que
comprende que está mal, y de no hacer aquello que debía? Es necesario que
avivemos la conciencia de pecado, no por miedo a una divinidad que siempre nos
amenaza con un palo, sino por el deseo de alcanzar el desarrollo auténtico de
nuestra humanidad. El pecado va en primer lugar y directamente contra nosotros
mismos.
3. Jesús de Nazaret fue hombre totalmente libre de falsos absolutos, siempre
abierto con amor hacia los demás. Según los evangelios no se dejó dominar por el
ansia de tener, de figurar o de poder para dominar. Fue totalmente humano porque
no hubo mentira en su proceder. En el nacimiento, en la conducta histórica y en la
muerte de Jesús, Dios estaba con él humanizando a la humanidad y abriendo un
camino para todos. Haciéndose cargo y cargando con todos nuestras incoherencia.
Ese mismo Dios, padre y madre, que nos ama, también está en nosotros, como
Espíritu de vida, para que re-creemos en nuestra propia historia la conducta de
Jesús.
Fray Jesús Espeja, OP
Con permiso de Palabranueva.net