III Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A
“CONVERSIÓN AL REINO DE DIOS”
La Palabra: “Jesús comenzó a predicar diciendo: convertíos porque está
cerca el reino de Dios”.
1. “Reino de Dios” es símbolo de una utopía que una y otra vez mantiene viva la
esperanza en el pueblo donde se escribió la Vida. Un tiempo paradisíaco donde el
lobo feroz y el cordero indefenso vivirán juntos y en paz. Cuando los humanos en
vez de forjar lanzas y espadas para matarse, invertirán los recursos en fabricar
arados y podaderas. En nuestra cultura diríamos: se acabarán las violencias e
imposiciones de unos pueblos sobre otros, y en vez de inventar armamentos cada
vez más sofisticados para matar, la técnica servirá para producir más recursos y
distribuirlos con equidad entre todos. Simplificando mucho podríamos decir que
“reino de Dios” es lo que ocurre cuando mujeres, hombres y pueblos tienen como
único señor de su vida y de sus pasos a Dios, Amor incondicional que quiere la vida
en plenitud para todos.
2. El “reino de Dios”, esa nueva sociedad en que de algún modo todos soñamos, ya
está irrumpiendo. Ha llegado ya en el acontecimiento de Jesucristo: la nueva
humanidad que se ha manifestado y ha procedido sólo por amor. Está llegando en
esa comunidad que llamamos Iglesia, signo y proclamación de la salvación y oferta
del camino para legar a la perfección humana que ha tenido ya lugar en Jesucristo.
Y el reino de Dios está irrumpiendo en el corazón de todos los seres humanos que,
gracias al Espíritu, se abren a la buena noticia y tratan de ser testigos elocuentes
de la misma. Es el reino de verdad y de justicia, de amor y de fraternidad que crece
ya en todos los rincones de nuestro mundo.
3. Una y otra vez los seres humanos y los pueblos, movidos por el Espíritu que ya
los trabaja, han hecho proyectos económicos y políticos buscando ese reino. Son
mesianismos intrahistóricos que, una y otra vez, por una serie de factores
imprevisibles, se quedan a medio camino. Los cristianos confesamos que Jesús de
Nazaret, con su forma de vivir y de morir, es el verdadero Mesías. Según el
evangelio, él es camino, verdad y vida que puede inspirar, sanar y perfeccionar
todos los proyectos sociopolíticos de liberación humana que podemos y debemos ir
construyendo. Porque Jesús pensó, vivió y actuó desde Dios, recorría las aldeas de
Galilea, anunciando la buena noticia de Dios, “curando las enfermedades y
dolencias del pueblo”. Jesús es referencia de verdad para las necesarias
liberaciones intrahistóricas que los hombres y los pueblos vamos logrando.
Fray Jesús Espeja, OP
Con permiso de Palabranueva.net