V Domingo de Cuaresma, Ciclo A
“DIOS ES COMPASIÓN”
La Palabra de Dios: “Viendo llorar a María, hermana del fallecido Lázaro, y
a los judíos que la acompañaban, Jesús sollozó muy conmovido”
(Evangelio).
1. El primer domingo de Cuaresma nos preguntábamos: “convertirnos ¿a qué
divinidad?”. Nuestros miedos, ambiciones y fantasmas ante las muchas limitaciones
que nos entristecen, hacen que todas y todos nos fabriquemos imágenes de la
divinidad a nuestra medida que, una vez fabricadas, nos culpabilizan y atormentan.
Es frecuente incluso en muchos cristianos la imagen de un Dios indiferente y
alejado, alejado de sus criaturas y preocupado únicamente por su honor.
2. El evangelio de hoy cuenta que Jesús, viendo llorar a los familiares de su amigo
Lázaro que había muerto, “solloz muy conmovido”. Y los cristianos confesamos
que en esa conducta histórica de Jesús se revela cómo es y como actúa Dios mismo
con nosotros. Jesús experimentó a Dios como amor incondicional. Como un padre
que no guarda para sí su herencia sino que sólo sabe amar y da todo a sus hijos;
incluso cuando estos se echan a perder, los mira con esperanza y mantiene sus
brazos abiertos; así lo sugiere la parábola del hijo pródigo que podríamos titular
“del padre inexplicablemente bueno”.
3. El evangelio nos presenta una vocacin sublime: que seamos “perfectos como el
Padre celestial”. Y según el mismo evangelio, esto se traduce: “sed compasivos”. La
experiencia de la compasión de Dios inspiró y dinamizó toda la existencia y
actividad de Jesús: “movido a compasin” cur a leprosos, abri los ojos de los
ciegos, y multiplicó los panes para saciar el hambre de las multitudes agotadas.
Jesús es el primer testigo de la compasión de Dios, y nos invita siempre a seguirle,
re-creando su propia conducta en nuestra propia historia. La parábola del buen
samaritano es todo un símbolo de la verdadera conversión cristiana: al ver un
hombre maltratado y medio muerto, “se le revolvieron las entraas”, rompi todos
sus programas, se inclinó con amor hacia el desvalido, y se puso totalmente a su
servicio para curarlo. La parábola indica el verdadero camino de la conversin: “ve
y haz tú lo mismo”.
Fray Jesús Espeja, OP
Con permiso de Palabranueva.net