Jueves Santo en la Cena del Señor
LO QUE CUENTA ES EL AMOR
La Palabra de Dios: “Les he dado ejemplo, para que ustedes hagan lo
mismo” (Evangelio).
1. Jesús de Nazaret vivió y actuó apasionado por construir un mundo de felicidad
para todos; curó enfermos, infundió confianza en los pobres y excluidos, invitó una
y otra vez, con palabras y gestos, a los soberbios y arrogantes para que se
liberaran de sus ídolos o falsos absolutos que son el tener, poder, aparentar, y
gozar inmediatamente y lo más posible a costa de quien sea y de lo que sea. Pero
la respuesta fue la que los hombres damos una y otra vez: eliminemos al profeta.
En vez de huir o renunciar a su proyecto –esa nueva humanidad evocada en el
símbolo “reino de Dios”– Jesús siguió adelante.
2. Horas antes de ser detenido y condenado a muerte, Jesús celebró una comida
para despedirse de sus discípulos más próximos. En ella manifestó lo que había
intentado en su vida y cómo interpretaba él su muerte. Cuando parecía que todo
estaba perdido y no había porvenir, Jesús se entrega incondicionalmente: aquí está
mi carne y mi sangre, mi persona, con toda mi vida, con lo que he dicho y hecho:
“tomad y comed”. Y esto mismo dio a entender en otro gesto inaudito dentro de
aquella cultura judía: siendo maestro y señor, actuó como un esclavo; se despojó
de su manto, se ciñó con el mandil del servidor y, arrodillándose delante, lavó los
pies de cada discípulo.
3. Pedro no entiende ni acepta este cambio de perspectiva: ¿no es Jesús el
Libertador político que a todos someterá con su poder? Pedro expresa la mentalidad
que todavía hoy tenemos incluso muchos cristianos. En esa mentalidad se
comprende que, cuando las cosas se ponen mal y llega la humillación, no
soportemos el fracaso y la esperanza se nos muera entre las manos. Cuando Jesús
lavó los pies a sus discípulos, dijo: “les he dado ejemplo para que ustedes hagan lo
mismo”. Al celebrar la eucaristía debemos recordar no sólo un gesto que Jesús hizo,
sino cuándo lo hizo: “en vísperas de su muerte”, cuando no había futuro
humanamente posible, y sólo el Padre puede ser fundamento de la esperanza.
Fray Jesús Espeja, OP
Con permiso de Palabranueva.net