San Lucas 7, 36-50:
“Quién es este hombre, que llega hasta perdonar los pecados?”
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds
1. UN FARISEO INVITÓ A JESÚS A COMER CON ÉL
Un fariseo invitó a Jesús a comer con él, esto es un miembro del pueblo judío, que se
caracterizada por su rigor y austeridad en el cumplimiento de la letra de la ley y en la atención a
los aspectos externos de los preceptos religiosos, también conocido hoy por nosotros como un
hipócrita, especialmente en lo religioso o en lo moral, ellos eran enemigos del Señor, sin
embargo este fariseo ha invitado a Jesús a su casa a cenar.
Todo el que invite a Jesús a su casa para estar junto a él, tiene la esperanza de que el Señor
acceda, aún más, El quiere ser invitado por todos nosotros.
Jesús entró en la casa y se sentó a la mesa. Seguramente por ser una invitado tan especial,
este fariseo de nombre conocido, Simón, había invitado a mucho otros amigos, y Jesús se
debe haber sentado a la mesa donde habrían otros comensales, y sumemos a esto la mujeres
de la cocina y los sirvientes y otros que al enterarse de la presencia de Cristo fueron hasta allí.
2. SUPO QUE ESTARÍA JESÚS, Y CUAL FUE EL INTERÉS DE IR HASTA ALLÍ
Entonces una mujer, de la cual se dice que es una pecadora que vivía en la ciudad, al
enterarse de que Jesús estaba comiendo en casa del fariseo, se presentó con un frasco de
perfume.
Como se enteró de esta cena, porque supo que estaría Jesús, y cual fue el interés de ir hasta
allí y como entró a la casa del fariseo, no solo demuestra lo importante de la comida, es el
invitado el que da el realce, dignidad y resplandor. Quizás, los vecinos se agruparon a la puerta
para ver pasar y esperar ver entrar al invitado y en ese minuto ella pudo entrar a la casa,
porque le hacia ilusión acercarse a Jesús.
Estamos frente a un hecho que hoy tendría una resonancia y divulgación tendenciosa, alguien
podría decir, sobre la libertad de que entrara una pecadora o una prostituta a una comida, y
más aún, se presenta con una frasco de perfume.
3. SE PUSO A LLORAR A SUS PIES, LUEGO COMENZÓ A BAÑARLOS CON SUS
LÁGRIMAS
Y colocándose detrás de Jesús, se puso a llorar a sus pies, luego comenzó a bañarlos con sus
lágrimas; los secaba con sus cabellos, los cubría de besos y los ungía con perfume.
Esta actitud de esta mujer debe haber causado asombro no solo del fariseo anfitrión, también
de lo invitados, que seguramente al verla se estaban escandalizando, y muy asombrado por el
comportamiento tan respetuoso y amoroso de Jesús con la pecadora.
Seguramente la pecadora sentía la mirada quemante de los fariseos, pero esta se contrastaba
con la sedante, amorosa y pacificadora mirada de Jesús.
4. SI ESTE HOMBRE FUERA PROFETA, SABRÍA QUIÉN ES LA MUJER
Al ver esto, el fariseo que lo había invitado pensó: "Si este hombre fuera profeta, sabría quién
es la mujer que lo toca y lo que ella es: ¡una pecadora!".
Este hecho revela que el fariseo tenía bien identificada a la mujer, sabía que tipo de persona
era. Pero lo más importante que se demuestra, es que todo hombre o mujer puede acercarse
con confianza a Jesús, todo pecador es recibido por Cristo.
Al ver que Jesús se deja tocar por la mujer, ni el fariseo ni los comensales se atreven a
criticarlo de viva voz; el fariseo lo piensa por dentro, no reconociendo a Jesús como profeta,
sino solamente como maestro
5. ¿CUÁL DE LOS DOS LO AMARÁ MÁS?
Pero Jesús le dijo: "Simón, tengo algo que decirte". "Di, Maestro", respondió él. "Un prestamista
tenía dos deudores: uno le debía quinientos denarios, el otro cincuenta. Como no tenían con
qué pagar, perdonó a ambos la deuda. ¿Cuál de los dos lo amará más?". Simón contestó:
"Pienso que aquél a quien perdonó más". Jesús le dijo: "Has juzgado bien".
Jesús le llama Simón, por su nombre, pero a la pecadora pasa a ser “cierta mujer”, sin nombre,
pero reconocida en el pueblo como pecadora. Pero dejemos en claro que no necesariamente
ha de ser prostituta, pues bastaba con ser esposa de un recaudador de impuestos para ser
designada como tal, también esta mujer pudo entrar en al comedor, porque era costumbre que
los no invitados pudieran hacerlo para mirar, lo que llama la atención que entrase en casa de
un fariseo, eso significaría que este no fuese de los más estrictos e intransigentes que
rechazaban todo trato con la gente pecadora.
6. ENTRÉ EN TU CASA Y TÚ NO DERRAMASTE AGUA SOBRE MIS PIES
Y volviéndose hacia la mujer, dijo a Simón: "¿Ves a esta mujer?". Entré en tu casa y tú no
derramaste agua sobre mis pies; en cambio, ella los bañó con sus lágrimas y los secó con sus
cabellos. Tú no me besaste; ella, en cambio, desde que entró, no cesó de besar mis pies. Tú
no ungiste mi cabeza; ella derramó perfume sobre mis pies.
Si Simón no le dio agua para los pies, ella se los riega con lágrimas y se los seca con sus
cabellos. Si Simón no le mostró su amistad besándolo, ella le besa los pies sin parar; si Simón
no le ha echado ungüento en la cabeza, ella le unge los pies con perfume, símbolo del amor.
La “pecadora” sabe con quién está; tal vez Simón no se ha dado cuenta; para éste, Jesús es
sólo un maestro, de dudoso comportamiento, pero no un profeta, capaz de dar vida.
7. "TU FE TE HA SALVADO, VETE EN PAZ".
El Señor, se bebe haber enternecido, ¿como no conmoverse frente a un llanto de amor?,
entonces Jesús le dice: Por eso te digo que sus pecados, sus numerosos pecados, le han sido
perdonados. Por eso demuestra mucho amor. Pero aquél a quien se le perdona poco
demuestra poco amor". Después dijo a la mujer: "Tus pecados te son perdonados". Los
invitados pensaron: "¿Quién es este hombre, que llega hasta perdonar los pecados?". Pero
Jesús dijo a la mujer: "Tu fe te ha salvado, vete en paz".
Nos damos cuenta como Jesús esta con todos los rechazados de esta sociedad, y aprendemos
también todo lo que se puede lograr con el amor, el amor salva, libera, el amor a Jesús eleva, y
el amor de Jesús, purifica de todas las manchas, un amor que perdona todas las culpas y lo
pecados y borra todas las faltas, es el amor de Dios.
8. NO DEBEMOS AVERGONZARNOS DE LLORAR NUESTROS PECADOS
Este Evangelio nos enseña que no debemos avergonzarnos de llorar nuestros pecados y
nuestras faltas, nos hace ver que no debemos tener inconveniente en arrepentirnos, y que
podemos acercarnos como pecadores con toda confianza a Jesús.
La pecadora debe haber clavado su mirada en Jesús, implorando su misericordia,
reconociendo sus pecados, confiada totalmente en Jesús, y a esa mirada, Jesús responde con
la suya, que esta llena de compasión y comprensión, respondiendo "Tus pecados te son
perdonados"
Decía nuestro santo Padre Juan Pablo II, “No tengan miedo de mirarlo a EL”, Dios Jesús, nos
esta esperando que le miremos para darnos su paz y amor.
"Acallado el entendimiento, mire que le mira" (Santa Teresa de Jesús, V 13, 22)
El Señor les Bendiga