Carta del Obispo de Posadas para el domingo 24º durante el año, 11-09-2011.
EL PERDÓN Y EL DIÁLOGO:
En algunas oportunidades escuchamos expresiones como: “Este hombre es imposible que cambie”.
Seguramente si profundizamos en el fundamento de semejante afirmación podemos captar algunas de sus
razones; su historia personal y familiar, un pasado turbulento, la dureza de corazn…Sin embargo,
tenemos que responder categóricamente, que cerrar la posibilidad de cambio o conversión a una persona
es un error y por supuesto no es cristiano. Todo varón y mujer, por más que haya cometido el peor de los
delitos o tenga el peor de los pasados, puede convertirse a Dios y cambiar sus actitudes con sus hermanos
y esto hasta el último minuto de su vida.
El Evangelio de este domingo (Mt. 18, 21-35), nos presenta una enseñanza fundamental para los
cristianos, “el perdn de las ofensas”: Entonces se adelanto Pedro y le dijo: “Seor, ¿cuantas veces tendré
que perdonar a mis hermanos las ofensas que me hagan? ¿Hasta siete veces? Jesús le respondi: “No te
digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete” (Mt 18, 21-22). Finalmente el texto bíblico remarca
la enseñanza con una parábola donde el Señor nos dice que así como Dios nos perdona, debemos
perdonar a nuestros hermanos.
¿Por qué Dios nos perdona? Simplemente porque Dios es Amor y es misericordioso o sea es capaz de
compadecerse de nuestras miserias. Nosotros podemos ser perdonados cuando tenemos la disposición de
cambiar, de convertirnos. Así podemos comprender el porque del Sacramento de la Reconciliación o
“Confesin”, que al igual que los otros Sacramentos, el Bautismo, la Confirmacin, el Matrimonio… son
expresiones del amor misericordioso de Dios. Si leemos la parábola de este domingo captaremos
rápidamente el mensaje del Señor. Comprender la misericordia de Dios en nuestra vida nos llama a
convertirnos, a tener un corazón misericordioso con nuestros hermanos y a que captemos el perdón que
nos pide el Evangelio.
Reflexionar sobre el perdón de las ofensas, la reconciliación y el diálogo en nuestra patria y en nuestra
provincia, así como en la cultura actual no es accidental. Sabemos bien y no es necesario recurrir a datos
estadísticos para darnos cuenta, el grado de violencia que se da en los distintos niveles de la vida social.
Nos duele la violencia instalada en problemáticas de niñez, adolescencia, juventud, vida familiar,
entretenimientos, comunicacin social….Es cierto que tendremos que preguntarnos, y más aún los que
tenemos algún tipo de responsabilidad social en el ejercicio de algunas de las formas de poder en la
sociedad: ¿Cuál es, el testimonio de diálogo, de respeto mutuo, de perdón social que practicamos?
Lamentablemente lo que se nota es una lucha de poder, a veces despiadada, fragmentación y hasta
actitudes de violencia que forman parte de situaciones que pueden acentuar un estilo de vida que por ser
construida en el individualismo, en la mera lucha por espacios de poder, y en la violencia como modo
social, pueden generar malos augurios. Es conveniente resaltar que siempre estamos a tiempo, tanto la
dirigencia como nuestras comunidades y organizaciones, pueblos y familias, de cambiar y proponernos
algunos valores como “la vida”, “la familia”, “la solidaridad”, “el diálogo”, “la reconciliacin” y tener
como meta la justicia y la paz social.
También abundan los buenos ejemplos. Son muchos, pero en general nadie los promueve como modelos
culturales, sin embargo se dan y en el silencio de la cotidianidad son los que construyen en la esperanza.
El perdón del que nos habla el Señor en el Evangelio de este domingo es una maravillosa herramienta que
nos puede permitir dialogar en la diversidad sobre temas fundamentales del bien común social.
Les envío un saludo cercano y hasta el próximo domingo. Mons. Juan Rubén Martínez.