Acepta la invitación de ponerte de pie.
13/09/2011
Evangelio
Del santo Evangelio según san Lucas 7, 11-17
En aquel tiempo, se dirigía Jesús a una población llamada Naím, acompañado de
sus discípulos y de mucha gente. Al llegar a la entrada de la población, se encontró
con que sacaban a enterrar a un muerto, hijo único de una viuda, a la que
acompañaba una gran muchedumbre.
Cuando el Señor la vio, se compadeció de ella y le dijo: «No llores». Acercándose al
ataúd, lo tocó y los que lo llevaban se detuvieron. Entonces Jesús dijo: «Joven, Yo
te lo mando: levántate». Inmediatamente el que había muerto se levantó y
comenzó a hablar. Jesús se lo entregó a su madre.
Al ver esto, todos se llenaron de temor y comenzaron a glorificar a Dios, diciendo:
«Un gran profeta ha surgido entre nosotros. Dios ha visitado a su pueblo».
La noticia de este hecho se divulgó por toda Judea y por las regiones circunvecinas.
Palabra del Señor.
Oración introductoria
Dios mío, Tan grande es tu amor que no dejas de compadecerte de mí, a pesar de
mis debilidades, porque digo y no hago, ofrezco y no cumplo. ¡Ven a iluminar mi
oración! Dame la gracia que me hará crecer en amor y en fidelidad.
Petición
Señor, quiero ser todo para Ti, concédeme olvidarme de mis preocupaciones para
poder escucharte.
Meditación
«También hoy, queridos jóvenes, es posible formar parte de ese triste cortejo que
avanza por la calle del pueblo de Naím. Esto sucede si os dejáis llevar por la
desesperación, si los espejismos de la sociedad de consumo os seducen y os
distraen de la verdadera alegría para devoraros en placeres pasajeros, si la
indiferencia y la superficialidad os rodean, si ante el mal y el sufrimiento dudáis de
la presencia de Dios y de su amor por cada persona, si buscáis en la deriva de una
afectividad desordenada la respuesta a la sed interior de amor verdadero y puro.
Precisamente en estos momentos Cristo se acerca a cada uno de vosotros y, como
el muchacho de Naím, dirige la palabra que sacude y despierta: “Levántate”.
“¡Acepta la invitación que te vuelve a poner de pie!”. No se trata de meras
palabras: el mismo Jesús está ante vosotros, el Verbo de Dios hecho carne» (Beato
Juan Pablo II, 6 de junio de 2004).
Reflexión apostólica
«Un ejemplo del verdadero cristiano lo encontramos en san Pablo. Cristo no era
para él una idea, ni siquiera un recuerdo; era una experiencia viva: la experiencia
de un encuentro personal, lleno de amor. La gracia del descubrimiento del amor de
Cristo Redentor en Damasco fue para Pablo el inicio de una nueva vida en Cristo.
Se vio cautivado por el amor de Cristo: “Me amó y se entregó por mí”. A partir de
entonces Cristo fue la única fuerza, la única pasión de amor que alentaba y sostenía
sus luchas, sus sufrimientos y su entrega a la misión. Así pudo llegar a decir: “para
mí la vida es Cristo” y “si vivo, ya no soy yo, sino Cristo quien vive en mí”. Y fiel
hasta la muerte se dedicó a amar y predicar a Cristo con toda la pasión de su
corazón» (Manual del miembro del Movimiento Regnum Christi , n. 149).
Propósito
Hacer una visita al Santísimo Sacramento para escuchar lo que Dios me quiere
decir hoy.
Diálogo con Cristo
Señor, sé, como decía san Agustín, que las aflicciones y tribulaciones que a veces
sufrimos nos sirven de advertencia y corrección, y que si tuviera la fe debida, no
temería a nada ni a nadie, porque todo pasa para nuestro bien, si sabemos poner
todo en tus manos. Pero bien conoces mi debilidad, mi necesidad de sentir tu
consuelo y tu presencia, ven a mi corazón, que quiere resucitar contigo, para poder
experimentar el amor de Dios.
«Sólo el que haya gozado de la compañía sensible de Dios, sólo el que haya sentido
su mano cogida de la suya, el que haya recibido el consuelo de su constante
compañía podrá comprender lo que esto puede significar en la vida»
( Cristo al centro, n. 66).