Domingo Segundo de Adviento, Ciclo A
Is. 11,1-10; Sal 71,2. 7-8. 12-13. 17;
Rom. 15,4-9; Mt. 3,1-12
Las Lecturas de este Segundo Domingo de Adviento nos invitan a vivir el
reinado de paz y de justicia que viene a instaurar Jesucristo, el Mesías prometido.
La Primera Lectura del Profeta Isaías (Is. 11, 1-10) nos describe ese
ambiente de justicia y de paz que el Mesías vendrá a traernos, con un relato
simbólico en que nos presenta a animales -que por instinto son enemigos entre sí-
viviendo en convivencia pacífica: el lobo con el cordero, la pantera con el cabrito, el
novillo con el león... y hasta un niño con la serpiente.
Con esta descripción hecha por Isaías, Dios nos exhorta a los seres humanos
a vivir en paz. Nos está invitando el Señor a que, a pesar de nuestra naturaleza de
pecado, por la que a veces también tendemos a ser antagónicos y rivales unos de
los otros -como los animales que presenta el Profeta- intentemos vivir en paz y en
justicia. Y podremos convivir en paz y en justicia, si todos –unos y otros- recibimos
al Mesías, si aceptamos su Palabra, si vivimos de acuerdo a ella.
Es lo mismo que nos sugiere San Pablo en su Carta a los Romanos (Rom. 15,
4-9) cuando nos dice: “Que Dios, fuente de toda paciencia y consuelo, les conceda
vivir en perfecta armonía unos con otros, conforme al Espíritu de Cristo Jesús, para
que, con un solo corazón y una sola voz alaben a Dios, Padre de nuestro Señor
Jesucristo”.
San Mateo nos dice cómo llegar a esa armonía en Cristo Jesús: “Preparen el
camino del Seor, hagan rectos sus senderos” (Is. 40, 3); rellenen las quebradas y
barrancos, y rebajen los montes y colinas” (Is. 40, 4-5). “Rebajar montes y colinas”
significa rebajar las alturas de nuestro orgullo, nuestra soberbia, nuestra altivez,
nuestro engreimiento, nuestra auto-suficiencia, nuestra vanidad.
“Rellenar quebradas y barrancos” significa rellenar las bajezas de nuestro
egoísmo, nuestra envidia, nuestras rivalidades, odios, venganzas, rencores.
Son pecados que dificultan el poder vivir en armonía unos con otros,
alabando a Dios con un solo corazón y una sola voz. Son pecados que impiden la
realización de ese Reino de Paz y Justicia que Cristo viene a traernos.
Por eso San Juan Bautista nos llamaba a un cambio de vida, a la conversión,
al arrepentimiento: “cambien de vida, arrepiéntanse... rebajen las montaas y
rellenen las bajezas de sus pecados, defectos, vicios, malas costumbres.
San Juan nos dice hoy a nosotros lo mismo que dijo a los fariseos: “Ya el
hacha está puesta a la raíz de los árboles, y todo árbol que no dé fruto será cortado
y arrojado al fuego... El que viene después de mí (Jesucristo, el Mesías) separará el
trigo de la paja. Guardará el trigo en su granero y quemará la paja en un fuego que
no se extingue”.
El Adviento, pues, es tiempo de penitencia, de arrepentimiento, de oracin…
nos invita a la conversión, al cambio de vida, a entregar nuestro corazón, nuestra
vida, nuestra voluntad a Dios. Pero somos libres. Así nos hizo Dios…
Con nuestra libertad podemos escoger: ¿Qué queremos, entonces? ...
Reflexionemos en el final del Evangelio de este día: ¿Queremos ser “paja” para ser
arrojados al fuego que no se extingue o queremos convertirnos en “trigo” para ser
guardados por el Señor en su granero?
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)