Comentario al evangelio del Viernes 23 de Septiembre del 2011
A lo largo del año escuchamos muchos textos del Evangelio. Hablan de muchas cosas. Pero de vez
en cuando, la liturgia nos acerca a cuestiones fundamentales. Como en el texto de hoy. “¿Quién decís
vosotros que soy yo?” La pregunta es directa. Jesús no se anda con redeos y pide a sus discípulos que
se definan ante él. No basta con estar informado. No basta con conocer lo que dicen los demás.
Los discípulos tienen esa información. “Unos dicen que eres Juan Bautista, otros que Elías o uno
de los profetas.” Los discípulos han llegando a ese conocimiento como podemos llegar nosotros
después de leer unos cuantos libros. En ellos hay diversos capítulos: Jesús el hombre, Jesús el
predicador, Jesús el milagrero... Podemos conocer su biografía, todos los datos a que nos es posible
acceder hoy en día. Y todavía no habríamos conocido de verdad a Jesús.
La respuesta de Pedro da en el clavo: Jesús es el “Mesías de Dios.” Eso es situarse en un nivel
diferente. Ya no hablamos de un profeta. No hablamos de un hombre normal. Decir que Jesús es el
Mesías de Dios significa que Jesús tiene una relación muy especial, absolutamente especial, con esa
realidad tan sentida pero nunca bien conocida y tantas veces incomprendida que es Dios.
Hablar del Mesías en el contexto del pueblo de Israel habla de esperanza y vida nueva. La promesa
del Mesías hablaba de una liberación colectiva del pueblo de Israel, de una superación de la opresión
en que vivían. El Mesías era el signo de que Dios quería para su pueblo un futuro de libertad y
bienestar.
Cuando Pedro dijo a Jesús que era el “Mesías de Dios” quizá no sabía perfectamente lo que decía
pero la intuición profunda era clara. En Jesús veía al que devolvía la esperanza al pueblo, a los pobres
y marginados, a los que sufrían y a los oprimidos. Jesús era el mensajero de la liberación de Dios, de la
liberación que desde siempre Dios había ofrecido a su pueblo. Desde aquella lejana liberación de
Egipto hasta la superación del mal y la muerte que se produciría en la resurrección de Jesús. Quizá
Pedro no sabía expresar perfectamente todo esto pero estaba en el buen camino. Y, aunque con altos y
bajos, fue fiel a ella.
Y nosotros, ¿quién es Jesús para nosotros?
Fernando Torres Pérez cmf