Domingo XXV del Tiempo Ordinario Ciclo A
Padre Emilio Betancur Múnera
DIOS SABE RECONOCER
“Busquen al Seor mientras lo pueden encontrar, invquenlo mientras está cerca”.
Isaías dice esto porque no es el Señor quien se aleja de nosotros, somos nosotros
los que nos volvemos extraños para el Señor. En la libertad podemos alejarnos del
Señor, incluso hasta perdernos.
Isaías escribió este texto para aquellos que en el exilio habían perdido la esperanza
porque creían que Yahveh los había abandonado, dejándolos sin perdón y
restauración. Quienes así pensaban el profeta los llama malvados y criminales,
ellos deben abandonar sus caminos y sus planes perversos por pensar que Yahveh
es inaccesible y no puede perdonar. Los silencios de Dios nunca han sido ausencia
o lejanía, con razón Isaías dice a Israel, regrese para que se encuentren con la
piedad porque Dios es rico en perdón. Lo mismo pensaron (Os 11,8-9; Jer 29,11 y
Mt 5,45).
Así se le había revelado antes a Moisés “Dios de ternura y piedad” (Ex 34,6).
Al final del texto Isaías confirma esta alianza de ternura y piedad con unas frases
estupendas: “Mis pensamientos no son los vuestros, mis caminos no son vuestros
caminos”, los cielos aventajan a la tierra nuestra razn pertenece al nivel del
cálculo, los pensamientos a Dios, a la gratuidad, ¡Quien es capaz de adivinar los
pensamientos de Dios!
Pablo está prisionero ¿quién sabe dónde? Aún no sabe cómo le irá en el juicio pero
lo que si sabe es que el juicio sobre él será para gloria de Cristo: “Ya sea por mi
vida, ya sea por mi muerte, Cristo será glorificado en mi cuerpo” (segunda lectura).
Si lo dejan libre podrá continuar evangelizando, porque para él la vida es Cristo,
pero si lo matan “la muerte también es ganancia”. Lo mismo debería ser para
nosotros a condición de que nuestra vida fuera Cristo.
En este sentido de estar unidos a Cristo: “partir es con mucho lo mejor” pero
permanecer también es necesario para el bien de los paganos (nosotros) a quienes
había sido enviado.
Pablo ya había dicho en la carta a los Corintios: “Así que estamos siempre animosos
y sabemos que mientras sea el cuerpo nuestra patria, estamos desterrados del
Señor. Pues procedemos por fe, no por visión. Pero con ánimo preferiríamos
desterrarnos del cuerpo para residir junto al Señor. En cualquier caso, en la patria
o desterrados, aspiramos a serle agradables. Todos hemos de comparecer ante el
tribunal de Cristo, para recibir el pago de lo que hicimos con el cuerpo, el bien o el
mal” (2 Cor 5,6-8).
En cuanto respecta a los creyentes Pablo nos deja este programa: “por lo que a
ustedes toca lleven una vida digna del Evangelio de Cristo”; es decir una vida
consagrada a la evangelización.
EL AMOR DE DIOS ES INCALCULABLE
En nuestras carreteras se encuentran con frecuencia sitios donde, desde temprano,
hay gente esperando quien quiera emplearlos, muchos de ellos son padres de
familia. Esta realidad le sirve a Jesús no para dar una solución social, lo que nunca
en el evangelio deja de preocuparle, sino para hablar del “Reino”.
Quienes buscan leer el evangelio de hoy con criterio social quedan defraudados,
tampoco es una nota de economía o administración actual porque con estos
criterios se quebraría cualquier empresa. Un sindicato llamaría la atención para
denunciar esta escala injusta de salarios dado que no se tiene en cuenta el tiempo
requerido para el oficio. Así este evangelio no podría ser una buena noticia.
Literariamente en la parábola no todos los detalles sirven para la explicación. En
nuestro texto tendremos que buscar el contenido central, el mensaje de revelación.
El evangelio de hoy narra una historia real ocurrida en las horas de la mañana en
Palestina con obreros pobres y un propietario normal, de una viña, que siente el
problema del desempleo, sale en tres oportunidades a buscar trabajadores y a los
últimos les dice: “porqué han estado aquí todo el día sin trabajar? A Jesús le
interesa el trabajo, el salario y la dignidad de los desempleados.
La diferencia está en que en el evangelio no se trata de una empresa sino del
“Reino de los cielos”. Isaías nos recuerda de nuevo que: “los pensamientos de Dios
no son los nuestros”.
En esta viña, que es el Reino, el trabajo no falta; ¡falta trabajo en la parroquia, el
colegio, el hospital, el orfanato, empresa ética, negocio justo o el hogar de la edad
dorada! Jamás falta trabajo porque dice el dueo de la via:¿ “Yo, yo soy bueno,
me vas por eso a tener rencor”? Si tenemos trabajo porque Dios es bueno,
¿entonces vamos a calcular con una máquina los méritos y esfuerzos? Al amor de
Dios no se le puede calcular para exigirle reconocimiento en el Reino.
Los obreros de la mañana, los que ya llevan tiempo trabajando en la evangelización
no pueden exigir más que los llamados al atardecer. ¡Cuidado! Porque cuando
aparecen los meritos el amor ya no cuenta, el amor ni se compra, ni se vende, es
un don.
DIOS SUPERA LOS ESFUERZOS
La bondad de Dios no está limitada por nuestros esfuerzos, Dios nos ha dado en
Jesucristo más de todo cuanto hemos ganado con nuestro trabajo. Dios descarta a
quienes tienen pretensiones con sus títulos, experiencias o méritos quitándole
posibilidades a otros hermanos “para los que creen no pueden haber
diferencias…porque todos han sido justificados por la gracia de Dios, independiente
de las obras de la ley” (Rom 3,22-31).
El Salmo 127 dice: “Si el Señor no construye la casa, en vano vigilan los centinelas,
os levantáis temprano y retrasáis el descanso” y el Salmo de hoy recuerda: “El
Seor es justo en todas sus decisiones” (Sal 144). La justicia de Dios es sin medida
y distinción.
En tiempos de Mateo el arribo masivo de paganos ancianos a las comunidades
cristianos hacían murmurar a los llegados del judaísmo conocedores de la herencia
de la Alianza y dueños exclusivos de la misma. Jesús también encontró resistencia
en creyentes de largo recorrido; pero en la cruz un ladrón que había llegado de
último fue considerado primero, el buen ladrón, obrero del último momento, de la
hora final. Así lo cuenta Lucas: “Hoy mismo estarás conmigo en el paraíso”.
Para Jesús y el Reino quizás todos vamos a ser llamados de última hora. También
Jonás recriminó a Yahveh de perdonar tan fácil a los ninivitas, pecadores, el hijo
mayor murmuró ante el padre por la misericordia con el menor.
La pregunta que Jesús nos hace por la murmuración de éxitos no reconocidos y
esfuerzos no pagos aun hoy es la misma: ¿acaso no puedo hacer con lo mío lo que
yo quiero? De igual manera los últimos serán los primeros y los primeros serán
los últimos.
PRIMERA LECTURA
Mis planes no son vuestros planes
Lectura del libro de Isaias 55, 6-9
Buscad al Señor mientras se le encuentra, invocadlo mientras esté cerca; que el
malvado abandone su camino, y el criminal sus planes; que regrese al Señor, y él
tendrá piedad, a nuestro Dios, que es rico en perdón.
Mis planes no son vuestros planes, vuestros caminos no son mis caminos -oráculo
del Señor-.
Como el cielo es más alto que la tierra, mis caminos son más altos que los
vuestros, mis planes, que vuestros planes.
Salmo responsorial
Sal 144, 2-3. 8-9. 17-18 (R.: l8a)
R. Cerca está el Señor de los que lo invocan.
Día tras día, te bendeciré y alabaré tu nombre por siempre jamás. Grande es el
Señor, merece toda alabanza, es incalculable su grandeza. R.
El Señor es clemente y misericordioso, lento a la cólera y rico en piedad; el Señor
es bueno con todos, es cariñoso con todas sus criaturas. R.
El Señor es justo en todos sus caminos, es bondadoso en todas sus acciones; cerca
está el Señor de los que lo invocan, de los que lo invocan sinceramente. R.
SEGUNDA LECTURA
Para mí la vida es Cristo
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses 1, 20c-24. 27a
Hermanos:
Cristo será glorificado abiertamente en mi cuerpo, sea por mi vida o por mi muerte.
Para mí la vida es Cristo, y una ganancia el morir. Pero, si el vivir esta vida mortal
me supone trabajo fructífero, no sé qué escoger.
Me encuentro en ese dilema: por un lado, deseo partir para estar con Cristo, que es
con mucho lo mejor; pero, por otro, quedarme en esta vida veo que es más
necesario para vosotros.
Lo importante es que vosotros llevéis una vida digna del Evangelio de Cristo.
Palabra de Dios
Aleluya Cf. Hch 16, 14b
Ábrenos el corazón, Señor, para que aceptemos las palabras de tu Hijo.
EVANGELIO
¿Vas a tener tú envidia porque yo soy bueno?
+ Lectura del santo evangelio según san Mateo 20, 1-16
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola:
-«El reino de los cielos se parece a un propietario que al amanecer salió a
*contratar jornaleros para su viña. Después de ajustarse con ellos en un denario
por jornada, los mandó a la viña.
Salió otra vez a media mañana, vio a otros que estaban en la plaza sin trabajo, y
les dijo:
"Id también vosotros a mi viña, y os pagaré lo debido."
Ellos fueron.
Salió de nuevo hacia mediodía y a media tarde e hizo lo mismo-. Salió al caer la
tarde y encontró a otros, parados, y les dijo:
¿Cómo es que estáis aquí el día entero sin trabajar?"
Le respondieron:
"Nadie nos ha contratado."
Él les dijo:
"Id también vosotros a mi viña."
Cuando oscureció, el dueño de la viña dijo al capataz:
"Llama a los jornaleros y págales el jornal, empezando por los últimos y acabando
por los primeros."
Vinieron los del atardecer y recibieron un denario cada uno.
Cuando llegaron los primeros, pensaban que recibirían más, pero ellos también
recibieron un denario cada uno. Entonces se pusieron a protestar contra el amo:
"Estos últimos han trabajado sólo una hora, y los has tratado igual que a nosotros,
que hemos aguantado el peso del día y el bochorno."
Él replicó a uno de ellos:
"Amigo, no te hago ninguna injusticia. ¿No nos ajustamos en un denario? Toma lo
tuyo y vete. Quiero darle a este último igual que a ti. ¿Es que no tengo libertad
para hacer lo que quiera en mis asuntos? ¿O vas a tener tú envidia porque yo soy
bueno?"
Así, los últimos serán los primeros y los primeros los últimos.»
Palabra de Dios