Vigilia Pascual
Rm 6. 3-11; Sal 117,1-2. 16ab-17. 22-23; Mc 16,1-8
“No está aquí. Ha resucitado”.
¡Aleluya, hermanos! Es lo que los ángeles han anunciado a las mujeres que
habían acudido temerosas al sepulcro de Jesús. Es la gran noticia que nosotros
escuchamos cada año en la noche santa de Pascua, este año por boca de san
Mateo: Cristo ha pasado a través de la muerte a una nueva existencia, definitiva, y
vive para siempre.
Éste es el motivo por el que hoy nos hemos reunido aquí, de noche, y nos
gozamos por la presencia del Señor Resucitado en medio de nosotros. Aunque no le
veamos. Si los judíos se alegran, al celebrar la Pascua, de su liberación de la
esclavitud y de su paso a la nueva vida en la tierra prometida, nosotros, los
cristianos, nunca nos cansamos de celebrar que en medio de la oscuridad de la
noche, Cristo Jesús fue liberado de la muerte y lleno del Espíritu de Dios, el Espíritu
de la Vida.
Esto es lo que celebramos y esto lo que da sentido a nuestra vida. Por eso
creemos y tenemos esperanza e intentamos vivir como cristianos: nosotros no
seguimos una doctrina, o un libro, ni estamos celebrando el aniversario de un
hecho pasado. Celebramos y seguimos a Cristo Jesús, invisible pero presente en
medio de nosotros como el Señor Resucitado.
Dejémonos ganar por esta alegría, hermanos. Participemos con toda la Iglesia
de esta fiesta de Pascua, que empieza ahora y que durará siete semanas, hasta el
día de Pentecostés. La Pascua de Jesús, que quiere ser también nuestra Pascua.
Recordaremos en seguida nuestro Bautismo, y sobre todo, participaremos una vez
más del Cuerpo y Sangre del Resucitado, que ha querido ser nuestro alimento. Así
Dios quiere renovar los dones de gracia con que nos llenó el día del Bautismo y
comunicarnos su fuerza para todo el año.
Dejémonos llenar de vida por el mismo Espíritu de Dios que resucitó a Jesús, en
este año en que tenemos los ojos de una manera especial fijos en él. Él nos quiere
comunicar fuerza, alegría, energía, esperanza, para que se nos note, no sólo en
este momento de la celebración, sino en toda nuestra vida, que somos seguidores
del Resucitado y queremos vivir con él y como él.
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)