Solemnidad del Corpus Christi
Jueves o Domingo después de la Trinidad
Hermanos y hermanas, hoy día del Corpus, es un día para dar gracias al Padre
que por medio de su Espíritu nos hace participar en el banquete del Cuerpo y la
Sangre de su Hijo resucitado y glorioso! En el signo del pan y del vino, que por el
Espíritu Santo se hacen Cuerpo y Sangre de Cristo, celebramos todo el misterio de
Cristo. Todo lo que dijo e hizo, desde su nacimiento hasta su venida gloriosa al final
de los tiempos. Y nos comprometemos a realizar las obras que él hizo en favor de
los hombres, nuestros hermanos. La Eucaristía es un memorial de todo lo que dijo e
hizo, y por tanto, un compromiso concreto nuestro de hacer lo que hizo Jesús.
También las obras concretas en favor de los hermanos.
En efecto, “Jesús tom un pan, pronunci la bendicin, lo parti y se lo dio,
diciendo: Tomen, esto es mi cuerpo”. La oracin de bendicin que Jesús hace no es
sólo por aquel pan concreto. Bendice al Padre por todo lo que ha ido realizando, en
la historia de la salvación, desde la creación hasta la resurrección y al retorno
glorioso. Oración de bendición por las maravillas que el Padre por medio de su
Espíritu va realizando en la vida concreta de cada uno de nosotros, en nuestra
comunidad, en la iglesia. El Padre es la fuente de toda bendición, y nos ha
bendecido de manera especial por medio de su Hijo: Jesucristo resucitado es la
bendición que el Padre nos ha regalado por medio de su Espíritu.
Bendición que viene siempre del Padre, y ha de retornar siempre al Padre. El
Padre nos bendice con su Hijo, y nosotros por medio del Hijo bendecimos al Padre.
Este es el sentido de toda bendición cristiana.
Nuestra manera de orar, en ocasiones, puede ser egoísta. No salimos de
nosotros, de nuestros problemas, de nuestras necesidades, de nuestra pequeñez,
de nuestra pobreza, o de nuestros pecados. La oración de bendición que hizo Jesús
en la Cena fue un ir recordando -un hacer memoria- todas las maravillas que el
Padre había hecho y que hará hasta el final de los siglos. Así ha de ser nuestra
oración: bendecir, alabar, dar gracias al Padre por todas las maravillas que ha ido
realizando a lo largo de la historia.
“Cogiendo una copa, pronunci la accin de gracias, se la dio y todos
bebieron”. La oracin de Jesús es ahora de accin de gracias. Eucaristía, nombre
que damos también a la misa y que es más apropiado, significa “accin de gracias”.
Acción de gracias a Dios por todo lo que ha hecho en favor de su Pueblo; y por todo
lo que ahora está haciendo. Este era el sentido de la oración de acción de gracias
de Jesús en la última Cena. Oración de acción de gracias que en la celebración de la
Eucaristía hacemos en la Plegaria eucarística. Acción de gracias dirigida siempre al
Padre por medio de Jesucristo. Nuestra oración personal, también debería ser
oración de acción de gracias al Padre por todas las cosas creadas y por esa historia
de la salvación que cada uno de nosotros vivimos y experimentamos en nuestra
vida y en la vida de la comunidad.
“Y todos bebieron”. La Eucaristía es memorial, hacemos memoria, y aquello
que recordamos se hace realidad hoy-aquí-para nosotros. Es “sacrificio”, la entrega
total de Jesús al Padre en la cruz, y su resurrección gloriosa se actualizan en cada
celebracin de la Eucaristía. Pero también la Eucaristía es “banquete, convite”. Son
claras las palabras del evangelio de hoy: “Y todos bebieron”. Y otras palabras de
Jesús, como “tomen y coman”, “tomen y beban”. El pan de la Palabra de Dios se
hace Cuerpo y Sangre de Jesucristo resucitado para ser comido y para ser bebido.
La participacin “consciente, plena y activa” en la Eucaristía no se realiza sin la
comunión. En épocas pasadas de poco conocimiento y participación en la Eucaristía,
cuando se llegó a separar la comunión de la misa, un mandamiento de la Iglesia
decía: “Comulgar una vez al ao”. Hoy sabemos que participar en la misa sin
comulgar, no es una participación plena en la Eucaristía.
Nosotros somos sacerdotes. Desde el día de nuestro bautismo y de la
confirmación, nosotros participamos de Jesucristo que es Sacerdote-Profeta-Rey-
Pastor. Y en la celebración de la Eucaristía ejercemos ese sacerdocio, de manera
especial cuando ofrecemos al Padre el Cuerpo y la Sangre de su Hijo. Es lo más
grande que podemos hacer. No le presentamos solamente al Señor los frutos de la
tierra, nuestros trabajos y nuestras vidas: “Te ofrecemos, Padre, el Pan de vida y el
Cáliz de salvacin” (P. eucarística II). Es un momento importantísimo de la
celebración, y hemos de ser muy conscientes de lo que está diciendo en nombre
nuestro el sacerdote que preside. Le presentamos al Padre lo único que le agrada y
le llena plenamente, es su Hijo glorioso y resucitado: “el sacrificio vivo y santo” (P.
eucarística III). Y junto a la ofrenda del Cuerpo y Sangre de Jesucristo, realmente
presente en el Pan y el Vino, viene nuestra ofrenda personal: el ofrecernos al Padre
junto a su Hijo. Y si eso es realidad en cada misa, la conversión, el compromiso
concreto de amar al Señor y a los hermanos, será una consecuencia lógica.
Hermanos, por tanto podemos ni debemos separar la Eucaristía de cada domingo y
de nuestra conversión personal permanente; la Eucaristía de cada domingo y de
cada día, es compromiso concreto de amor y servicio a los hermanos, prenda
segura de vida eterna.
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)