Domingo Trigésimo Primero del Tiempo Ordinario, Ciclo B
Dt 6, 2-6; Sal 17, 23a. 3bc-4. 47 y 51ab;
Hb 7, 23-28; Mc 12, 28-34
¿Qué es lo primero, lo más importante? ¿“Qué Mandamiento es el primero de
todos”? Esta es una pregunta práctica y actual. Actual en el tiempo de Jesús porque
habían desmenuzado la Ley en infinidad de preceptos y muchos, sin duda, se sentían
perdidos. Y actual en nuestros días por el peligro de poner la religión sólo en ir a misa,
recibir los sacramentos... También para el creyente de hoy tiene actualidad la pregunta.
Lo primero es el amor a Dios. Un amor, claro está, que implica la fe en Dios, en
el único Dios, y que se opone o excluye a todos los ídolos. Amor y fe en Dios es lo
primero y principio de la religión tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento.
Dios hoy, para muchos, es una palabra lejana y abstracta que apenas les dice
nada. El ateísmo y la increencia, por otra parte, están en crecida. Ambas cosas hacen
que el tema de Dios sea hoy primordial. Es necesario hacer ver que la pregunta por
Dios es algo razonable y humano, y presentar al hombre de hoy, con toda su fuerza, el
Dios de Jesús: El Padre, que nos ama; El Hijo, que nos salva y, el Espíritu Santo, que
nos salva.
Es prioritario hoy la enseñanza sobre Dios, el Dios de la vida y desenmascarar a
los ídolos de la muerte...
Dios es lo primero y el principio. Lo primero en la fe y el principio en el amor.
Antes que el amor a Dios es el amor de Dios. Tal vez esto no le gusta al hombre
moderno que quiere ser protagonista de la historia. Pero es algo que está en la Palabra
de Dios.
Dios nos amó primero, la misma creación es fruto del amor. La iniciativa es de
Dios, y sólo el amor de Dios, que viene de Dios y se adentra en el corazón del hombre,
hace posible en nosotros el amor a Dios. La fuente y el principio no están en el hombre.
Dios se ha manifestado y ha amado primero. El amor a Dios no es más que el retorno
del amor de Dios.
No conviene, pues, engañarse en lo que es primero y esencial en la religión. Sin
esto la fe y la religión son otra cosa, algo humano, pero no divino. Se puede renunciar
a este camino de la fe, pero, no tergiversar.
Ateos como Feuerbach o Sartre han afirmado que el verdadero amor es el
humano, aquel que no necesita ninguna bendición ni consagración de parte de la
religión ni de Dios, un amor totalmente secularizado sin ninguna mediación de lo
religioso. “En cambio, el amor-ágape, carisma de los carismas (1 Cor. 13) pertenece
sólo a Dios y sólo puede descender de él sobre todas las cosas y todos los hombres. El
amor está fuera de lo humano, de lo terrestre, es iniciativa de Dios y ha encontrado su
epifanía en ese inclinarse hacia el hombre por parte de Dios, desde la llamada de
Abraham hasta el envío al mundo de su hijo, el amado” 1 .
Ese amor de Dios es un solo amor con doble dirección: hacia Dios y hacia los
hermanos. Por eso dice Jesús, y en ello el escriba (el Antiguo Testamento y, tal vez,
toda religión) está de acuerdo, que es un único mandamiento, porque se trata de un
único amor.
Por esto el amor a los hermanos no tiene sentido, para un cristiano, sin el amor
a Dios (que es amor de Dios). Ni tampoco, por otra parte, puede darse un amor a Dios
que de alguna manera no se haga extensivo a los hermanos. El amor al hermano que
tenemos ahí, es manifestativo del amor a Dios, a quien no se ve. No existe, en la
práctica, amor a Dios sin amor a los hermanos.
No existe verdadero amor de Dios sin amor al prójimo, y no existe amor del
prójimo sin justicia. Tampoco podemos hablar sinceramente de justicia, ni promoverla
eficazmente, si la justicia no es una realidad encarnada en nuestras vidas...
Así podremos escuchar las palabras de Jesús: “No estás lejos del Reino de Dios”.
La comunidad que realiza este amor a Dios y el amor al prójimo es ya en sí misma
comienzo del Reino. Esta es nuestra vida, nuestra vocación e identidad: hacer presente
el Reino de Jesús… Que en esta Eucaristía, y en esta semana, le digamos a Dios todo lo
que le queremos porque mucho queremos a nuestros prójimos.
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)
1 Pronzato