Domingo Trigésimo Tercero del Tiempo Ordinario, Ciclo B
Dn 12, 1-3; Sal 15,5 y 8, 9-10 11;
Hb 10, 11-14. 18; Mc 13, 24-32
Cielo y tierra pasarán. En dos palabras se resumen y sintetizan todas las
realidades que el hombre puede imaginar; y se emite sobre ellas un juicio tajante y
radical: todo eso pasará. El texto del evangelio de hoy no habla de tragedias sino de un
modo colateral; lo importante es que la Buena Noticia no pasará.
Al final de año litúrgico, la palabra de Dios nos hace pensar en tiempos futuros.
El profeta con esta visión quiere infundir ánimos a sus lectores para que permanezcan
fieles a su fe en medio de un ambiente paganizado. Los seguidores de Jesús serán
vencedores en la batalla del bien y del mal: “entonces se salvará tu pueblo” y los que
hayan sido fieles “brillarán como el fulgor del firmamento, como las estrellas, por toda
la eternidad”.
El salmo también nos invita a una actitud de energía y confianza: “tengo
siempre presente al Señor, con él a mi derecha jamás vacilaré, no me entregarás a
la muerte ni dejarás a tu fiel conocer la corrupcin”.
San Marcos pone en labios de Jesús un discurso escatológico, referente al final
de los tiempos… Lo más importante es que descubramos en este pasaje que Jesús
anuncia la victoria y la salvación: verán venir al Hijo del hombre con gran poder y
majestad… saber el tiempo de estos acontecimientos no es importante…lo
importante es estar atentos a los signos de los tiempos.
Todo esto nos lleva a pensar en el fin del mundo y en nuestro final y principio
personal. Es de sabios mirar al final del viaje, hacia lo que nos espera en el futuro.
Nuestro futuro ya está aquí en nosotros; no nos preocupe lo que suceda el
último día, sino lo que ya esta sucediendo hoy en cada uno de nosotros. En el hoy
se construye nuestro futuro de salvación y victoria: en nuestra vida de intimidad
que llevamos en el amor del Padre, en la salvación de Jesús y en la vida del Espíritu
santo, en la imitación diario de María.
Hoy contemplemos con confianza a este Cristo glorioso: el que vendrá como
Juez es el mismo que hoy está con nosotros y camina a nuestro lado…a quien
recibimos en la Eucaristía, el que hoy nos habla al corazn en su Palabra…
Estas lecturas, antes que nada, nos anuncian la salvación. Eso sí invitándonos a
la vigilancia y a tomar en serio nuestra existencia. Para que estemos siempre
preparados al encuentro con Aquel que nos ama, que dio la vida por mí, y me
acompaña, en mi caminar. Cada celebración es un encuentro con Jesús, signo y
condición del encuentro eterno…Desde hoy me enseas el sendero de la vida y me
sacias de gozo en tu presencia…Después te gozaré en plenitud.
En efecto, nuestro camino de cada día, de cada semana, ha de ser este avanzar
hacia la plenitud que Dios quiere, hacia aquel DÍA DE VICTORIA “que slo el Padre
sabe”. Aquel Día que anunciamos siempre que celebramos domingo a domingo en
la fiesta de la Eucaristía.
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)