Domingo cuarto de Cuaresma, Ciclo C
Jos 5,9a. 10-12; Sal 33, 2-3. 4-5. 6-7;
2 Cor 5,17-21; Lc 15,1-3. 11-32
El Padre misericordioso
Afortunadamente muchos, como el hijo pródigo del que habla el Evangelio de
Lucas (cfr. Lc 15, 13), después de haber abandonado la casa paterna y disipado la
herencia recibida llegando a tocar fondo, se dan cuenta de todo lo que han perdido
(cfr. Lc 15, 13–17). Emprenden entonces el camino del retorno: “Me levantaré e
iré a mi padre y le diré: Padre, he pecado...” (Lc 15, 18).
Dios, bien representado por el padre de la parábola, acoge a todo hijo
pródigo que retorna a El. Lo acoge mediante Cristo, en quien el pecador puede
volver a ser “justo” con la justicia de Dios.
“Tanto amó Dios al mundo que le entregó a su Hijo Unigénito”. ¡Aquí está
significado, en síntesis, el misterio de la redención del mundo! Hay que darse
cuenta, hasta el final, del valor del gran don que el Padre nos ha hecho en Jesús.
Hace falta que delante de los ojos de nuestra alma se presente Cristo, el Cristo de
Getsemaní, el Cristo flagelado, coronado de espinas, cargado con la cruz, y por
último crucificado. Cristo ha asumido sobre sí el peso de los pecados de todos los
hombres, el peso de nuestros pecados, para que nosotros podamos, en virtud de su
sacrificio salvífico, ser reconciliados con Dios.
Como vivieron esta parábola los santos
Muchos santos se fijan más en la figura del Padre, y menos en la del hijo, y
terminan destacando la infinitad de la misericordia de Dios .
San Ambrosio, dice: tienes miedo de una palabra airada y el Padre prepara
para ti un banquete; tienes miedo de una reprensión, de un castigo, y encuentras la
dignidad, te besa y te prepara un banquete.
Dios no sólo ama a la criatura, sino que ama a una persona que es pecadora;
amar de esa forma al que lo ha ofendido gravemente, marca el contraste más
fuerte entre el pecado y la misericordia de Dios. El contraste se hace para que
acudamos más fácilmente a la misericordia de Dios.
Santa Genoveva Torres. Dios se expande en su amor hasta a los que le
ofenden . Dios sigue siendo tan Padre del hijo infiel, que le sigue amando. En la
parábola se ve que el hijo sigue siendo hijo , y le dice Padre, aunque no soy digno.
Porque el Padre sigue siendo Padre. La condición filial no se pierde. Se pierde la
gracia, pero el carácter de cristiano no.
Se le llama hijo pródigo para hacer más hincapié en la misericordia del
Padre, haciendo caso omiso de la historia negativa del hijo con su Padre.
En la experiencia del propio pecado, lo que más ayuda es la misericordia de
Dio; pues quedarse en el pecado es quedarse en la muerte. A luz de esto se
aprende la maldad del pecado.
Dios permite la libertad y nosotros pecamos. Pero Dios sale al encuentro del
pecador con su misericordia, no porque se complazca en el pecado, sin por el amor
al pecador .
La misericordia de Dios quita del todo el pecado . Juan Pablo I dice que Judas
cometió un pecado al entregar al Señor, pero cometió otra mayor al no
arrepentirse . El tamaño del pecado no cambia el resultado de la misericordia infinita
de Dios. No hay pecado que no pueda ser perdonado y/o que impida las
posibilidades de llegar a la santidad . El problema que hay es que a veces no hay
suficiente arrepentimiento. La misericordia de Dios en un alma bien arrepentida
puede llegar a hacer a un alma tan limpia como en el bautismo , del todo le quita el
pecado. Espanta la misericordia de Dios , que no sé como no se parte el corazón del
pecador ante el amor misericordioso de Dios, dice santa Teresa.
María, Madre del perdón, ayúdanos a acoger la gracia del perdón en este
tiempo de gracia y misericordia ¡Haz que la Cuaresma sea para todos los creyentes,
y para cada hombre que busca a Dios, el momento favorable, el tiempo de la
reconciliación, el tiempo de la salvación!
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)