EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
XXVII Domingo del Tiempo Ordinario A
Libro de Isaías 5,1-7.
Voy a cantar en nombre de mi amigo el canto de mi amado a su viña. Mi amigo
tenía una viña en una loma fértil.
La cavó, la limpió de piedras y la plantó con cepas escogidas; edificó una torre en
medio de ella y también excavó un lagar. El esperaba que diera uvas, pero dio
frutos agrios.
Y ahora, habitantes de Jerusalén y hombres de Judá, sean ustedes los jueces entre
mi viña y yo.
¿Qué más se podía hacer por mi viña que yo no lo haya hecho? Si esperaba que
diera uvas, ¿por qué dio frutos agrios?
Y ahora les haré conocer lo que haré con mi viña: Quitaré su valla, y será
destruida, derribaré su cerco y será pisoteada.
La convertiré en una ruina, y no será podada ni escardada. Crecerán los abrojos y
los cardos, y mandaré a las nubes que no derramen lluvia sobre ella.
Porque la viña del Señor de los ejércitos es la casa de Israel, y los hombres de Judá
son su plantación predilecta. ¡El esperó de ellos equidad, y hay efusión de sangre;
esperó justicia, y hay gritos de angustia!
Salmo 80(79),9.12.13-14.15-16.19-20.
Tú sacaste de Egipto una vid, expulsaste a los paganos y la plantaste;
extendió sus sarmientos hasta el mar y sus retoños hasta el Río.
¿Por qué has derribado sus cercos para que puedan saquearla todos los que pasan?
Los jabalíes del bosque la devastan y se la comen los animales del campo.
Vuélvete, Señor de los ejércitos, observa desde el cielo y mira: ven a visitar tu vid,
la cepa que plantó tu mano, el retoño que tú hiciste vigoroso.
y nunca nos apartaremos de ti: devuélvenos la vida e invocaremos tu Nombre.
¡Restáuranos, Señor de los ejércitos, que brille tu rostro y seremos salvados!
Carta de San Pablo a los Filipenses 4,6-9.
No se angustien por nada, y en cualquier circunstancia, recurran a la oración y a la
súplica, acompañadas de acción de gracias, para presentar sus peticiones a Dios.
Entonces la paz de Dios, que supera todo lo que podemos pensar, tomará bajo su
cuidado los corazones y los pensamientos de ustedes en Cristo Jesús.
En fin, mis hermanos, todo lo que es verdadero y noble, todo lo que es justo y
puro, todo lo que es amable y digno de honra, todo lo que haya de virtuoso y
merecedor de alabanza, debe ser el objeto de sus pensamientos.
Pongan en práctica lo que han aprendido y recibido, lo que han oído y visto en mí, y
el Dios de la paz estará con ustedes.
Evangelio según San Mateo 21,33-43:
Escuchen otra parábola: Un hombre poseía una tierra y allí plantó una viña, la
cercó, cavó un lagar y construyó una torre de vigilancia. Después la arrendó a unos
viñadores y se fue al extranjero.
Cuando llegó el tiempo de la vendimia, envió a sus servidores para percibir los
frutos.
Pero los viñadores se apoderaron de ellos, y a uno lo golpearon, a otro lo mataron y
al tercero lo apedrearon.
El propietario volvió a enviar a otros servidores, en mayor número que los
primeros, pero los trataron de la misma manera.
Finalmente, les envió a su propio hijo, pensando: 'Respetarán a mi hijo'.
Pero, al verlo, los viñadores se dijeron: "Este es el heredero: vamos a matarlo para
quedarnos con su herencia".
Y apoderándose de él, lo arrojaron fuera de la viña y lo mataron.
Cuando vuelva el dueño, ¿qué les parece que hará con aquellos viñadores?".
Le respondieron: "Acabará con esos miserables y arrendará la viña a otros, que le
entregarán el fruto a su debido tiempo".
Jesús agregó: "¿No han leído nunca en las Escrituras: La piedra que los
constructores rechazaron ha llegado a ser la piedra angular: esta es la obra del
Señor, admirable a nuestros ojos?
Por eso les digo que el Reino de Dios les será quitado a ustedes, para ser entregado
a un pueblo que le hará producir sus frutos".
Leer el comentario del Evangelio por
San Basilio (hacia 330-379), monje y obispo de Cesarea, en Capadocia,
doctor de la Iglesia
Homilía 5 sobre el Hexaemerón, 6
Dar fruto
El Señor no cesa de comparar las almas humanas a las viñas: «Mi amigo tenía
una viña en un fértil collado» (Is 5,1); «Planté una viña y la rodeé de una cerca»
(Mt 21,33). Evidentemente que Jesús llama su viña a las almas humanas, que las
ha cercado, como con una clausura, con la seguridad que dan sus mandamientos y
la guarda que les proporcionan sus ángeles, porque «el ángel del Señor acampa en
torno a sus fieles y los protege» (Sl 33,8). Seguidamente plantó alrededor nuestro
como una empalizada poniendo en la Iglesia «en el primer puesto los apóstoles, en
el segundo los profetas, en el tercero los maestros» (1C 12,28). Además, por los
ejemplos de los santos hombres de otros tiempos, hace elevar nuestro pensamiento
sin dejar que caiga en tierra donde serían pisados. Quiere que los ardores de la
caridad, como los zarcillos de una vid, nos aten a nuestro prójimo y nos hagan
descansar en él. Así, manteniendo constantemente nuestra deseo hacia el cielo, nos
levantaremos como vides que trepan hasta las más altas cimas.
Nos pide también que consintamos en ser escardados. Ahora bien, un alma
está escardada cuando aleja de ella las preocupaciones del mundo que no son más
que una carga para nuestros corazones. Así, el que aleja de sí mismo el amor
carnal y esta atado a las riquezas o que tiene por detestable y menospreciable la
pasión por esta miserable y falsa gloria ha sido, por decirlo así, escardado, y respira
de nuevo, desembarazado ya de la carga inútil de las preocupaciones de este
mundo.
Pero, para mantenernos en la misma línea de la parábola, es preciso que no
produzcamos únicamente madera, es decir, que vivamos con ostentación, ni que
busquemos ansiosamente la alabanza de los de fuera. Es necesario que demos
fruto reservando nuestras obras para ser mostradas tan sólo al verdadero
propietario de la viña.
servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”