EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
XXVI Domingo del Tiempo Ordinario A
Libro de Ezequiel 18,25-28.
Ustedes dirán: "El proceder del Señor no es correcto". Escucha, casa de Israel:
¿Acaso no es el proceder de ustedes, y no el mío, el que no es correcto?
Cuando el justo se aparta de su justicia, comete el mal y muere, muere por el mal
que ha cometido.
Y cuando el malvado se aparta del mal que ha cometido, para practicar el derecho y
la justicia, él mismo preserva su vida.
El ha abierto los ojos y se ha convertido de todas las ofensas que había cometido:
por eso, seguramente vivirá, y no morirá.
Salmo 25(24),4bc-5.6-7.8-9.
Muéstrame, Señor, tus caminos, enséñame tus senderos.
Muéstrame, Señor, tus caminos, enséñame tus senderos.
Guíame por el camino de tu fidelidad; enséñame, porque tú eres mi Dios y mi
salvador, y yo espero en ti todo el día.
Acuérdate, Señor, de tu compasión y de tu amor, porque son eternos.
No recuerdes los pecados ni las rebeldías de mi juventud: Por tu bondad, Señor,
acuérdate de mi según tu fidelidad.
El Señor es bondadoso y recto: por eso muestra el camino a los extraviados;
él guía a los humildes para que obren rectamente y enseña su camino a los pobres.
Carta de San Pablo a los Filipenses 2,1-11.
Si la exhortación en nombre de Cristo tiene algún valor, si algo vale el consuelo que
brota del amor o la comunión en el Espíritu, o la ternura y la compasión,
les ruego que hagan perfecta mi alegría, permaneciendo bien unidos. Tengan un
mismo amor, un mismo corazón, un mismo pensamiento.
No hagan nada por espíritu de discordia o de vanidad, y que la humildad los lleve a
estimar a los otros como superiores a ustedes mismos.
Que cada uno busque no solamente su propio interés, sino también el de los
demás.
Tengan los mismos sentimientos de Cristo Jesús.
El, que era de condición divina, no consideró esta igualdad con Dios como algo que
debía guardar celosamente:
al contrario, se anonadó a sí mismo, tomando la condición de servidor y haciéndose
semejante a los hombres. Y presentándose con aspecto humano,
se humilló hasta aceptar por obediencia la muerte y muerte de cruz.
Por eso, Dios lo exaltó y le dio el Nombre que está sobre todo nombre,
para que al nombre de Jesús, se doble toda rodilla en el cielo, en la tierra y en los
abismos,
y toda lengua proclame para gloria de Dios Padre: "Jesucristo es el Señor".
Evangelio según San Mateo 21,28-32.
"¿Qué les parece? Un hombre tenía dos hijos y, dirigiéndose al primero, le dijo:
'Hijo, quiero que hoy vayas a trabajar a mi viña'.
El respondió: 'No quiero'. Pero después se arrepintió y fue.
Dirigiéndose al segundo, le dijo lo mismo y este le respondió: 'Voy, Señor', pero no
fue.
¿Cuál de los dos cumplió la voluntad de su padre?". "El primero", le respondieron.
Jesús les dijo: "Les aseguro que los publicanos y las prostitutas llegan antes que
ustedes al Reino de Dios.
En efecto, Juan vino a ustedes por el camino de la justicia y no creyeron en él; en
cambio, los publicanos y las prostitutas creyeron en él. Pero ustedes, ni siquiera al
ver este ejemplo, se han arrepentido ni han creído en él.
Leer el comentario del Evangelio por
Santa Teresa Benedicta de la Cruz, Edith Stein, (1891-1942), carmelita
descalza, filósofa, mártir, co-patrona de Europa
Meditación para la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz
Obedientes al Padre, siguiendo al Hijo
"¡Qué se haga tu voluntad!" (Mt 6,10) En esto ha consistido, toda la vida del
Salvador. Vino al mundo para cumplir la voluntad del Padre, no sólo con el fin de
expiar el pecado de desobediencia por su obediencia (Rm 5,19), sino también para
reconducir a los hombres hacia su vocación en el camino de la obediencia.
No se da a la voluntad de los seres creados, ser libre por ser dueño de sí
mismo. Está llamada a ponerse de acuerdo con la voluntad de Dios. Si acepta por
libre sumisión, entonces se le ofrece también participar libremente en la
culminación de la creación. Si se niega, la criatura libre pierde su libertad. La
voluntad del hombre todavía tiene libre albedrío, pero se deja seducir por las cosas
de este mundo que le atraen y poseen en una dirección que la aleja de la plenitud
de su naturaleza, como Dios manda y que han abolido la meta que se ha fijado en
su libertad original. Además de la libertad original, pierde la seguridad de su
resolución. Se vuelve cambiante e indecisa, desgarrada por las dudas y los
escrúpulos, o endurecida en su error.
Frente a esto, no hay otro remedio que el camino de seguir a Cristo, el Hijo
del hombre, que no sólo obedecía directamente al Padre del cielo, sino que se
sometió también a los hombres que representaban la voluntad del Padre. La
obediencia tal como Dios quería, nos libera de la esclavitud que nos causan las
cosas creadas y nos devuelve a la libertad. Así también el camino hacia la pureza
de corazón.
servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”