Décimo noveno Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo C
Sb 18, 6-9; Sal 32,1 y 12. 18-19. 20 y 22;
Hb 11, 1-2. 8-19; Lc 12, 32-48
La vigilancia
El Libro del Éxodo recomienda que la Noche de Pascua los fieles israelitas la
deben pasar en vela, dando gracias al Señor, porque en esa Noche Santa los sacó
Dios de la esclavitud de Egipto. Este pasar la noche en vela, atentos a tener
contento a nuestro Señor, se relaciona con el evangelio de hoy que insiste en que
cuando venga el Hijo del hombre felicitará y premiará a los siervos que encuentre
velando y atentos en el cumplimiento exacto de su deber.
Jesús nos dice en el Evangelio: “Estad como los que aguardan a que su
Señor vuelva de la boda para abrirle apenas venga y llame”. Es un llamado de
Jesús para que no nos dejemos vencer por la tentación de la demasiada instalación
en los bienes de la tierra y de confiar con excesiva seguridad en los goces tan
pasajeros de este mundo.
Aquí hay un aviso de la próxima segunda venida de Jesucristo y una
recomendación para que estemos preparados para esa venida que va a suceder
cuando menos lo pensemos.
En una reunión piadosa del mes del Sagrado Corazón, las religiosas
carmelitas pasaban una por una junto a una urna donde había unos papelitos
escritos, cada uno con un mensaje y cada cual sacaba uno y lo leía como un
consejo dirigido expresamente para ella. Cuando Santa Teresita leyó el mensaje
que le correspondió en suerte, se enrojeció de emoción y guardó aquel papelito
para tenerlo para siempre como un consejo del cielo para su santificación y
salvación. El mensaje decía así: "Que si en cualquier momento de tu vida te
preguntan: ¿qué estás haciendo? Puedas responder: "estoy amando a Dios".
¡Hermoso modo de estar preparados para que si en cualquier momento llega el Hijo
de Dios podamos salir a su encuentro con lámparas encendidas, las lámparas del
amor de Dios! ¡Este sí que es un buen modo de estar preparados! ¿Cómo nos
gustaría que nos encuentre Cristo cuando venga a llevarnos?
Sin duda que a todos nos gustaría que Cristo nos encontrara cumpliendo
exactamente nuestro deber del momento. Que nos encontrara con el alma limpia y
purificada de todo pecado. Pues dediquémonos desde ahora mismo a vivir en la
amistad y en el amor de Jesús-Salvador; porque en el momento menos pensado
vendrá el Hijo del Hombre y nos llamara al encuentro definitivo con Él. Así lo ha
dicho y así lo hará. Y cada día oímos y leemos noticias de personas llenas de salud
y de proyectos, que pasaron a la eternidad en el día y del modo que menos se
esperaban. Dichosos nosotros, los servidores de Dios si el Señor al llegar a
llevarnos nos encuentra en vela, alerta, dedicados a lo que tenemos que hacer.
Somos viajeros de un tren que corre veloz hacia la eternidad. Cada vez nos
acercamos más y más a nuestro destino final. Mira que te mira Dios. Mira que te
está mirando. Mira que te has de morir. Mira que no sabes cuando.
Los orientales dicen que en el árbol de la vida cada hoja lleva el nombre de
una persona y que cada día Dios manda a un ángel a que sacuda el árbol y las
hojas que caen llevan los nombres de los que se van a morir en ese día. Y un día,
una hoja llevará nuestro nombre y... nos presentaremos ante nuestro Dios. ¿Nos
estamos preparando bien?
Jesús no viene solamente a pedir cuentas. Viene a premiar a sus servidores
que estén cumpliendo bien sus deberes.
En la biografía de un santo muy antiguo se lee el siguiente diálogo que él oyó
durante un sueño. Los enemigos del alma hacían una reunión para tratar de las
trampas que debían poner a las personas para hacerlas pecar tranquilamente. Uno
dijo: "¡Digámosles que Dios no existe!". Y los demás le respondieron: "Pero basta
que miren al mundo y lo que él contiene y se pregunten: ¿quién hizo todo esto?, y
necesariamente tendrán que responder que las cosas no se hicieron por sí mismas
y que necesitaron un Dios que las creara. Un segundo consejero recomendó:
"Digámosles que Dios no castiga". Pero los demás le respondieron: "Basta con que
vayan a las cárceles y vean si es verdad que Dios no castiga a los ladrones y
asesinos. Que vayan a los hospitales de enfermedades sexuales y vean si es verdad
que Dios no castiga a los impuros. Que vean a un borracho degenerado y en la
miseria y se pregunten si es verdad que Dios no castiga la borrachera... -Y al fin un
consejero marrullero y malicioso les aconsejó: Digámosles que les falta mucho
tiempo para morir y que el Juicio de Dios todavía demora mucho en venir. Y todos
los enemigos del alma aplaudieron y se propusieron llevar a sus víctimas esa
consigna: No afanarse. Seguir pecando tranquilos que la muerte y el juicio de Dios
están todavía muy lejanos. Pero Jesús nos sigue repitiendo: ¡Estad alerta, porque
no saben el día ni la hora, y a la hora en que menos piensen vendrá el Hijo del
hombre a tomarnos cuentas!
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)