Domingo vigésimo primero del Tiempo Ordinario, Ciclo C
Is 66, 18-21; Sal 116, 1-2;
Hb 12, 05-07. 11-13; Lc 13, 22-30
Entrad por la puerta estrecha
Hay una pregunta que siempre ha fastidiado a los creyentes: ¿son muchos o
pocos los que se salvan? El Evangelio de este Domingo nos anuncia que un día este
problema le fue planteado a Jesús:
De camino hacia Jerusalén, recorría ciudades y aldeas enseñando. Uno le
pregunt: "Seor, serán pocos los que se salven?”. La pregunta, como se ve, trata
sobre el número; sobre ¿cuántos se salvan: si muchos o pocos? Jesús,
respondiendo, traslada el centro de atencin del cuántos al cmo se salvan: “Les
dijo: "Esfuércense en entrar por la puerta estrecha. Les digo que muchos intentarán
entrar y no podrán”.
Jesús hoy nos lleva a pasar del plano de la curiosidad al de la verdadera
sabiduría; de las cuestiones ociosas, que apasionan a la gente, a los verdaderos
problemas, que sirven para la vida.
Desde esto ya podemos entender lo absurdo de los que, sin más, creen saber
el número preciso de los salvados: ciento cuarenta y cuatro mil… Este número, que
aparece en el Apocalipsis, tiene un valor puramente simbólico (el cuadrado de 12,
el número de las tribus de Israel, multiplicado por mil) y está manifestado inmedia-
tamente por la expresin que sigue: “una multitud inmensa que nadie podía contar”
(Apocalipsis 7,49). Además de todo esto, si en verdad aquel es el número de los
salvados (como sostienen los Testigos de Jehová), entonces ya podemos cerrar el
negocio de inmediato, nosotros y ellos: en la puerta del paraíso deben haber colga-
do ya desde hace tiempo, igual como en el ingreso de los estacionamientos, un
cartel escrito que diga «Completo».
A Jesús lo que le interesa no es revelar el número de los salvados, sino el
modo de salvarse: habla sobre los modos de salvarse o de condenarse: “Entren por
la entrada estrecha ; porque ancha es la entrada y espacioso el camino que
lleva a la perdicin…” (Mateo 7,13-14).
En un escrito de casi de la época de los apstoles, la Didaché, leemos: “Hay
dos vías: una de la vida y una de la muerte. Grande es la diferencia entre estas dos
vías. A la vía de la vida, pertenece el amor de Dios y el del prójimo, el bendecir a
quien te maldiga, estar lejos de los antojos carnales, perdonar a quien te ha
ofendido, ser sincero, pobre. A la vía de la muerte pertenece, por el contrario, la
violencia, la hipocresía, la opresin del pobre, la mentira”.
¿Por qué estas dos vías, una es “ancha” y otra “estrecha”? La vía de los
impíos es ancha , sí; pero, sólo al comienzo. Para quien se ha introducido en ella,
poco a poco, llega a ser estrecha y amarga. Al final, llega a ser, en todo caso,
estrechísima porque termina en un callejn sin salida…
La vía de los justos , al comienzo es estrecha; pero, después, llega a ser
una vía espaciosa; porque en ella se encuentran la esperanza, la alegría y la paz del
corazón. La «puerta estrecha », por tanto, ya desde ahora, nos permite entrar, en
el reino predicado por Cristo, siendo realmente hombres y mujeres libres,
plenamente realizados…
Al contrario de la alegría terrena , puerta ancha, tiene como característica
el disminuir a medida que se entra en ella, hasta llegar a generar náusea y tristeza.
Esto se ve en ciertos tipos de borracheras, como la droga o el alcohol, el sexo. Es
necesaria una dosis o un estímulo siempre mayor para producir un placer con la
misma intensidad. Hasta que el organismo ya no responde más y se llega a la
destrucción también física.
Debemos recordar siempre una verdad: «Dios quiere que todos los hombres
se salven» (1 Timoteo 2, 4); pero también es cierto, como dice san Agustín: Dios
que te cre sin ti, no te salvará sin ti…
“Así pues, queridos míos, de la misma manera que han obedecido siempre,
(…), trabajen con temor y temblor por su salvacin” (Filipenses 2, 12). Salvarnos
no es sólo cuestión de vida o de muerte... ¡Es mucho más! nuestra salvación es una
cuestin de vida eterna o de muerte eterna… como dice Dante: Oh mortal, que
pasas esta puerta, pierde toda esperanza de retorno…!
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)