Domingo trigésimo cuarto del Tiempo Ordinario, Ciclo C
2 Sam 5, 1-3; Col 1, 12-20; Lc 23, 35-43
Solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo
Con esta Fiesta de hoy cerramos el Ciclo Litúrgico. El próximo Domingo ya
comenzamos un nuevo Año Litúrgico con el Primer Domingo de Adviento, en
preparación para la Navidad. Hoy celebramos a Cristo como Rey del Universo. Las
Lecturas de hoy mencionan el Reino de Dios, el Reino de Jesucristo. En el Evangelio
(Lc. 23, 35-43), vemos el bellísimo y conmovedor relato del “buen ladrn”,
crucificado al lado del Señor.
Vemos a Dimas mostrar y declarar su fe en que Aquél que está crucificado a
su lado es ¡nada menos! que el Rey del Universo, mientras que el delincuente que
está del otro lado, piensa y dice todo lo contrario. Observemos, entonces, cómo las
gracias divinas son suficientes para cada uno, pero veamos también cómo las
respuestas de los seres humanos pueden ser diametralmente opuestas.
Y Dimas, el “buen ladrn”, reconoce como Dios y como Rey a Cristo. Pero
hay que notar que Dimas no ve un Cristo en la Transfiguración, mostrando su
divinidad, ni ve un Cristo Resucitado mostrando su poder infinito, sino que está al
lado de un Cristo fracasado, humillado, moribundo, en la misma situación que él.
¡Qué Fe más grande! Y esa Fe grande lo lleva al arrepentimiento verdadero, a un
“arrepentimiento perfecto”, por el que reconoce sus crímenes. Y en esa situacin se
atreve a pedirle, un tanto temeroso: “Seor, cuando llegues a tu Reino, acuérdate
de mí”.
Y ese Rey bondadosísimo que es Jesucristo, que nos da mucho más de lo que
nosotros sabemos pedirle, le promete a Dimas, el ladrón arrepentido, mucho más
de lo que él se atrevió a pedirle, pues Cristo le asegura que no sólo se acordará de
él, sino que lo llevará consigo a ese Reino en que él cree. Y que esto sucederá, no
en un futuro lejano, sino que ese mismo día estará con El en su Reino. ¡Qué grande
es la Misericordia Divina con el pecador verdaderamente arrepentido!
Y ¿qué nos pide ese Rey bondadosísimo que es Cristo? El nos pide lo que nos
muestra con su vida: que hagamos la Voluntad del Padre. En eso consiste el
Reinado de Cristo en cada uno de nosotros: en que hagamos la Voluntad de Dios.
Así es como el Reinado de Cristo comienza por nosotros mismos: cuando
comenzamos a buscar hacer la Voluntad de Dios. Así Cristo es Rey de cada uno de
nosotros. Su Reino en medio del mundo depende de nosotros: depende de cuántos
acojamos la Voluntad de Dios para nuestra vida.
El Reino de Cristo es un Reino de Justicia, Amor y Paz. Y será así en la
medida que nosotros, los súbditos de ese Rey, vivamos según su Voluntad, pues de
esa manera las relaciones entre los seres humanos serán guiadas por ese Rey que
nos comunica su Verdad, su Vida, su Gracia, su Santidad, su Justicia, su Amor y su
Paz.
En el Prefacio de hoy rezaremos que el Reino de Cristo es un Reino de
Verdad, pues Cristo nos revela la Verdad que es El mismo. Es un Reino de Vida,
pues Cristo vive en nosotros por medio de la Gracia Divina, que recibimos
especialmente en los Sacramentos. Es un Reino de Santidad, pues por medio de
esa Gracia -debidamente recibida y acogida por nosotros- Dios nos santifica.
Que el Reinado de Cristo -comenzando por cada uno de nosotros los
Católicos- se extienda de cada individuo a cada familia, de cada familia a la
sociedad, de la sociedad a las naciones, de las naciones al mundo entero.
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)