San Lucas 9, 57- 62:
«El que ha puesto la mano en el arado y mira hacia atrás no sirve para el
reino de Dios».
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
1. “TE SEGUIR ADONDE VAYAS”
Para seguir a Cristo hay que tener la decisión de dejarlo todo por El, y en este
fragmento del Evangelio, nos destaca cual es el espíritu de esta decisión que se
debe tener.
El fragmento del Evangelio de hoy, nos muestra un primer ofrecimiento, que le
hace alguien a Jesús diciéndole; “te seguiré adonde vayas”. Jesús no le rechaza, el
es el que se invita, sin embargo, le pone la perspectiva ardua del apostolado: sólo
tiene asegurado, en comparación con los zorros y aves, el incesante ir y venir para
anunciar la Buena Nueva.
Nuestro hogar en un lugar que nos da cierta seguridad, como a los animales su
madriguera, es allí donde se esconden del peligro. Pero el hogar además es un sitio
de descanso, con ciertas comodidades, protegidos del frío, tenemos nuestros
alimentos y allí podemos dormir con tranquilidad.
2. EL HIJO DEL HOMBRE NO TIENE DÓNDE RECLINAR LA CABEZA
Es así, como Jesús nos advierte, que para caminar junto a El, debemos
desprendernos de lo bienes terrenales, debemos olvidarnos de la comodidad, como
así también, seguirlo a El, no es para conseguir ventajas terrenales, ni económicas
ni de posición social, aún más, se debe estar dispuesto a todo y en todo tipo de
lugar. Así es, donde haya que llevar el mensaje del Evangelio, ahí hay que ir sin
pensar en el camino, si este será fácil o difícil.
Dice Jesús; El Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza, debe de referirse
a esta vida de incesante caminar apostólico más que al no tener alguna morada
para descansar, como en Nazaret y Cafarnaúm. Es aquí donde por vez primera sale
en lo evangelios el título que se da Jesús de Hijo del hombre. Jesús frecuentemente
lo utilizará para nombrarse. Esta expresión sólo aparece en los Evangelios en boca
de Jesús. Es El quien se designa con ella. En algunos textos en los que se usa esta
expresión, es para designar calificativamente, al Mesías humilde, despreciado, y
que irá a la muerte, en otros textos se designa con esta expresión al Mesías en su
aspecto glorioso y triunfal, o para destacar su potestad.
3. SEÑOR, PERMÍTEME QUE VAYA PRIMERO A ENTERRAR A MI PADRE.
Luego este mismo fragmento, trae un segundo ofrecimiento, ahora es un discípulo,
pero éste antes le ruega; Señor, permíteme que vaya antes a enterrar a mi padre.
A éste, Jesús le da la orden-invitación; Sígueme, y deja que los muertos entierren a
sus muertos. No era esta invitación para incorporarlo a ser uno de los Doce. Era
invitarle a seguirle más de cerca, y acaso más habitualmente, en sus correrías
apostólicas, como le acompañaban sus discípulos en otras ocasiones. Sin embargo,
este discípulo, en lugar de seguir al punto la invitación del Maestro, le suplicó un
espacio de tiempo para cumplir un deber sagrado: Enterrar a mi padre.
La frase y el ruego no se refieren, manifiestamente, a que el padre de este discípulo
acabase de morir o estuviese muy grave y le pidiese licencia para ir a cumplir sus
deberes de piedad. Sería una coincidencia aquí increíble. Y más increíble aún el que
Jesús le hubiese negado lo que era un deber incluido en el mandamiento del
Decálogo: “Honra a tu padre y a tu madre” Debe, pues, de tratarse de un discípulo
que, antes de seguir a Jesús en su apostolado de una manera total y habitual, rogó
que se le permitiese antes esperar a la muerte de su padre, de este modo ya sin
tener que preocuparse de estos deberes, entregarse entonces a esta misión. Pero
esto era incierto, y la llamada del Señor para acompañarle en la mies, que era
mucha y los operarios pocos, urgía más
4. LOS DERECHOS DE DIOS SOBRE NOSOTROS
Quizás no sea fácil comprender esta lección del supremo amor a Jesús sobre
nuestros padres, que los muertos entierren a sus muertos, sin embargo si no
concentramos en la idea de que la obra del apostolado es la predicación del reino,
es decir la vida eterna, todo lo demás es como la muerte, porque los que viven en
el mundo despreocupados de la vida eterna, están como muertos. Entonces
decimos que ellos cuiden de sí mismos: que los muertos entierren a sus muertos.
En otras palabras, los que no han encontrado la vida del Reino en Jesús
Fuerte paradoja para expresar los derechos de Dios sobre nosotros, que no esta por
sobre los mismos de los padres de manera afectiva, sino efectiva. Por que el mismo
Jesús nos dijo “si alguno viene a mí y no aborrece a su padre, madre., no puede ser
mi discípulo” (Lc 14:26). Por este procedimiento, Jesús evoca su trascendencia
divina.
5. “EL QUE EMPUA EL ARADO Y MIRA HACIA ATRÁS, NO SIRVE PARA
EL REINO DE DIOS”
Cuando a Jesús le dice uno que se le ofrecía seguir: “Te seguiré, Señor; pero
déjame antes despedirme de los de mi familia. Le dijo Jesús: “El que empuña el
arado y mira hacia atrás, no sirve para el Reino de Dios”. Utilizando el proverbio del
arado, una vez puestas las manos a la obra del Reino, todo ha de ser para él y su
obra. Como en el pasaje anterior, Cristo reclama para sí los afectos más profundos,
pues está por encima de ellos. Pareciera que Jesús lo desanima, como que le quita
el interés, pero nada de eso es así, porque para animar a una persona, se le debe
dar vigor, energía moral, fuerza, impulso, especialmente en una actividad tan
intensa, con tanto movimiento como es seguir a Jesús, y debe hacerse con alegría y
disposición total.
Es así, como Jesucristo, quiere testigos verdaderos, debemos estar dispuesto a
pensar como El, sentir como EL, actuar como El, mirar a los demás como los mira
El, nos pide una firme decisión, que rompa con el pasado, mirando hacia el futuro y
sin añoranzas y con una libre voluntad para recibir su gracia.
El Señor les Bendiga